'Noche de miedo (Fright Night)', el remake, ese difícil mundo

'Noche de miedo (Fright Night)', el remake, ese difícil mundo
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Los remakes no son un invento reciente ni muchísimo menos, eso ya lo sabemos todos. Existen desde que el cine es cine, de todos los tipos y colores. Antaño, cuando aún se sentía respeto por el público desde los grandes estudios, un remake aportaba, en la mayoría de los casos, algo más al original. Hay ejemplos tan dispares como el famoso díptico de Fritz Lang de ‘La tumba india’ (‘Das indische Grabmal’, 1959) y ‘El tigre de Esnapur’ (‘Der Tiger von Eschnapur’, 1959), una de las cumbres del verdadero Gran Cine de Aventuras, y que era ya la tercera versión, después de las de Joe May —uno de los grandes olvidados del cine mudo— en los años 20, y Richard Eichberg en la década de los 30. Tres miradas completamente distintas sobre una misma historia, del mismo modo que el gran Douglas Sirk, el verdadero rey del melodrama, versionó en los años 50 los dramas de John M. Stahl, o Howard Hawks se arriesgaba con operaciones del tipo ‘Río Bravo’ (id, 1959) y ‘El dorado’ (id, 1966), que sin ser estrictamente un remake, lo parece.

Luego llegan personajes como Gus Van Sant o Michael Haneke, fotocopiando obras ajenas o propias, logrando aumentar el odio hacia los remakes —please, que nadie me venga con lo del contraplano autoral, que la demagogia política siempre me provoca la risa tonta—, y lo hicieron precisamente en una época en la que el remake se basaba, y se sigue basando en la mayoría de los casos, en reproducir el original no apartándose de la historia ni una línea, y en ocasiones, copiando la puesta en escena, lo cual me parece mucho más grave. Los estudios se aprovechan de la poca memoria cinéfila del espectador de hoy, al que tratan como un completo imbécil, y éste obtiene lo que se merece porque al fin y al cabo lo permite. ‘Noche de miedo (Fright Night)’ (‘Fright Night’, Craig Gillespie’, 2011) procura no entrar en esa modalidad de remake. Lo consigue a ratos.

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Recuerdo con mucho cariño la película original de Tom Holland. De hecho, me sigue pareciendo una de las mejores películas de vampiros del cine moderno, con una sabia mezcla de humor y horror, cuya mayor virtud era la de actualizar sin ningún tipo de rubor y con sumo respeto los clichés del cine de vampiros. El esqueleto de la historia creada por Holland ha sido conservado, y las diferencias argumentales son pocas. Charley Brewster es un adolescente con una vida más o menos buena, una madre que le quiere, una novia que le quiere, y un “mejor amigo” que también le quiere. Un día descubre que su vecino, el misterioso Jerry, es un vampiro en toda regla. El resto ya lo conocemos, el eterno enfrentamiento entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal. Por el camino el tradicional cine de vampiros no es al menos brutalmente violado como en otras películas cuyo nombre no quiero recordar y atentan contra la inteligencia del ser humano.

‘Noche de miedo (Fright Night)’ es un digno remake que se queda a medias. Por un lado, las aportaciones, además de consistir en amoldar los personajes a la actualidad, obviamente, se reducen a cambiar el orden de la historia, y sacar algo de provecho a situaciones planteadas en la original. El instante en el que Charley saca a una de las víctimas de Jerry de la casa de éste, con final sorpresa, es una prueba de ello, e incluso da la oportunidad a Gillespie de juguetear con el suspense, algo que hace en un par de ocasiones con resultados óptimos. El director, que nos sorprendió gratamente con la maja ‘Lars y una chica de verdad’ (‘Lars and the Real Girl’, 2007) —aquel año también nos regaló otro título con Billy Bob Thornton, en las antípodas— se aleja del look visual del film de Holland. Huye del formato scope, y en lo que parece una broma de muy buen gusto, utiliza a un profesional de la talla de Javier Aguirresarobe, que trabajó en algunas de las películas de ‘Crepúsculo’, para dar un tono totalmente distinto a la desastrosa saga, de la que por cierto, se ríe a sus anchas.

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Estoy de acuerdo con mi compañero Caviaro en que uno de los errores de esta nueva versión es el vampiro. Pero creo que el problema reside más en el guión, obra de Marti Noxon, que en la interpretación de Colin Farrell, quien a este paso se va a convertir en un especialista en protagonizar remakes no deseados. Farrel tiene el físico y el carisma necesarios para dar vida al Jerry —las risas sobre su nombre, otro aporte más— del siglo XXI, pero el guión le da oportunidad de lucirse lo justito. Así pues, el hecho de que desvele su identidad demasiado pronto termina con las posibilidades de dotar al personaje con una aureola de misterio, como se hacía en el original. Sin un motivo aparente Jerry decide que es hora de merendarse a sus vecinos, sólo porque sí. Eso da lugar a una de las secuencias mejor filmadas de la película, una huida en furgoneta que recuerda a lo realizado por Steven Spielberg curiosamente en lo que también es un remake, ‘La guerra de los mundos’ (‘War of the Wordls’, 2005). Es el segundo ejercicio de pleitesía hacia el director más exitoso de todos los tiempos; el Rey Midas navegaba por las imágenes del film de Holland, realizado en plena efervescencia Amblin, y aquí puede olerse hasta en las zapatillas de deporte del protagonista, con ecos lejanos de las de Marty McFly en ‘Regreso al futuro’ (‘Back to the Future’, Robert Zemeckis, 1985), coetánea del film original.

Los personajes del amor amigo de Charley y el matavampiros Peter Vincent son cambiados considerablemente, mucho más que el resto. Christopher Mintz-Plasse saca todo el provecho que puede de su friki/vampiro, pero sufre todos los defectos del guión de Noxon, y su disfrute es mínimo. David Tennant tiene la responsabilidad de hacernos olvidar a Roddy McDowall, perdiendo la batalla desde el primer fotograma al último, absolutamente en todo. Además se produce el mayor error de guión del film con este personaje. El Peter Vincent —sobra decirlo, pero habrá que hacerlo igualmente, reunión de dos de los míticos nombres del fantástico/terror, Peter Cushing y Vincent Price— actual no posee ningún show televisivo llamado “Noche de miedo”, así que la famosa frase de “Bienvenido a la noche de miedo, la auténtica”, que tan efectiva resultaba en la original —recitada por un cachondo Chris Sarandon, que hace cameo en la presente—, en el remake queda simple y llanamente ridícula, por no hablar de la errónea decisión de unir emocionalmente a Jerry y Peter por un dramático pasado común.

Con sus defectos y virtudes, ‘Noche de miedo (Fright Night)’ no pasará a la historia como un film memorable, y tampoco como una falta de respeto al espectador. Es cine bien filmado, muy hijo de su tiempo, como también lo era la original. Aquella sobrevive al paso de los años, ésta se olvidará fácilmente y sin ningún remordimiento.

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