'No dormirás' juega con una premisa sugestiva pero acaba quedándose corta de ideas

La idea del actor que interpreta a través de estados alterados de la mente es muy sugestiva para los espectadores. Ofrece una explicación, por descabellada que sea, al siempre inquietante proceso de transformación del intérprete en otra persona. De la hipnosis (la literalmente desnortada 'Corazón de cristal' de Herzog) a las drogas (esa 'Easy Rider' con abusos dentro y fuera de la ficción), pasando por la privación de sueño que cuenta 'No dormirás'.

Aunque en el caso de la película de Gustavo Hernández esa privación no es auténtica, claro, sino un elemento argumental: con ella experimenta una troupe de actores teatrales que, dirigidos por la perturbadora Alma Böhm (Belén Rueda), se instalan en un antiguo psiquiátrico donde en el pasado tuvo lugar un trágico suceso convertido en obra de teatro experimental. La privación de sueño hace que dos jóvenes actrices (Eva De Dominici y Natalia de Molina) comiencen a entrar en contacto con los tormentosos espectros del pasado.

Ambas ideas (los métodos extremos de interpretación y los efectos de la privación del sueño) son mas que suficientes para enhebrar una experiencia aterradora. El artista fuera de sí es un villano imprevisible y sugerente, del shakespeareano Vincent Price de 'Matar o no matar, ese es el problema' al escultor ciego de 'Blind Beast'. Y la falta de sueño y sus tremendos efectos, empezando por las alucinaciones y comportamientos erráticos -quizás el opuesto perfecto de los delirios oníricos de 'Pesadilla en Elm Street'- son una fuente no muy explotada en el género de horror. 'No dormirás', sin embargo, no termina de lograr que estos dos elementos altamente sugestivos giren con fluidez.

Una ambientación ciertamente conseguida, muy macabra y llena de detalles que hacen que el desvencijado hospital sea un buen reflejo quebrado de la martirizada personalidad del espectro que atormenta a los actores, no es del todo suficiente. Buena parte de la culpa la tiene un guion errático, a ratos ininteligible, que rebosa pistas falsas, subtramas que no van a ninguna parte y un último tercio con acusadísimos altibajos de ritmo.

'No dormirás': Stanislavski a las bravas

Sin duda el gran punto a favor de la película es, curiosamente, su espléndido plantel de actrices: a las tres citadas se suma una también excelente Eugenia Tobal como una cuarta miembro de la compañía, ya completamente sumergida en la privación de sueño. Juntas, con personalidades muy definidas y complementarias, hacen un muy buen trabajo a la hora de sumergir al espectador en el ambiente opresivo y enrarecido.

Entre todas ellas destaca innegablemente una Belén Rueda ya decididamente instalada en esta derivación gótico-hispana del género, pero con un innegable punto de valor: no teme caer mal al espectador. Quizás una actriz algo mas versátil habría conseguido dotar de más aristas al personaje de Alma, disparando definitivamente la profundidad de la película, pero como villana de cuento de hadas macabro funciona perfectamente y, sobre todo, se complementa de forma idónea con sus dos compañeras de reparto.

Es una pena, por eso mismo, que la película transcurra sin demasiada energía durante buena parte de su metraje: de la parte española de la coproducción (junto a Argentina y Uruguay) se encarga Filmax y lo cierto es que en sus peores momentos parece una producción menor de la compañía, estilo 'La monja'. No llega a los extremos de la ultima de Balagueró, la flojisima 'Musa', pero todos los elementos visuales y narrativos de la peor Filmax están aquí: escenarios inquietantes pero un poco "por defecto", espectros que tiran del tópico y sobre todo, guiones que avanzan a trompicones, con descubrimientos de diarios ocultos, llaves escondidas e investigaciones periodísticas amateur.

Y es una pena viniendo de quien viene: Gustavo Hernández deslumbró con su debut, 'La casa muda', una modestísima pero contundente película de terror rodada en un solo y angustioso plano secuencia. A 'No dormirás' le habría sentado bien algo de esa creatividad en la puesta en escena, que funciona en sus momentos más pulcros y atmosféricos, pero que entre los despistes de un guion en su tramo final, mas centrado en impactar que en inquietar, y algunas ideas visuales de segunda mano, no aprovecha ni el talento del director ni el brillante punto de partida.

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