Hay ciudades que han condicionado la forma de hacer cine. El carácter de la metrópolis se cuela en las películas que transcurren en ella. Muchas décadas atrás, esa urbe fílmica por antonomasia era París, mientras hoy en día y desde hace ya un tiempo, se trata de Manhattan. Por ello, las películas 'Paris, je t'aime' y 'New York, I love you' —esta última se estrena el 16 de octubre— parecen seguir un orden lógico.
Los cortometrajes de que componen este mosaico urbano, dirigidos por Fatih Akin, Natalie Portman, Mira Nair, Yvan Attal, Joshua Marston, Shekhar Kapur, Shunji Iwai, Jiang Wen, Brett Ratner, Albert y Allen Hughes; penetran en la ciudad y aprehenden su esencia o, quizá, como decíamos en el párrafo anterior, permiten que el alma de la ciudad se filtre en ellos. Están realizados con gran actualidad estética y logran un bello resultado formal que convierte su visionado en agradable.
Juan Luis Caviaro, en su crítica sobre 'Paris, je t'aime', distingue unas historias de otras y nos habla de un conjunto poco cohesionado, aunque con buenas piezas. En esta nueva entrega, la visión global se ha conseguido a través de las transiciones y los paralelismos que aporta el montaje, uno de los aspectos más logrados del film, por su novedad y efectismo. Pero 'New York, I love you' se presta a una crítica única por otro motivo: los defectos que tienen unos segmentos, también se les pueden reprochar a otros.
Diálogos que gustan demasiado a sus guionistas, es decir, que se alargan y recrean para que suenen mucho, vampirizan la posible humanidad o profundidad de las minihistorias, que se revelan insulsas. La ciudad está ahí, claro. Pero el título del film nos habla igualmente de amor y, sin embargo, no encontramos una pista de este sentimiento. La película, por lo tanto, se contempla, pero no se vive. Las situaciones o las semblanzas de personajes podrían haber estado en alguna de esas comedietas que con tanta tranquilidad se desprecian, sin que aquí haya nada que las convierta en más valiosas.
No soy capaz de elevar uno de los cortos por encima de los demás para salvarlo o condecorarlo como el mejor —quizá el de Shunji Iwai, con Orlando Bloom y Christina Ricci— y, si bien sí podría decir cuáles me enervaron más, prefiero reservarme una opinión que condicionaría tanto a los espectadores.
Nombres de gran prestigio y atractivo llenan el elenco de 'New York, I love you'. Sus interpretaciones son buenas, como cabría esperar en ellos. Pero nada de lo que hacen puede suplir las carencias que existen en los guiones, incluso aunque esos diálogos tan rebuscados queden casi bien proviniendo de sus bocas. Esto quiere decir que si los actores hubiesen sido de peor calidad o de menor fama, la película tendría poco en lo que aferrarse. Por mencionar sólo a algunos de ellos: Robin Wright Penn, Ethan Hawke, Anton Yelchin, Chris Cooper, Shia LaBeouf, Hayden Christensen, Andy Garcia… lo bueno de un reparto así es que seguro que cualquiera encuentra a alguno que le gusta, ya sea como intérprete o por su físico. En mi caso, se trataría de Hawke y valga como ejemplo para decir lo que ocurre con todos los actores: encarna a la perfección un personaje complicado al que dota de un gran carisma y cuyos diálogos interpreta con soltura y mucho gracejo. Pero la historia que le corresponde no se me hace creíble ni me sorprende como pretende su desenlace.
'New York, I love you' es un cine ameno, que trata un tema muy universal sin profundizar en conflictos o psicologías. Las firmas de sus autores y el aire externo la dotan de una cariz prestigioso que se queda en eso. Es un perfecto terrón de azúcar para paladares que aseguran no conformarse con lo más vendible, pero para los que tampoco es viable lanzarse por algo de mayor dureza o complejidad. Sus intenciones se corresponden con elevadas cintas de autor para elites privilegiadas, sin embargo, su realidad se queda muy corta en el intento por alcanzar esas pretensiones.