Netflix acaba de estrenar la temporada 3 de una de sus mejores series originales actualmente: 'Heartstopper' sigue siendo una delicia adorable y ahora se atreve con temas más adultos

Siempre a favor de 'Heartstopper'

Netflix se encontró con un caso bastante peculiar con 'Heartstopper', ya que esta adaptación del cómic de Alice Oseman no tiene grandes audiencias, lo que en otros casos la habría condenado a la cancelación. Sin embargo, sí cuenta con unos seguidores muy fieles, un coste contenido y el apoyo prácticamente unánime de la crítica.

Todo ello seguro que pesó lo suyo para que en su momento se anunciase su renovación de golpe por dos entregas poco después de su estreno. Hoy llega su temporada 3 a Netflix con el futuro de la serie en el aire, pero lo que ahora debería importarnos es que 'Heartstopper' vuelve a demostrar una vez más que estamos ante una de las mejores series actuales de la plataforma.

Igual de cuqui pero un poco más madura

Palabras como cuqui, bonito o adorable son muy habituales a la hora de hablar de 'Heartstopper', algo lógico si tenemos en cuenta que es una serie muy vitalista y colorida en la que no pesan tanto los conflictos como mostrar la felicidad de sus protagonistas.

Es cierto que en todo momento ha habido un factor desestabilizante, ya sea todo lo relacionado con el ex de Charlie (Joe Locke) en la primera temporada o la subtrama del padre de Nick (Kit Connor) en la segunda, pero Oseman encarrilaba todo con facilidad en la dirección deseada sin que nunca se sintiese como algo forzado. Eso vuelve a suceder en la temporada 3, siendo la más madura hasta ahora sin que eso suponga traicionar en ningún momento el estilo o el enfoque de la serie.

De hecho, bien pronto queda claro que el tema de los problemas de salud mental de Charlie va a ser uno de los grandes ejes de la temporada. Eso es algo que incluso se traslada a esa reconocible personalidad visual de 'Heartstopper', ya que lo mismo que surgen corazones o chispas de amor, también puede ser una sombra tenebrosa para complicarlo todo.

Esto podría haber causado un desequilibrio en la serie, pero Oseman vuelve a mostrar un gran tacto para mantener firme el tono de la serie. Algunos igual se quejarán porque podría haberse incidido en un tema tan delicado, pero no estamos ante un universo en el que lo dramático tenga que imperar. Aquí no deja de ser una especie de obstáculo que primero hay que asumir y luego lidiar con ello, dándose más peso a lo primero que a lo segundo.

Sin embargo, reducir la temporada 3 a eso sería un error, porque otra cosa que queda clara aquí es que los personajes están creciendo y les toca lidiar tanto con su propia sexualidad como con la necesidad de empezar a pensar en su futuro más allá del instituto. Todo ello queda muy bien integrado, sintiéndose como una prolongación natural de lo visto hasta ahora y no como una forma de intentar meter algún gancho nuevo en la historia.

Por lo demás, 'Heartstopper' sigue siendo la misma serie calientacorazones alejada de cualquier tipo de cinismo que te hace recuperar un poquito la fe en la humanidad. Sí, aquí todo es un tanto blandito y muy idealista -aunque esta temporada 3 es un poquito cruda en algunos detalles-, pero es que ese tipo de obras son tan necesarias como aquellas pensadas para destruir al espectador y que no vea tan mal que se acabe el mundo.

Además, la clave está en que esa continuidad formal mezcle tan bien con el crecimiento de los personajes, porque es verdad que siguen siendo adolescentes y que su visión de todo está terriblemente marcada por ello, pero todos nos merecemos también cosas bonitas y en el panorama televisivo actual no se me ocurre ninguna otra serie que lo sea tanto como 'Heartstopper'.

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