La relación entre el cine y los videojuegos ha crecido de forma exponencial durante los dos últimas décadas, aunque lo que no lo ha hecho ha sido el interés de sus resultados. Es verdad que va camino de convertirse en un tópico rancio y facilón con el que despachar cualquiera película basada en un videojuego, pero no por ello deja de ser cierto que la práctica totalidad de ellas tienen una calidad bastante limitada --y eso si no son directamente bodrios que directamente insultan a la inteligencia del espectador--.
No obstante, uno siempre ha de mantener la esperanza en que eso deje de suceder y el primer tráiler de 'Need for Speed' (Scott Waugh, 2014) me llevó a pensar que podía ser el caso. Mi optimismo hacia la adaptación cinematográfica de la célebre franquicia de Electronic Arts fue decayendo a medida que aparecieron nuevos avances, pero incluso entonces esperaba encontrarme con un producto menos mediocre que lo que ha acabado siendo.
'Need for Speed', mediocridad al volante
El fichaje de Aaron Paul, un actor que creció de forma brutal según avanzaban las temporadas de la espléndida 'Breaking Bad' (Varios, 2008-2013), fue lo que despertó mi curiosidad hacia el salto al cine de unos videojuegos que nunca me habían dicho gran cosa y que parecía destinado a ser una cinta oportunista que deseaba aprovecharse del creciente éxito de la saga 'A todo gas'. Por suerte para todos, esto último no se ha cumplido al optarse por utilizar una venganza personal --y sin capacidad para ir más allá de un solo largometraje-- como principal narrativo, aunque menos afortunados somos por la forma de hacerlo.
Paul da vida en 'Need for Speed' a Tobey Marshall, un hombre con un don para la conducción que es condenado por un crimen que no ha cometido y su único objetivo al salir de la cárcel es vengarse del auténtico culpable, aunque este último no está precisamente por la labor de ponérselo tan fácil. Es obvio que esta premisa está abocada a un inevitable enfrentamiento final entre ambos en el que no voy a entrar en detalle más allá de señalar que abraza el ser absurdamente previsible, lógico en lo segundo, pero bastante molesto por lo primero.
Lo que sí que diferencia a 'Need for Speed' de otros relatos similares es que la película se convierte en una carrera continua a partir de determinado momento, pero el libreto del debutante George Gatins no sabe cómo manejar la necesaria sensación de adrenalina constante para que su extenso metraje --más de dos horas-- no acabe siendo una losa demasiado pesada, pues uno ha perdido ya todo interés en el dramatismo del inminente enfrentamiento entre Tobey y Dino. Los esquemáticos diálogos, lo manoseado que está lo que se nos cuenta y la inclusión de ciertas soluciones argumentales bastante dudosas tampoco es que ayuden mucho.
Más estimable, aunque sea insuficiente para insuflar a la película del vigor necesario --la adrenalina brilla por su ausencia--, es la puesta en escena de Scott Waugh, quien arranca con mal pie dando al relato un aburrido tono dramático al primer acto, pero luego sabe recomponerse apostando por una sencillez que le sienta muy bien a 'Need for Speed'. Esto es algo especialmente destacable durante las escenas de acción, ya que se prescinde de todo efectismo innecesario --nada de ralentís o utilización de un montaje con cambios constantes y mareantes de plano-- y confía en imprimir un estilo más físico y reposado que ayuda a sostener la película durante muchos minutos de completo vacío en lo referente al contenido.
Un héroe errático
Otra de las grandes debilidad de 'Need for Speed' son sus protagonistas, ya que Aaron Paul no da el enfoque necesario a un héroe un tanto errático, que tan pronto parece un psicópata en potencia como un pobre diablo superado por las circunstancias. Y lo peor de todo es que esa dualidad es algo que no sabe aprovechar para conseguir atrapar nuestra atención y convertir su viaje vital en el nuestro. Sí que hay pequeños instante de lucidez, más de lo que puede decirse de Dominic Cooper dando vida a un villano de chichinabo, pero esperaba mucho más de él.
La mediocridad es una constante en la práctica totalidad del reparto de 'Need for Speed', pero hay dos jugosas excepciones que son claves para evitar que la película sea un completo descalabre. Esto es algo que sí podía verse de antemano en el caso de Michael Keaton, quien es el único que se aprovecha del frenesí aventurero que por lo demás brilla por su ausencia, y, sobre todo, Imogen Poots, la cual coge un personaje endeble y ridículo sobre el papel --aunque aún peor es la otra chica de la función-- con tal entusiasmo que es casi imposible no dejarnos contagiar por él y pasar por alto ciertos detalles.
En definitiva, 'Need for Speed' no es un desastre absoluto que vaya a ser recordado como una de las peores películas basadas en un videojuego, pero sí que es una cinta anodina con muy pocos atractivos --aunque alguno hay-- que hagan que su visionado merezca la pena. Otra oportunidad perdida y también estoy perdiendo la cuenta de las veces que ha pasado algo así. ¿Conseguirán dar con el tono adecuado en algún momento para que esta moda sí se justifique como sucede, gusten más o menos, con los superhéroes --os recuerdo que tenéis en cartelera una gran película protagonizada por uno de ellos--?.
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