El pasado viernes 24 de agosto se estrenó en España, con un año de retraso, 'Naturaleza Muerta' ('Sanxia haoren'), del realizador chino Jia Zhang Ke, galardonada con el León de Oro en el Festival de Venecia. 108 minutos de supuesto homenaje al fin de una cultura milenaria, según varios medios donde este film es considerado poco menos que una obra maestra. ¿Una obra maestra? Pues como no sea del aburrimiento o de la ineptitud narrativa, no sé yo. China cambia. Y al espectador hay que aburrirlo. Para que crea que hay que pensar. Es ni más ni menos, lo que nos propone el soporífero director asiático. Si tenéis problemas para conciliar el sueño, no lo dudéis, ésta es vuestra película veraniega.
La sinopsis de 'Naturaleza Muerta' dice así: el minero Han Sanming (Tao Zhao) va a Fengjie en busca de su ex-mujer, a la que no ha visto desde hace 16 años; la antigua ciudad ya está cubierta por el agua, pero aún no se han empezado a construir los nuevos barrios. La enfermera Shen Hong (Han Sanming) viaja al mismo sitio para encontrar a su marido, que se fue de casa hace dos años. Se abrazan delante de la presa de las Tres Gargantas y empiezan a bailar. A pesar de eso, deciden no reiniciar la relación y divorciarse. Porque nada tiene verdadero sentido en esta película, salvo mostrar el paisaje de edificios destruidos.
Es curioso comprobar como en nuestro país son tan "especiales" para editar cine asiático, pero, sorpresa, los fans de Zhang Ke tienen todas sus películas disponibles en DVD. ¿Por? Pues por lo mismo que están las de Wong Kar-Wai (salvo la floja 'Ashes of Time'), consideradas también obras maestras por personas que ni siquiera las han visto. Pero eso da igual. Porque hay cineastas que se ponen de moda, y todo lo que hacen es una maravilla. Ahí tenéis los prestigiosos festivales de cine. Esos certámenes donde, al margen de otras lindezas, se premia preferentemente a un cineasta con nombre impronunciable que viene de alguna región donde la civilización (y el cine) brilla por su ausencia. Todo es apariencia. Lo cierto es que todo gira alrededor del dinero. De las ventas. De la industria cultural. Un chino graba algo con su cámara de vídeo y un español lo compra por 20 euros. Y cállate, no vayas a ofender a nadie.
A los realizadores como Zhang Ke los tienes que vender elevando sus obras a la máxima potencia, engañando al personal, encontrando metáforas visuales y elegancia plástica donde sólo hay una cámara enfocando una montaña o un tío fumando en la orilla de un río. Pero eso lo hace cualquiera con un poco de paciencia. Los hay muy listos, como Gus Van Sant, que no dejan de aprovecharse de esta moda de ver calidad en cualquier cosa. ¿Para qué molestarse en pensar y redactar un guión cuando mostrar el vacío cotidiano es considerado un signo de maestría cinematográfica? ¡No nos compliquemos! ¿Quieres hablar de las injusticias sociales? Enciende tu cámara y enfoca durante hora y media a unos trabajadores que se destrozan la espalda en una fábrica cualquiera. Ahí lo tienes, genio. Sin guión, sin actores, sin presupuesto, sin esfuerzo. Sin nada, en definitiva.
Y eso es lo que hay en la última película de Zhang Ke. Nada. Pasa el tiempo y no ocurre nada. 'Naturaleza Muerta' es una película muerta. Sí, los paisajes son muy bonitos. Evidentemente. ¿Y? Para eso existen los documentales. Sí, hay gente de la zona. Pues claro. ¿Y? Sí, hay una broma sobre 'A Better Tomorrow'. ¿Y para qué? Sí, los pocos actores que hay son creíbles. Claro, como que no hacen nada, es sencillo. Y mejor no decir nada de los momentos en que, dichosos nuestros oídos, se deciden a soltar unas palabras. Cuando se confuden los términos, pasa esto. La contemplación de las nubes como arte. De risa. O de pena. Según el día que te pille.