A patrón muerto, patrón puesto. Y si algo saben los personajes de la saga 'Narcos', es ponerse. Marihuanos, de coca, de tequila o a cervezas, nadie se libra de una buena farra. Ya sea en México o en Colombia, de celebración o como homenaje a los caídos, en 'Narcos' siempre se brinda. Y nosotros con ella.
Un año llevábamos sin violentas guerras entre clanes de narcotraficantes, políticos corruptos y agentes del orden implicados. El mono de recreación dramática y violenta de aquel lado oscuro y ambición desmedida que salpicó de sangre medio mundo durante los años en los que Diego Armando Maradona se convirtió en un dios, llega a su fin. Bienvenidos a México.
La mota o la vida
Con nuevo equipo delante y detrás de las cámaras, además de la nueva situación geográfica, 'Narcos: México' nos cuenta la historia de otro pobre diablo venido a mucho más, Miguel Ángel Félix Gallardo, el padrino mexicano, y de cómo se convirtió en el capo de la droga empezando desde lo más bajo. ¿Os suena familiar?
La nueva etapa de la serie, una suerte de historia paralela que sirve como extensión del "universo Narcos", tiene detrás de las cámaras a gente tan experimentada como Josef Kubota Wladyka, que actualmente se encuentra en plena grabación de la nueva temporada de 'The Terror', al director de la aclamada 'Güeros', Alonso Ruizpalacios o al responsable de la interesantísima y muy incómoda 'La región salvaje', Amat Escalante. Por delante, un puñado de nombres propios que destacan por encima del resto, como el excelente Diego Luna y Michael Peña como el capo y Kiki Camarena respectivamente.
El problema de la historia, en realidad algo superficial, es que los más veteranos y experimentados devoradores de televisión ya habrán visto antes la misma historia condensada en la mitad de tiempo: 'Camarena (La guerra de las drogas)', fue una miniserie de cinco horas que emitió Televisión Española hace casi treinta años.
Tráiler de 'Camarena (La guerra de las drogas)' (1990)
Aquella miniserie contaba con nombres de la talla de Michael Mann, Benicio Del Toro o los tristemente desaparecidos Tomas Milian y Elizabeth Peña. El agente Camarena estaba interpretado por Steven Bauer, el Manny Ribera de 'Scarface', cinta de vital importancia en 'Narcos: México' y que sigue teniendo en marcha un remake protagonizado, curiosamente, por Diego Luna.
La liga de los narcos extraordinarios
"Si algo funciona, no lo toques". El dicho popular se hace serie y en su cuarto advenimiento, el más arriesgado por aquello de recomenzar algo que tenemos demasiado reciente, pone toda la carne en el asador de la crudeza. Si en Colombia no había tiempo para la clemencia, en México tampoco tienen demasiado claro el significado de la palabra.
La historia de la nueva temporada de la serie cuenta con sus clásicas líneas definidas. Por un lado, la historia de Kiki Camarena, agente de la DEA empeñado en derrocar a los malvados narcos. Por otro lado, el ascenso y caída del nuevo Padrino y una tercera historia sobre la creación del varadero monstruo de la función, el temible Rafael Caro Quintero encarnado por Tenoch Huerta, uno de los personajes más chungos (en el buen sentido) del universo expandido de Narcos.
Rodeados de un puñado de secundarios de calidad, como Ernesto Alterio dando rienda suelta a ese psicópata que siempre asoma o Joaquín Cosio, protagonista de uno de los grandes momentos climáticos de la temporada, 'Narcos México' funciona, que no es poco, y sorprende con un inesperado aumento de la violencia explícita.
Hombres G contra el imperio de la droga
La popular banda liderada por David Summers se bautizó como la película de William Keighley que protagonizó James Cagney, 'Contra el imperio de la droga', y, por si no era suficiente con esos agentes de la DEA como actuales G-Men, la mítica 'Devuélveme a mi chica' que los lanzó al estrellato tiene su cuota de representación en una escena con más sentido que cualquier videoclip del grupo madrileño. Hay mamones, hay chicas que devolver y también hay polvos. Blancos, para ser exactos.
A pesar de tener prácticamente la misma estructura que las entregas anteriores, el ritmo y el sentido del espectáculo siguen presentes, y los lugares comunes (y los personajes) intercambiables en realidad ayudan a que esa voz en off característica en la narración de la serie, nos trate de tú a tú. En estos tiempos de saturación televisiva en formato serial, no está de más tener un recurso ganador al que acudir regularmente con la seguridad de saber que seremos tratados con la mejor de las atenciones.
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