Algo está pasando en Indonesia. A pesar de que en el mercado occidental no es tan sencillo percibir un movimiento aireado por las carteleras, uno de los fenómenos comprobables de los últimos tiempos, tanto por títulos como por su calidad, es el viraje de terror asiático hacia el país del director de ‘La mujer del infierno’, estrenada en España en Amazon y Filmin, que ha tomado terreno frente a una Corea de Sur algo ausente, y un Japón entregado ya a la charcutería con pocos medios.
Si en los primeros años 2000 explotó la tendencia del J-Horror, con una revitalización del kaidan eiga, ahora el rey del terror indonesio, Joko Anwar, sigue a su éxito ‘Los hijos de Satán’ (Satan's Slaves, 2017), la película de género más exitosa de todos los tiempos en la taquilla local, con un intrigante misterio de magia negra con el que repite con sus colaboradoras habituales Tara Basro, Marissa Anita y Asmara Abigail, quienes también aparecieron en su película de superhéroes ‘Gundala’, que se proyectó en Sundance, y fue otro gran éxito nacional para el cineasta.
El nuevo horror asiático
Este nuevo trabajo viene de la mano con ‘Queen of Black Magic’ (2020), otro remake de un clásico del país que dirige Kimo Stamboel sobre un guion de Anwar, y la dupla ‘Que el diablo te lleve’ (2018), cuya segunda parte aún no se ha estrenado, pero recupera la energía de Sam Raimi aplicada al género sobrenatural religioso con influencias entre James Wan y las películas de demonios de Lamberto Bava, pura escuela italiana de blandi blub, sangre y desvergüenza rodada con la destreza técnica de Timo Tjahjanto, curtido también en el cine de acción.
La profusión de títulos hace que haya una masa de catálogo suficiente para comprobar un estilo, con temas de magia negra, posesiones y venganzas de ultratumba que el cine de terror no puede ignorar como movimiento. Ya en el cine turco sucedió algo similar en la década de los 2010, pero en ese caso primaba la cantidad sobre la calidad y la mayoría de sagas acababan siendo predecibles y con un abuso de sustos facilones que las relegaban a productos de explotación con menos entidad, pese a excepciones como la obra de Can Evrenol.
‘La mujer del infierno’ quizá no es la más sólida, pero sí la más diferente, atípica y puede que característica de Indonesia, de un conjunto de películas que aún busca unas coordenadas para definirse ante el mundo, con una historia que mezcla el terror tradicional, las raíces folclóricas del medio rural y la fantasía de cuentos de boca a boca, cuyos referentes occidentales caminan difusos entre el Clive Barker más salvaje y la aspereza del primer Tobe Hooper.
Una de las secuencias más escalofriantes de los últimos años
Puede que el mayor problema de la película sea, simplemente, que es muy difícil alcanzar el nivel de su extraordinaria secuencia inicial, que comienza con la operadora de la cabina de peaje Maya (Tara Basro) siendo atacada en el turno de noche por un misterioso hombre que empuña un machete, que dice ser del pueblo rural en el que creció. Un manejo de los espacios y el tiempo magistral dan lugar a momentos de tensión irrespirable, para una de las piezas de verdadero terror más destacables de los últimos años, que parece una expansión del episodio de la gasolinera de John Carpenter en ‘Bolsa de cadáveres’ (1993).
En el resto de la cinta, Maya regresa a su pueblo para reclamar la antigua casa familiar como su herencia, junto a su mejor amiga Dini (Marissa Anita). Allí se encuentran con una atmósfera extraña y poco acogedora bajo la sombra de leyendas, maldiciones y una tradición con títeres de sombras que parece estar relacionada con el destino de Maya. Anwar acierta al combinar viejas tradiciones con sensibilidad moderna, usando ese contraste para agregar profundidad emocional a la historia, que se aprovecha de sus exóticas ubicaciones rurales, cubiertas de maleza y destartaladas.
El diseño de producción y su plasmación en pantalla es excelente –ya quisieran muchas producciones occidentales de horror este mismo año, incluyendo cierta obra rodada en la pandemia en el bosque– lo que le da da a ‘La mujer del infierno’ una marcada personalidad que amplifica lo inquietante de su extraño cuento popular, acompañado de un excelente uso de luces y sombras de Anwar, que dota a las localizaciones como la casa de la familia y sus habitaciones vacías de un aire siniestro y opresivo. El cine no está para dejar pasar obras como estas en los rincones del catálogo de plataformas que apenas se hacen eco de su presencia.
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