Desde que la industria internacional posase su mirada sobre ellas en la primera mitad de la década de los 90 y comenzasen a proliferar de forma exponencial hasta nuestros días, las adaptaciones del videojuego a la gran pantalla, salvo honrosas excepciones, siempre han estado asociadas a productos de dudosa calidad técnica y artística; una constante especialmente notoria en lo que respecta a los live action basados en juegos de lucha.
No es necesario más que un vistazo a largometrajes en acción real basados en licencias tan jugosas como 'Tekken', 'Street Fighter' o 'Dead or Alive' para darnos cuenta de esto, para apreciar aún más sus recomendables versiones animadas —la 'Fatal Fury' de 1994 sigue siendo una delicia—, y para encontrar en la franquicia 'Mortal Kombat' un extraño oasis gracias al chute de nostalgia dirigido por Paul W.S. Anderson en 1995 y a la reciente pieza de animación 'La leyenda de Scorpion'.
Desde que salieron a la luz los primeros avances de la nueva aproximación cinematográfica al universo creado por Ed Boon y John Tobias —ahora en manos de NetherRealm Studios—, todo parecía indicar que la gente de Warner Bros. había dado en el clavo a la hora de capturar todo el carácter del original; y después de haber gozado todos y cada uno de sus cafres 110 minutos de metraje puedo confirmar que esta nueva 'Mortal Kombat' lo tiene todo para encandilar al fandom con un espectáculo que, pese a su condición de evidente primera piedra, enamora a golpe de autoconsciencia, de violencia explícita y de respeto a su fuente de inspiración.
Flawless victory!
Cuando Anderson se embarcó en la delirante gesta de llevar 'Mortal Kombat' al cine, contó con la ventaja de que los videojuegos lanzados hasta el momento —dos, concretamente— no podían explotar plenamente su lore y narrativa debido a las limitaciones propias del medio por aquél entonces. Ahora, con unos modos historia que poco tienen que envidiar a una película al uso —tremendo el peculiar reboot de la novena entrega—, se necesita muchísimo más para apelar al espectador más curtido en la materia.
Para ello, los guionistas Greg Russo y Dave Callaham, junto al director Simon McQuoid, han optado por desprenderse de cualquier atisbo de solemnidad, gravedades impostadas y excesos de exposición —que la hay, y sin ser demasiado sutil, pero en su justa medida— para ofrecer un relato desarrollado a toda velocidad y con el piloto automático encendido, y entregado única y exclusivamente al más puro entretenimiento.
A pesar de sus inestables cimientos, compuestos en buena parte por un amasijo de clichés que incluyen las profecías y los elegidos de rigor, el conjunto funciona a las mil maravillas dentro del tono desacomplejado de la cinta y al cachondeo generalizado que reina en ella. A un título como 'Mortal Kombat', al menos en mi caso, no se viene buscando una dramaturgia impecable y una estructura sólida, sino a disfrutar de la esencia de la saga sin necesidad de dejarnos los dedos aporreando los botones de un pad de control. Y vaya si se disfruta.
En última instancia, y sin que esto aleje a un público neófito potencial, el filme no deja de brillar por su naturaleza de festival de guiños que no temen en ponerse meta de forma puntual, y que van desde repertorios de movimientos y fatalities a las rivalidades de turno, pasando por escenarios reconocibles y por un diseño de personajes en el que destacan Sub Zero y Scorpion; interpretados por unos Joe Taslim y Hiroyuki Sanada impecables que invitan a soñar con una precuela centrada únicamente en ellos —tremendo el prólogo—.
Todo este cóctel referencial se ha trasladado a la pantalla con una forma que, salvo puntuales excesos digitales, luce a las mil maravillas. El notable trabajo del director de fotografía Germain McMicking —'True Detective 3'—, combinado con el trabajo de cámara y puesta en escena de McQuoid —sorprendente teniendo en cuenta que se trata de una debut—, se traduce en unas escenas de combate tan vistosas, contundentes y salvajes como cabría esperar, y en una variedad de códigos que no teme en coquetear con el terror en algunos momentos y que no escatima en sangre y vísceras.
A juzgar por el cierre de esta refrescante animalada titulada 'Mortal Kombat', no sería descabellado pensar que, de funcionar como bien merece en taquilla, Kung Lao, Sonya Blade, Jax y compañía vuelvan en una segunda entrega. Con que sea la mitad de absurdamente divertida, bruta y jaranera que esta, me entregaré a sus placeres de cabeza y sin necesidad de que me reclamen al grito de "Get over here!".
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