¿Y mis huevos? ¡¿Dónde están mis putos huevos?!(Mike Pomeroy / Harrison Ford)
Ése es el tipo de diálogo que vais a encontrar en ‘Morning Glory’. Sofisticadas frases humorísticas con un doble sentido extremadamente sutil, como podéis comprobar. Un humor que los estadounidenses no se cansan de explotar, porque sencillamente, es más fácil de escribir e interpretar, no requiere demasiado tiempo y se cubre el expediente, se lanza el producto cuanto antes y ya pueden decir que hay una “simpática comedia” en cartelera, para todos los espectadores que deseen desconectar de sus trabajos y echar unas risas. La fábrica de churros sigue funcionando a costa de esta fórmula. Los de Paramount Pictures Spain llevan semanas intentando vendernos que ‘Morning Glory’ es, y cito, “una comedia alocada y romántica a la antigua usanza, como aquellas comedias de toda la vida que te dejan buen sabor de boca”. Y se quedan tan anchos. Una vez vista, solo caben dos interpretaciones, o mienten como bellacos o no tienen ni pajolera idea de lo que hablan. Bueno, quizá son las dos.
Lo cierto es que resulta fácil engañarnos. Al menos, a los que nos gusta ir al cine. No me refiero a los cinéfilos elitistas que ya solo gozan de sus propios escritos, ni a los que se autoproclaman cinéfilos por haber visto ‘Reservoir Dogs’ y alguna de Sergio Leone; me refiero a la gente que suele ir al cine al menos una vez a la semana, que disfruta de esa costumbre, y que a menudo tiene que elegir lo que mejor pinta tiene de todo lo que hay en la cartelera, que en muchas ocasiones simplemente da pena verla. Así que uno encuentra a Harrison Ford y Diane Keaton compartiendo un cartel, y se deja llevar por la nostalgia, por el recuerdo de tiempos mejores. Ford es un actor de carácter que no suele hacer muchas películas, puede ser divertido verle junto a Keaton, en lo que han llamado una “comedia a la vieja usanza”. Y mientras compras la entrada, se oye el cierre de la trampa y el eco de unas malévolas risas lejanas.
‘Morning Glory’ (2010) es la historia de Becky Fuller (Rachel McAdams), una ambiciosa productora de un programa de noticias locales, hasta que un cambio de estrategia en la compañía la deja en la calle; para su sorpresa, un ejecutivo (Jeff Goldblum) de una cadena nacional se interesa por su currículo y la deja al mando de Daybreak, un decadente show matinal, para ver si puede rescatarlo. La primera decisión importante de Becky es despedir al actual copresentador (fugaz pero tronchante aparición de Ty Burrell) y poner en su lugar al prestigioso Mike Pomeroy (Ford), a quien idolatra. Pero Mike no trae más que problemas, se lleva mal con todos, está cansado y frustrado, es tozudo y caprichoso, solo acepta hacer las cosas a su manera; la única alegría de Becky es que otro joven productor de la cadena (Patrick Wilson), encantador y guaperas, quiere ayudarla con su estrés en los ratos libres (ejem). La audiencia del programa sigue cayendo y su cancelación está ya sobre la mesa, pero Becky tiene un plan desesperado para sacar a flote el Daybreak.
Como sabréis, Ford, McAdams y el director Roger Michell vinieron a España a promocionar esta cosa. De su visita me quedo con dos declaraciones de las estrellas. Ford empezó hablando de la falta de objetividad en el periodismo, pero luego se acordó que estaba delante de periodistas, y dijo que el tema central del film es que “la ambición es peligrosa si dejas que anule tu vida personal”; esto es, trabajar muchas horas es malo, lo que es obvio, y no queda demasiado bien en boca de uno de los actores más taquilleros y famosos de la historia. Pero este hombre se toma en serio su trabajo, incluso la parte de la promoción, y sabe lo que hace. Por el contrario, McAdams está viviendo el momento, es joven, muchos se mueren por sus huesos, y tiene suerte; ahora mismo es una de las actrices más cotizadas del presente, porque así funciona el mundillo. Le preguntan con qué se queda de la película, qué ha aprendido, ella luce su amplia sonrisa y contesta: “cómo conseguir cosas de madrugada, dónde cenar, dónde encontrar lo que buscas a horas en las que no sueles estar en la calle”.
Lo que dice esta actriz encaja perfectamente con el tono y el mensaje de la película. Que no os engañen, esto no va de Ford y Keaton en plan Grant y Hepburn, ni siquiera Hudson y Day; esto va de lucir a McAdams en todos los ángulos posibles, y de contentar a las jóvenes de hoy con un modelo que encaja perfectamente en su esquema, que les resulta agradable y conocido. Pese a lo que tratan de vender los listos del marketing, ‘Morning Glory’ no va del triunfo de una chica trabajadora. Esto es puro Hollywood, y allí no saben lo que es trabajar. Tampoco saben qué significa para una mujer joven ganarse la vida en un mundo controlado por hombres. Así que no esperes verlo en esta película, porque esto va de una chica estadounidense perfecta logrando su sueño a la velocidad del rayo. Sin grandes conflictos ni obstáculos reales. Es la vida a través de los ojos de gente que gana mucho dinero en poco tiempo, es como ‘Sexo en Nueva York’ (‘Sex and the City’) con una protagonista más joven. Y si es el triunfo de algo, es el de la superficialidad y la telebasura.
Es curioso cómo ‘Morning Glory’ va en un sentido totalmente opuesto a ‘Un juego de inteligencia’ (‘Free Rainer: Dein fernseher lügt’, 2007), un film alemán que pasó sin pena ni gloria por nuestra cartelera el año pasado (no merecía mejor suerte, era una buena idea muy mal plasmada). Este último iba de un productor que goza de una vida llena de lujos gracias a la telebasura, hasta que un día descubre que está haciendo un mal a la sociedad, y decide manipular los índices de audiencia, para dar más espacio a programas de calidad; la película que acaba de llegar a nuestros cines, por el contrario, va de una productora que intenta hacer un buen programa matinal, incorporando al que considera el mejor periodista del medio, pero como las estadísticas fallan, decide tirar por otro camino y dar a la audiencia el sensacionalista y bochornoso espectáculo que caracteriza la televisión actual, y que podemos encontrar en toda su plenitud si tenemos la desafortunada idea de sentarnos a ver Tele5. El mensaje es muy claro: no hay lugar para la dignidad en el mundo actual, si quieres triunfar, bájate los pantalones.
Es más o menos la lección que tienen que aprender los personajes de McAdams, que siendo joven no tiene muchos problemas con la idea (la dignidad le importa un pimiento, solo quiere un empleo y forrarse cuanto antes para poder seguir el modelo que marcan las revistas), y Ford, que da vida a un periodista chapado a la antigua que solo parece aceptar el trabajo que le ofrece Becky para poder alimentar su ego en un horario de mayor audiencia. Solo el carisma de los veteranos (Ford, Keaton, Goldblum) consigue hacer soportable el visionado de ‘Morning Glory’, una mediocre comedia de lo más convencional y ñoña, escrita con evidente desgana (por Aline Brosh McKenna, la misma de ‘El diablo viste de Prada’), con una música insufriblemente acaramelada (temas pop y un score compuesto por David Arnold) y realizada con el mismo estilo con el que se despacha el episodio de una corriente sitcom. No perdáis el tiempo.
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