El cine a lo largo de su más de un siglo de existencia ha servido en muchas ocasiones para escaparnos de la realidad de nuestras vidas, para entrar en otros mundos, fantásticos o no, que nos haga olvidar nuestra miserable existencia —no, Adrián, no voy a citar 'Avatar' como bálsamo a la pobreza de nuestras vidas—; incluso se han valido de esos mundos como alegorías a cosas auténticas y reales. En la actual cartelera pueden encontrarse varias cintas que pretenden, de una forma u otra, unas muy directamente, otras de otro modo más sutil, hablar del ser humano en general, de nuestros miedos, nuestros sueños, de aquellos que hace que nos sintamos realizados, o todo lo contrario.
'Donde viven los monstruos' ('Where The Wild Things Are', Spike Jonze, 2009) es la adaptación de un famoso cuento de Maurice Sendak que en los USA es prácticamente una lectura obligada —eso en un país donde se admiran memeces como 'El guardián entre el centeno' no quiere decir mucho—. Dicen que Spike Jonze se aparta considerablemente del cuento para poder adaptarlo adecuadamente al medio cinematográfico, pero como ya sabemos una cosa es lo escrito y otra bien distinta lo filmado. Y aunque dé la sensación de que Jonze podría apartarse del estilo con el que nos bañó en dos ocasiones, lo cierto es que su estilo está más vivo que nunca, por primera vez, diría yo. Tanto que, para el que esto suscribe, ha firmado su mejor trabajo hasta la fecha.
Me he acercado con muchísimo miedo a ver 'Donde viven los monstruos', pues los dos anteriores films de Jonze me aburren sobremanera, y en el caso de 'Adaptation' me sacan de quicio. Creo que Charlie Kaufman —ganador de uno de los Oscars más merecidos de los últimos años— y Jonze jamás se entendieron, no sé si por lo denso de los guiones del primero, o por la desfachatez de puesta en escena del segundo. Ahora Jonze no ha contado con Kaufman y parece que todos hemos salido ganando. La historia del niño que decide crear un mundo imaginario para él solo es más asequible para el público que lo narrado en sus dos anteriores películas, en las que realidad y ficción intentaban darse la mano. Tal y como diría mi compañera Beatriz, ejercicios de metalingüismo, que en mi caso me provocaban verdadero dolor de cabeza, no por sus alegorías, sino por su pedantería disfrazada de cine culto.
En 'Donde viven los monstruos', Jonze nos narra el viaje de madurez de un pequeño rebelde, que huyendo de casa llega con una barca hasta una isla habitada por monstruos de lo más peculiar. En un principio, Jonze da vueltas a lo mismo una y otra vez, cayendo en la repetición hasta lo extenuante, pero hay algo en la imagen del film que cautiva, que fascina en cada fotograma, sobre todo en su segundo tercio. Un acercamiento al complicado mundo de la infancia, que en realidad es la mirada del propio director sobre el tema, y es ahí donde creo que el film no alcanza la perfección que pedía a gritos. Al distanciarse de su personaje —porque Jonze lo hace suyo— lo distancia también de nosotros, lo aleja sin que nos importe demasiado lo que le ocurra. Aún así, Jonze logra una buena película que llega a emocionar con sólo el poder de la imagen —no, Adrián, no voy a decir que 'Avatar' cumple eso a la perfección—, aunque argumentalmente sea de lo más vacía.
'Bienvenidos a Zombieland' ('Zombieland', Ruben Fleischer, 2009) es la nueva aportación yanqui al tan manido tema de los zombies que a finales de los 60 puso de moda George A. Romero. Esta vez el tono elegido es el de una comedia, aunque con resultados muy distintos a los obtenidos en 'Zombies Party' ('Shaun of the Dead', Edgar Wright, 2004), film que Fleischer admira y sobre el que ha declarado inspirarse a la hora de hacer esta película, en la que un servidor sólo ha encontrado un chiste digno de risa, el de un cameo de cierto actor, que además de reírse de sí mismo hace que el espectador suelte una gran carcajada con lo que le sucede en un film que pretende ser una locura, pero termina siendo una de las memeces del año pasado, aunque no de las peores, todo hay que decirlo.
Columbus es un muchacho medio tonto y virgen —las dos cosas suelen ir juntas— que ha sobrevivido a un mundo lleno de zombies gracias a unas valiosas reglas que nunca ha incumplido. Eso al menos es lo que tratan de hacernos ver durante todo el metraje, sin tener en cuenta que muchas de esas reglas son obviedades tan grandes como una casa. Mucho se ha hablado de su inicio, en el que se presenta al personaje central, un despistado Jesse Eisenberg que no sé porqué me recuerda mucho a otro sosainas, Michael Cera, y si no, mirad 'Adventureland', el nuevo intento de Gregg Mottola por hacer cine ochentero. En dicho prólogo, que algunos comparan con la maravilla de introducción de 'Watchmen', se exponen las ideas de un film que enseguida agota sus armas. Y ése es su mayor problema, pues a partir de los primeros minutos, el film carece totalmente de interés y no funciona ni como divertimento, lo que pretende ser.
'Bienvenidos a Zombieland' es un aburrimiento soberano, su falso ritmo alarga innecesariamente una premisa —su parte central es totalmente insípida— hasta un tramo final en un parque de atracciones donde se suceden despropósitos uno tras otro. Incluso el reparto no está muy inspirado, y es raro ver a Woody Harrelson haciendo algo parecido a lo que hizo en '2012', aunque armado hasta los dientes. Emma Stone está muy buena, pero ni a eso le quitan provecho; y Abigail Breslin iba para estrella, pero como siga así se perderá como otras tantas estrellas infantiles en los últimos años. Con todo, el film ha tenido bastante buena aceptación, y no sería de extrañar una secuela. Conmigo que no cuenten.
'Ninja Assassin' es la peor de este paquete de tres. Su director, James McTeigue, había conseguido cierto prestigio con esa maravilla titulada 'V de Vendetta', pero más tarde consiguió todo lo contrario filmando escenas adicionales para el tercer remake de 'La invasión de los ladrones de cuerpos'. Ahora nos ofrece una película llena de mamporros y escenas de acción, con la única finalidad de que el espectador pase un buen rato. Eso sería importante si realmente lo hubiese conseguido, pero esta película se pierde en insensateces, aunque intente recuperar el espíritu de las cintas de acción de los 80.
Eso es precisamente lo mejor de 'Ninja Assassin', su violencia sin parangón, llegando a momentos gore, que en estos tiempos de rectitud se agradecen. La pena es que McTeigue no entiende absolutamente nada de la violencia como elemento catártico —si Peckinpah levantase la cabeza, moriría de nuevo del susto—, y llena su película de escenas de acción —en las que expone a un Rain en impresionante forma física—, bien filmadas técnicamente, y coreografiadas al dedillo, pero sin alma ni pasión. Una vez más, el infravalorado subgénero de acción se ve malogrado por productos de este tipo, y así cierto sector del público nunca valorará que el cine de acción es tan bueno como cualquier otro.
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