'El monstruo marino': Netflix nos trae una espectacular mezcla de 'Cómo entrenar a tu dragón' y 'Moby Dick' cuyo punto débil es un previsible guion

En plena crisis de contenidos (y pese a cancelar de forma definitiva películas tan prometedoras como 'Bone'), Netflix se ha convertido en la salvaguarda de un tipo de animación que los grandes estudios ya no estrenan en cines. Desde obras reflexivas como 'Apolo 10 1/2' hasta retornos al slapstick con 'El gato caco' o nuevos clásicos navideños como 'Klaus', están dispuestos a ir más allá de lo que Disney e Illumination se atreven a ir. Quizá por eso 'El monstruo marino' resulta, en última instancia, tan decepcionante.

Cómo entrenar a tu monstruo marino

Hay dos realidades conviviendo al mismo tiempo en el interior de 'El monstruo marino'. Por un lado, un estilo visual a prueba de bombas, con algunas de las imágenes más bonitas que hemos visto en una pantalla durante este año. Los monstruos son cuquis pero efectivos, el mar está animado como nunca, y consigue recobrar el sentido de la maravilla y la aventura: quieres montarte en Rojo y navegar ese vasto océano, cuidar de Azul y quedarte a vivir en esos diseños fabulosos que, en ocasiones, recuerdan un poco a 'Cómo entrenar a tu dragón'.

No es lo único que recuerda a la saga de Dreamworks, y es que la otra realidad que vive en el interior de la cinta de Netflix es que no deja de ser un remedo de 'Moby Dick' y la primera parte de la saga de Hipo y Desdentao. De hecho, parece prácticamente telegrafiada, hundiendo poco a poco al espectador mínimamente avezado en un sopor del que es difícil salir. El tono es diferente y los personajes tienen otra personalidad, pero no es suficiente para quitar el tufillo a remake encubierto de inicio a fin.

Por suerte, es capaz de sobreponerse al inevitable paralelismo con escenas en alta mar que recuerdan en parte a las de 'Piratas del Caribe': los movimientos de cámara, la acción y la aventura son espectaculares y abundantes. No dejan ganas de más, como suele ser común, y pocas veces se han visto combates marinos tan espléndidos: se nota que su director, Chris Williams, tiene en su haber películas como 'Vaiana' o 'Big Hero 6', porque el equilibrio perfecto entre la acción más pura y la belleza visual no es fácil de conseguir.

Un héroe también puede equivocarse

Uno esperaría de una película como esta que la comedia marcara la pauta de la aventura, pero no es así: 'El monstruo marino' quiere destacar como película de aventuras pura y dura, y solo echa mano de la comedia en momentos muy puntuales. De hecho, sorprende por su seriedad: todos los personajes han sufrido diferentes traumas y pérdidas, y parte de su viaje es aprender a sobreponerse a ellas.

En lugar de centrarse en hacer pasar un buen rato sin mayor complejidad con una historia fácilmente reconocible, la cinta de Netflix se toma su tiempo para comprender el mundo y la personalidad de sus protagonistas. En lugar de acelerar la trama para llegar a la parte de la revelación y los animalitos monos, más de la mitad de la película transcurre entre batallas en alta mar, conspiraciones gubernamentales y una venganza con reminiscencias del capitán Ahab.

Puede que 'El monstruo marino' haya calcado la base de 'Cómo entrenar a tu dragón', pero también demuestra que puede hacer que una historia ya conocida se sienta nueva navegando entre los detalles. Su triplete protagonista tiene una carga emocional que en ningún momento oculta (ojo a las conclusiones sobre el heroicismo y la mortalidad a las que llega Maisie) y no intentar aguar el trauma continuamente con monstruos divertidos la convierte en una película mejor de lo que parece a simple vista y la eleva de la categoría de simple copia.

Fake news! Sad!

La película aún tiene tiempo de meterse en algo de rabiosa actualidad: la fabricación de noticias falsas y su perpetuación por parte del poder. No deja de ser sorprendente que una película dirigida al público infantil introduzca temas como la propaganda, las fake news y la rebelión contra las mismas. Todo ello con su buena dosis de monería, claro.

Y es que 'El monstruo marino' tampoco deja de lado a un público que solo quiere ver monstruos monos, mascotitas divertidas y niñas poniendo caras, pero en ocasiones parece que lo hace más como peaje que con interés real. A la larga, termina pesándole porque se nota encerrada entre dos mundos: el de la película seria sobre expectativas, rebelión y aprendizaje y el de la película destinada a vender peluches con monstruos sonrientes, viscosos y con un movimiento hipnótico.

En última instancia, 'El monstruo marino' tiene mejores intenciones que calidad. No es una mala película, y visualmente es impresionante, pero, al final, su trama copiada y pegada de otra obra le hace mella, por más que opere en los márgenes de esa trama y solo la use como esqueleto para crear a partir de ella. Impresionante en sus escenas de batalla, interesante en su creación de personajes, decepcionante en su desarrollo.

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