Las hay. Venimos diciendo que 2008 está siendo un año pésimo para el cine, que no hay nada en cartelera. Y es posible, muy posible, que este año haya sido una mala cosecha, pero no cabe duda que aún nos siguen llegando buenas películas. Pocas, pero las hay. El pasado viernes 5 de diciembre se estrenó en nuestro país otra de esas producciones que merecen ser muy destacadas: ‘Mongol’. Dirigida por Sergei Bodrov, fue una de las cinco finalistas al Oscar, en la categoría de mejor película de habla no inglesa, en la última edición.
Co-producción entre Rusia, Alemania, Mongolia y Kazajstán, el film se centra en la niñez y la juventud del famoso conquistador Genghis Khan. Basada en hechos reales, con un presupuesto de unos 20 millones de dólares, ‘Mongol’ se destapa como una película ejemplar, sorprendente, puesto que se maneja de forma asombrosa entre el drama más intimista y la acción más espectacular. Hay espacio tanto para momentos de complicidad entre dos amantes como para sangrientas batallas protagonizadas por numerosos ejércitos.
‘Mongol’ nos sitúa en el siglo XII y nos relata cómo, tras el envenenamiento de su padre, el pequeño Temudgin se ve forzado al exilio y la esclavitud. Sin embargo, su dura infancia no hizo sino prepararle para todo lo que vendría después, y es que este chico está destinado a convertirse en uno de los mayores conquistadores de la Historia. Con la ayuda de su hermano de sangre, Temudgin liderará una batalla para liberar a su esposa, secuestrada por un importante clan, tras lo cual se ganará el respeto de los soldados y comenzará a formar su propio ejército. A pesar de eso, las cosas seguirán siendo difíciles para el terco mongol…
El actor Tadanobu Asano, rostro popular del cine japonés donde los haya, visto en títulos como ‘Zatoichi’ (de Takeshi Kitano), da vida al joven Gengis Khan y lo hace con su habitual contención interpretativa. Su trabajo es verdaderamente impecable y aunque es un rostro famoso, uno deja de verle a él y pronto se cree que está contemplando a la persona que interpreta. Porque ‘Mongol’ no habla de una leyenda o un hombre con facultades casi divinas, nos muestra a una persona de ideas firmes, valiente, que por sus vivencias y decisiones (para nada increíbles) se va convirtiendo en alguien importante. Los detalles mágicos, pocos, están perfectamente integrados en el relato y casi parecen necesarios, para que alguien lograra esquivar tantas penurias y sobrevivir de la forma en que lo hace Temudgin.
Por cierto, ya está en pre-producción la película que continuará las aventuras de este personaje, pues en ésta sólo se nos muestra una primera etapa vital del líder mongol. Una decisión muy acertada, y es que ‘Mongol’ funciona perfectamente por sí sola, sin siquiera tener que esperar a que se ruede una segunda parte. El que esté interesado en el personaje tiene información de sobra para conocer su historia.
Después de tanto cine vacío, aburrido, torpe, encontrarse con una producción tan cuidada, sincera y efectiva como le llevan a uno a una situación tan placentera que, quizá, conduzca a la sobrevaloración. No puedo decir si esto es así o no, en mi caso, hasta que no la vuelva a ver en una segunda ocasión. Por el momento, lo que sí me parece que es un punto flaco de la película, y por eso no le doy las cinco estrellas, es la a la manera hollywoodiense cuando se trata de mostrar las batallas. Y conste que no me refiero a, por ejemplo, el uso de la cámara lenta, un recurso que si se usa bien (como hace Bodrov en esta película) queda fantástico.
Que a veces parezca que estemos viendo ‘Troya’ o ‘300’ no me parece un buen síntoma. Y eso que ambos títulos me gustan mucho, pero juegan a otra cosa, al espectáculo sin pretensiones, y en otro terreno, en el de las superproducciones de Hollywood. ‘Mongol’ no pertenece a nada de eso, y ahí es donde radica su grandeza, pero al caer en la tentación de recurrir al relleno digital de ejércitos y a la sangre de videojuego, quizá por abarcar más mercado, se contagia por momentos de la mediocre moda actual de copiar todo lo que funciona, sin criterio, sin sentido. Sí, la película es más llamativa de esta forma, puede incluso gustar a más público, pero creo que lo que hace realmente es traicionarse a sí misma.
En esos aspectos es, en mi opinión, donde falla ‘Mongol’, impidiendo que la película se eleve aún con más fuerza, impulsada por una frescura y un dominio de la narración que hoy en día son difíciles de encontrar. Por eso creo que hay que hacer un poco la vista gorda sobre los escasos defectos que puede tener esta sorprendente producción y destacar todos sus aciertos, que la sitúan muy por encima de todo lo que se ha estrenado este año.
Emotiva, intensa, visualmente impresionante, en definitiva, ‘Mongol’ es una de esas pocas buenas razones para seguir visitando ese templo tan maravilloso que es el cine.