Trey Edward Shults apenas supera la treintena, pero sus largometrajes tienen la carga emocional del melodrama de familia más épico de Hollywood pasado por el tamiz de la actualidad. Lo hizo de manera literal en su debut, 'Krisha', lo disfrazó de un género más agradecido en 'Llega de noche' y ahora lo ha vuelto a hacer en su trabajo más ambicioso, 'Un momento en el tiempo - Waves'.
Cosas de casa
No hay nada nuevo bajo un sol que brilla con toda su fuerza aquí. Trent Reznor y Atticus Ross siguen a lo suyo en un trabajo donde el verdadero héroe de la función, a pesar del estratosférico reparto de la película, es Drew Daniels, que además de iluminar todo el cine del director también ha pasado por 'Euphoria'. Y precisamente ahí tenemos una buena parte de la referencia del contenido que maneja el director aquí.
En contraste con el vital paisaje del sur de Florida, 'Un momento en el tiempo - Waves' muestra el épico viaje emocional de una familia afroamericana (más o menos) acomodada, liderada por un padre bien intencionado pero dominante, mientras se estrellan con el amor, el perdón y y la tragedia. El jovencísimo Trey Edward Shults aprieta a fondo el pedal melodramático en una historia desgarradora sobre la capacidad universal del perdón y la unidad, incluso en los momentos más oscuros.
El problema de una película como esta es cuando toda la intensidad de la calma que precede a la tormenta queda tan subrayada, tan marcada. Es decir, desde el primer plano que abre la película uno está preparado para ir asumiendo un choque frontal a velocidad de vértigo. Y durante sus excesivos 135 minutos tenemos tiempo de sobra para que esas malas energías traspasen la pantalla y terminen por agotar al espectador.
La euforia y la magnolia
Estamos atravesando un momento en el cine estadounidense donde las figuras de la familia se están descomponiendo en la gran pantalla. Además, dos de estos cineastas estaban tonteando con el fantástico de una forma más que agradecida. Ari Aster, de momento, sigue con la fórmula de género, pero Trey Edward Shults, también estandarte de A24, parece haber cambiado de opinión tras la muy interesante 'Llega de noche'.
Nada dispuesto a repetirse, el director de la también excesivamente intensa 'Krisha', que adaptaba su propio cortometraje y donde contaba con su familia propia tía Krisha Fairchild como protagonista, elige un retrato mucho más magnolio que lo que uno espera gracias a las filigranas técnicas de una cámara que está en constante movimiento para enredarnos en la espiral de desgracia de la familia protagonista.
Hay tres películas (aunque parezcan dos) aquí dentro, algo que el cineasta recalca hasta con tres formatos distintos, contando distintos momentos de esas vidas en 1.33, 1.85 o 2.35, según las emociones y el tono de los acontecimientos. Entre el drama deportivo y el drama familiar tenemos una historia mucho más aterradora protagonizada por un ciudadano cualquiera de un país lleno de incertidumbre que se encuentra mucho más perdido y necesitado de ese cariño y perdón de lo que piensa. Es ahí donde mejor se aprecia la intención del director, pero tal vez la sobrecarga emocional tan consistente y los lugares comunes que visita sin pausa, pero con prisa, no dejen lugar para un respiro necesario. Y así se muere de agotamiento. Algo lógico en un joven cineasta que se inició de la mano de Terrence Malik.