La cuarta temporada de ‘El ministerio del tiempo’ arrancó con cuatro estupendos episodios que han demostrado una vez más que es una serie que merece mucho la pena. Lo malo es que solamente quedaban otros cuatro para una despedida que podría ser definitiva. Esperemos que no sea el caso, pero el propio Javier Olivares, cocreador y showrunner, destacó en una reciente entrevista que ya está satisfecho si estos ocho capítulos son los últimos de ‘El ministerio del tiempo’.
El gran golpe de efecto final con el que concluía ‘La memoria del tiempo’ nos dejó a todos con muchas ganas de ver ‘Deshaciendo el tiempo’, un episodio que se estaba vendiendo, entre otros aspectos, por la muerte de alguien, pero sin concretar de quién se trataba. Un misterio que al fin ha sido desvelado en un sensacional episodio en el que se abraza de lleno su componente de ciencia ficción.
Cuidado con los spoilers a partir de aquí.
Maravilloso
Una de las grandezas de ‘El ministerio del tiempo’ es que a lo largo de cuatro temporadas ha sabido equilibrar sus múltiples vertientes, potenciando por lo general los episodios de corte más histórico en los que la mayoría de los espectadores casi siempre acababan habiendo aprendido algo que no sabían que podía interesarles tanto. A cambio, no han sido tantas las ocasiones en las que la ciencia ficción se ha erigido por encima del resto y quizá eso ha ayudado a que funcione tan bien ‘Deshaciendo el tiempo’.
La propia serie nos había dicho en infinidad de ocasiones que el tiempo es el que es y solamente una situación auténticamente desesperada como la llegada al presente de Felipe II llevó al ministerio a estar a punto de cambiar la historia para siempre. Otras veces que se había coqueteado con esa idea había sido para potenciar sobremanera su componente más dramático y aquí lo tenían muy fácil para ir por ese camino, pero resulta curioso que lo cómico haya tenido una presencia tan notable en las constantes meteduras de pata de Pacino.
Solamente la idea de ver a Julián y Alonso de chavales ya habría hecho que ‘Deshaciendo el tiempo’ mereciera la pena, pero es que todo el episodio ha funcionado como un tiro. Desde el mayor protagonismo de una impecable Manuela Vellés -la escena en la que habla consigo misma podría haber resultado ridícula con suma facilidad y aquí no se me ocurre pega alguna que ponerle- hasta las reacciones de un magnífico Hugo Silva que es el único personaje de la serie que podría haber manejado algo así.
Todo funciona
No voy a entrar en ese debate sobre si es mejor personaje Julián o Pacino, pero sí tengo claro que el episodio habría sido menos interesante de haber sido él quien se enfrentase a una situación similar para salvar a alguien. Desde luego mucho más dramático -al caso de Maite me remito-, pero en ‘Deshaciendo el tiempo’ eso es algo que se controla tanto que incluso el shock de descubrir que Julián y Alonso mueren en una línea temporal o que el ministerio salta por los aires se siente diferente.
Por no mencionar ese breve pero decisivo momento en el que Pacino explica a cámara que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho, algo muy potenciado por la escena en la que vemos a Lola descubriendo el resultado de un test de embarazo. Doloroso y emotivo, pero sin que en ningún momento se sienta como una sobrecarga dramática que desequilibre un episodio cuya función en principio parece la de volver al punto de salida. Eso sí, el adelanto del siguiente episodio deja claro que eso no va a impedir que todo salte por los aires.
Y es que una cosa que sí ha dejado clara ‘Deshaciendo en el tiempo’ es que es una serie que no está dispuesta a seguir el camino fácil -yo ya creía que Diaz Bueno iba a ser el gran villano de esta segunda mitad de temporada- y lo único que espero es que lo que está por llegar en estos últimos tres episodios no sirva para poner punto y final a la serie. Es una serie con demasiadas posibilidades como para quedarse en apenas 42 episodios -43 si contamos la precuela de esta cuarta temporada como un capítulo-.
En resumidas cuentas
‘Deshaciendo el tiempo’ ha sido una gozada, un episodio que ha apostado de lleno por la ciencia-ficción sin por ello dejar de lado los rasgos más cómicos y dramáticos de la serie, los cuales han estado perfectamente integrados en un capítulo que se pasa volando y que consigue que el espectador se meta de lleno en la piel de Pacino. A fin de cuentas, todos somos humanos y estaríamos muy tentados de hacer lo mismo en su situación.
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