‘MINDHUNTER’ se convirtió en una de las mejores series de 2017 con el lanzamiento de su primera temporada. La compañía tardó bien poco en renovarla, pero han tenido que pasar casi dos años para el estreno de su segunda tanda de episodios. Además, Netflix no se ha esmerado demasiado en la campaña promocional, por lo que no debería sorprendernos si la serie creada por Joe Penhall y avalada por David Fincher no va más allá de estos nueve nuevos episodios.
La serie avanza dos años en el tiempo para tomar como base los asesinatos de Atlanta, pero lo hace sin acelerar los tiempos, ya que respeta el fascinante ritmo pausado que definió a su primera temporada. De hecho, los dos primeros episodios que ya he podido ver sirven más a modo de introducción para reunir de nuevo al trío protagonista, exponer su situación actual e ir asentando paulatinamente los temas sobre los que se va a sentar la temporada.
A partir de aquí encontraréis algunos detalles de los dos primeros episodios de esta segunda temporada.
La fragilidad de Holden
Son muchas las virtudes exhibidas por ‘MINDHUNTER’ en la primera temporada, pero quizá su mayor seña de identidad fueron las extraordinarias entrevistas que los protagonistas realizaban a asesinos reales, con el Ed Kemper interpretado por Cameron Britton a la cabeza. En dichas charlas sobresalía la intuición de Holden (Jonathan Groff) para conseguir el resultado deseado, pero su personaje cambiaba al final de la primera temporada, mostrando una inseguridad que, obviamente, es vista como un peligro por sus compañeros.
Eso es algo que se recupera en este arranque de segunda temporada, dejando claro que puede parecer que sigue siendo el portador de esa magia necesaria para eliminar las defensas de los asesinos, tal y como sucede en la secuencia que Holden y Bill (Holt McCallany) comparten con David Berkowitz en el segundo episodio. Sin embargo, la duda sobrevuela en todo momento y apenas es necesaria una confrontación directa por parte de su antiguo jefe para venirse abajo.
Holden se ha convertido en una bomba de relojería a punto de estallar y el hecho de contar con dos “niñeras” puede servir temporalmente como escudo, pero todo lo que no sea venirse abajo por completo en determinado momento será una gran decepción. La clave está en saber si sucederá en un momento clave de la investigación o si funciona a modo de catarsis en un posible nuevo encuentro con Kemper que vuelva a dinamitar la frágil estabilidad entre los protagonistas.
La nueva realidad de los protagonistas
Lo curioso de esa fragilidad de Holden es que se contrapone a una situación mucho más ventajosa para el trío protagonista. Su nuevo jefe parece mucho más predispuesto a potenciar su trabajo y, sobre el papel, todo podría hacer pensar en un camino de rosas para ellos. El problema es que es imposible que sea así, ya que esa transparencia total que se exige está encaminada a romperse más temprano que tarde.
Una buena pista en esa dirección es que el dúo entre Holden y Bill pierde algo de entidad en beneficio del formado por Bill y Wendy (Anna Torv). Puede que no deje de ser una consecuencia de esa fragilidad de Ford que mencionaba antes y también del hecho de que estos dos primeros capítulos funcionan a modo de introducción, pero llama la atención que al menos parezca que McCallany comparte más escenas con Torv que con Groff y también que estos dos últimos no hayan tenido ni un instante a solas. Se ve venir la tensión.
Sigue siendo ‘Mindhunter’
No hay nada en esta segunda temporada que rompa la continuidad estilística con respecto a su predecesora. Se nota que Fincher sigue tras las cámaras -los tres primeros episodios de esta tanda llevan su firma- y eso se traduce en un cuidado meticuloso de las imágenes y el sonido para reproducir esa atmósfera sucia de los años 70 que poco a poco va a adquiriendo elementos enfermizos sin que eso suponga que veamos a algún personaje cometer atrocidades en pantalla.
Fincher es más sutil y confía tanto en los personajes como en la fuerza de las sucesivas situaciones que van surgiendo por el camino. Llama la atención la mayor importancia de la esposa de Bill, quizá adelantando que se vaya a verse implicada de alguna forma en una situación de riesgo. En otro tipo de serie no me sorprendería que esa inestabilidad de Holden acabase vinculado a esto, pero no termino de ver a ‘MINDHUNTER’ yendo en esa línea.
De hecho, la serie opta mas por el sosiego en estos dos primeros episodios, con los grandes momentos dramáticos -el derrumbe de Holden- llegando como consecuencia directa de una evolución lógica y calmada de las situaciones que se han ido presentado. Obviamente, todo ello está adornado con un acabado técnico de primera categoría para el que seguramente se han utilizado multitud de pequeños y sutiles efectos especiales solamente para que todo quede perfecto. Al menos así fue también en la primera.
En definitiva, ‘MINDHUNTER’ ha vuelto por la puerta grande con una segunda temporada que apunta a ser igual de excepcional que la primera. Por ahora se han ido plantando las semillas y situando de nuevo a sus personajes, por lo que algunos igual dirán que no ha pasa gran cosa en ellos. Grave error, porque los personajes y su evolución son básicos para la serie. De hecho, en la primera temporada ya estaban primados por encima de la, eso sí, fascinante e inquietante historia.
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