Que el titular no lleve a engaño. Está claro que Don Cheadle ha hecho la película que ha querido, demostrando con ella su pasión y amor por uno de los músicos más importantes que ha tenido el siglo XX. Sin embargo, también creo que la compleja personalidad de Davis —un genio mucho mayor de lo que pensamos—, su manera de ver el mundo y la música, merecían un film más grande, más complejo. Un film a la misma altura del músico. Parece que se ha hecho todo lo contrario.
Hasta ahora las dos piedras angulares cinematográfica sobre jazz —dejando de lado films de los años cincuenta poco conocidos, de gente como Michael Curtiz o Jack Webb, entre otros— eran, y siguen siendo a tenor de lo visto, las inmensas ‘Alrededor de la medianoche’ (‘Round Midnight’, Bertrand Tavernier, 1986) y ‘Bird’ (íd., Clint Eastwood, 1988). Una sobre la mítica figura del jazzman en general, la otra sobre la, a mi parecer, figura imprescindible por antonomasia del jazz, Charlie Parker. De hecho, Cheadle intenta una jugada parecida a la del film de Eastwood.
‘Bird’ es un film compuesto como si de una pieza de jazz se tratase. Con la sencilla alegoría del platillo volante —que reproduce una anécdota real sobre Parker—, uniendo fragmentos del film, incluso dando la sensación de improvisación, Eastwood se marca un muy complicado y complejo trabajo que respira jazz por los cuatro costados. Cheadle lo intenta de la misma forma, centrándose en la época más oscura de Miles Davis, aquella en la que estuvo años sin hacer música mientras sucumbía al mundo de las drogas.
Sin embargo, y a pesar del enorme esfuerzo del actor/director con formas que parecen heredadas de Steven Soderbergh, con quien Cheadle ha trabajado en varias ocasiones, se muestra repetitivo —los cambios de época en un principio parecen originales, luego cansan—, y cuando trata de hablar del pasado del músico, lo hace de un plumazo, tirando de tópicos y breves secuencias que a pesar de estar más o menos bien ejecutadas, no transmiten apenas. Pasado, presente y futuro —sólo sugerido al final, por lógica— representados de forma esquemática. Lo mismo sucede en la relación del músico con ese refugio con fantasmas llamado droga.
Aciertos parciales
La decisión de inventarse un personaje que lidió con Davis —el reportero de la Rolling Stone que interpreta un no demasiado apasionado Ewan McGregor— sin embargo me parece una decisión muy acertada. Cheadle, que también participa en el guión, entiende que un biopic no necesita ser una representación exacta de lo que pasó —que a estas alturas, todo buen amante de la música debería saberlo—, sino que la ficción cinematográfica suele llegar a la “verdad” a través de la fábula. Sin embargo, no es suficiente.
‘Miles Ahead’ es una película breve, más simple de lo que parece, y en la que Cheadle no cuenta demasiado. Eso sí, el actor está fantástico como Davis, y todo lo que no es capaz de transmitir detrás de la cámara lo hace con su entregada interpretación, una de esas que huelen a premio. El resto de secundarios parece meros comparsas muy desaprovechados, deambulando por una (no) historia afortunadamente ambientada musicalmente de forma inmejorable. Es todo un deleite el escuchar alguna pieza del ‘Kind of Blue’, el disco de jazz más vendido de la historia. Siempre nos quedará la música.
Dejo para el final un detalle que me ha parecido genial. Si en ‘Bird’ no se cita a Davis, aun siendo su descubridor Charlie Parker, es porque para el segundo el primero no fue importante en su vida; sin embargo al revés es todo lo contrario, sin Parker jamás habría existido Davis, por mucho hijo de papá que fuese. Cheadle cita a Parker y Gillespie de una forma elegante y cautivadora, comparándolos con nada menos que Chopin y Stravinsky, señalando la improvisación como motor fundamental para hacer música.
Otra crítica en Blogdecine:
- 'Miles Ahead', vibrante y caleidoscópica (por Chus Pérez Girón)
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