Kevin Macdonald es un director apreciado por los documentales, de distinta índole, que ha realizado. Incluso su primera incursión en la ficción, ‘El último rey de Escocia’ (‘The Last King of Scotland, 2006) que le propició a Forest Whitaker un muy merecido Oscar al mejor actor principal. Desde esa película Macdonal alterna ficción y realidad, películas y documentales, y parece centrarse más en lo segundo, perdiendo prestigio en lo primero. La correcta ‘La sombra del poder’ (‘State of Play’, 2009) le hace estar en el punto de mira de los narradores cinematográficos actuales, aunque el éxito no le acompaña.
Algo sucede a partir de ‘La legión del águila’ (‘The Eagle’, 2011), infumable péplum con decisiones de guión absurdas, que Macdonald no ha vuelto a tener ese pulso firme que parecía iba a caracterizarlo. ‘Mi vida ahora’ (‘How I Live Now’, 2013) es un pequeño engendro que, entre otras cosas, desaprovecha la oportunidad de narrar una buena historia de amor en mitad de un ambiente bélico tirando a apocalíptico, cayendo en una mezcolanza de tonos que convierte el visionado casi en un sufrimiento, ayudando, en mi caso, al rechazo que le tengo a una actriz tan sosa como Saoirse Ronan —que aquí chupa más cámara que Tom Cruise en sus películas— y su eterno rostro de circunstancias.
(From here to the end, spoilers, incluso cuando no los hay) ‘Mi vida ahora’ se sitúa en un futuro incierto, en una Inglaterra devastada por una guerra. Sus personajes no pelean en el frente, no arriesgan sus vidas peleando con el enemigo, al cual no se nombra, porque lo más interesante del film es su no posicionamiento político. Habla de las consecuencias de una guerra en la población civil, en este caso, los más jóvenes. Todo un riesgo, pero que ya fue abordado varias veces con anterioridad por otros cineastas, caso de la monumental ‘Juegos prohibidos’ (‘Jeux interdits, René Clément, 1952).
Sin tono, nada qué contar
Por supuesto la comparación es odiosa, el film de Macdonald no la resiste, y afortunadamente las intenciones son diferentes. No obstante sirve como perfecto ejemplo para mostrar algo que a Macdonald se le escapa: el tono. Por momentos estamos ante una cinta de carácter indie, con sus personajes solitarios y sus eternos traumas, por otros una historia de amor basada únicamente en un encuentro sexual metido a calzador y que bien parece un anuncio de colonia, y por otros intenta acercarse al drama de lo injusto que es siempre un conflicto bélico, con una violencia casi siempre en off, pero que no resulta tan cruda como intenta.
Con un primer tercio verdaderamente insufrible, lleno de imágenes de postal, que desgraciadamente volverán en su parte final, ‘Mi vida ahora’ —hasta el título es pretencioso— no levanta el vuelo que merecería su premisa, esquivando incluso el mojarse y echando mano de trampas para buscar la emoción fácil del espectador despistado, ese que suele llenar las salas. Excesiva utilización del fuera de campo para intentar un mayor impacto, pero descuido total de los personajes —todos—, que ni siquiera son clichés. Ejemplo: el personaje al que da vida Tom Holland.
Todo ello con la cargante música compuesta por Jon Hopkins, que al lado de la tambaleante cámara y la preciosista, por momentos, fotografía de Franz Lustig, que convierten una película con posibilidades en una pedantería visual de primer orden, y por momentos parece un spot publicitario que no cuenta absolutamente nada y tirando por tierra las posibilidades de hacer reflexiones sobre la familia —sin duda lo más desaprovechado del relato—, o la superación de un trauma tan grande como sufrir las consecuencias de la siempre injusta y estúpida guerra.
Menos mal que lo siguiente de Kevin Macdonald tiene mejor pinta.
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