He de reconocer que es leer que detrás de una serie está Chuck Lorre y darme cierta pereza a la hora de ponerme con ella. De hecho no ha sido hasta después de la lectura de las nominaciones de los Globos de Oro cuando me he puesto a ver 'El método Kominsky' ('The Kominsky Method'), su nueva comedia para Netflix.
Comedia por catalogarla de algún modo ya que, siguiendo las últimas tendencias, es una comedia con un buen tinte dramático en una exploración de ocho episodios sobre dos amigos (Michael Douglas y Alan Arkin) en el ocaso de sus carreras (y sus vidas).
Douglas interpreta a Sandy Kominsky, el personaje que da título a la serie. Kominsky en un actor que ha visto días mejores y que es un respetado e importante preparador de actores. Norman (Arkin) es su agente y su mejor amigo. Será la muerte de la mujer de este el detonante de toda una serie de noticias y acontecimientos que transformarán la vida de ambos.
En muchos sentidos, 'El método Kominsky' es la comedia más madura (y triste) de Chuck Lorre. Sí, sigue teniendo ese humor tonto y verde (y escatológico) tan característico del superproductor neoyorquino, pero la intención no es el humor tan facilón sino que algo balanceado con un buen toque de drama.
Por el otro lado hay una madurez del reparto, ya que tenemos una serie llena de antiguas y ancianas estrellas de Hollywood, experimentados y veteranos actores (creo que salvo Sarah Baker y los estudiantes de Sandy no hay ni un secundario menor de cincuenta años) en un elenco digno de ver. Lisa Edelstein, Ann-Margret, Danny DeVito son habituales de la serie y los cameos son de nivel (Barbra Streisand, Jay Leno, Elliott Gould...).
Lo que sí que es curioso es comprobar cómo, acostumbrados al abuso de las "risas enlatadas/del público" en 'Dos hombres y medio' y 'Big Bang', la ausencia de estas resulta rara. Sobre todo cuando, a la hora de ejecutar el gag (normalmente hablado), este parece construido para que en ese momento suenen las risas del público.
Aquí más que en cuestión de la gracia que nos pueda hacer, tenemos un problema de lenguaje. El lenguaje de la sitcom clásica, multicámara y rodada con público, y la de la comedia actual, rodada con una sola cámara y sin audiencia en directo, difieren en cuestiones tán básicas como el diseño y la puesta en escena. Lorre, que se ha labrado su reputación en el primer campo, parece perdido en este último.
Y, si ya de por sí, no es que sea un guionista ejemplar y desternillante, en 'El método Kominsky', que tiene un componente de tristeza argumental, lo es menos. Pero es que ya no es que el guion vaya, en parte, sobre esta emoción y la melancolía de tiempos mejores... es que su parte cómica está tristemente ejecutada.
Quitando algún que otro punto como el papel de Danny DeVito como urólogo, los intentos de 'El método Kominsky' por ser cómica se queda en la mayoría de las ocasiones en eso: intento. Algo que, por otro lado, era de esperar.
'El método Kominsky' se puede ver en Netflix
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