‘Resident Evil’ es la nueva serie de televisión de zombis de Netflix, basada en la franquicia de videojuegos que ha vendido millones de copias en todo el mundo desde que se lanzó en 1996. La enésima visión diferente de lo que ofrece el juego, con un enfoque que busca olvidar el sindiós de las películas de Milla Jovovich, pero que consigue fracasar de nuevo por su inexplicable decisión de dividir la trama en dos líneas temporales diferentes.
La del futuro tiene un cierto pase, aunque recuerda más a un nuevo spin off de ‘The Walking Dead’ que a la franquicia de Capcom, mientras que la del presente indaga y explora el origen de los incidentes que llevan a la explosión de la pandemia zombie, sin que nada de los que cuente no sea predecible y, en última instancia, muy aburrido. Y es una pena porque hay una dirección con cierto gusto y no se corta en presupuesto, abundancia de sangre y acción relativamente aceptable, incluso los monstruos de CGI son bastante competentes.
Podemos debatir dónde está el problema, cuál es el origen del abismo que separa ‘Resident Evil’ de todas sus adaptaciones. Las razones suelen tener que ver con que se busca una gran narrativa dentro del argumento de un videojuego pensado en la experiencia de primera persona y se adapta imitando a otras ficciones en lugar de buscar el corazón de lo que hace su marca tan querida entre los gamers de muchas generaciones. Solo hay que ver el aspecto del remake de ‘Resident Evil 2’ para aclarar las carencias de las películas y series, ninguna quiere o sabe ser una obra de terror.
Obviando el espíritu más esencial del juego durante 20 años
Y es que el juego dio origen a un subgénero por una razón. El “survival horror” tiene ese nombre porque el grueso de la experiencia es esa, sobrevivir, y la serie de Netflix, como el resto de adaptaciones, olvida que ante todo tiene que transmitir miedo, y como todas, ni tiene la paciencia ni es capaz de insuflar el oxígeno suficiente en las escenas para generar la tensión y el suspense necesarios. Es otra cosa. Lo más flagrante es que hay algunas ficciones que sí que saben qué hacía funcionar al original aunque no hayan aparecido bajo la marca.
Uno de los casos más transparentes es ‘Black Summer’ una serie original de Netflix que tiene lugar en el mismo mundo que ‘Z Nation’. Pero su enfoque principal es la supervivencia pura, siguiendo a una madre y una hija que se separaron durante el comienzo del apocalipsis y ahora buscan la forma de reunirse, uniendo fuerzas con diferentes grupos de personas en una especie de road movie sin punto fijo en el que se hace más hincapié en la experiencia casi a tiempo real.
Este detalle es lo que la acerca más a ‘Resident Evil’ con respecto a otras ficciones zombies, está mucho más centrada en el hecho de sobrevivir sobre una localización concreta y su mayor diferencia con el juego es que ignora dar información sobre lo que condujo a los eventos que causaron el apocalipsis. Otro de los puntos que las unen es que la serie de Netflix no se centra en las grandes hordas y se enfoca en la letalidad de zombies perdidos carnívoros, rápidos y decididos, de los que es casi imposible escapar.
La localización y la experiencia es la clave
No hay un gran maquillaje porque son humanos recién infectados pero representan una amenaza creíble que trae suspense y terror genuinos a ‘Black Summer’ y es en lo que se enfoca el 80% del metraje, desde la secuencia de apertura hasta los momentos finales de cada temporada, ofreciendo un caos intenso e inmersivo que se mantiene a lo largo incluso de episodios completos que están dirigidos como si fuesen extensos planos secuencia, siguiendo a los personajes a pie de suelo, casi como si fuese un shooter, pero con el protagonista en pantalla.
Las persecuciones en múltiples ubicaciones ofrecen tensión en todo momento, aunque quizá el culmen de su aproximación minimalista al terror zombie apocalíptico está en su segunda temporada, que aumenta esta sencillez hasta llegar al punto en el que no importan tanto los personajes como la peripecia en sí, lo que le aproxima aún más a la sencillez del concepto de videojuego. Predominan los pasillos, la oscuridad y lo impredecible, es una vuelta a lo básico con una dirección de guerrilla que hasta parece un found footage algo pulido.
La iluminación tiene un tinte azul que caracteriza su aproximación al horror tradicional y enfatiza el temor que producen las zonas oscuras de los lugares que vamos visitando. Los recovecos más inesperados, almacenes abandonados, mansiones desiertas, naves sin uso que se convierten en trampas mortales y bocas del lobo en las que entramos junto a los protagonistas, sabiendo lo mismo que ellos, y compartiendo su terror como si fueran avatares. Además, la mayoría son personas normales, como nosotros.
El peligro a la vuelta de la esquina
Ni seríamos buenos con armas de fuego ni tendríamos un mínimo de posibilidades de sobrevivir al apocalipsis zombi, esto es lo que hace que recuerde a las primeras entregas de ‘Resident Evil’, mientras que las películas de Mila Jovovich tenemos saltos, explosiones y situaciones imposibles, cuando el corazón del juego es cagarte de miedo porque no sabes lo que vas a ver al otro lado de la esquina, caminar en silencio y encontrarte el peligro cuando menos te lo esperas y, en ocasiones, con pocas posibilidades de salir de la encerrona.
La serie no es perfecta, pero traslada el terror individualista con situaciones casi imposibles recordándonos lo peligrosos que pueden ser los muertos vivientes. El género imitó a Romero y su máxima de que los humanos suelen ser más temibles que los propios zombis, pero esta serie además de respetar esa idea del superviviente como una amenaza, permite que los zombies sigan siendo mucho más terribles. Es todo magro, puro entretenimiento para pasarlo mal, pero al mismo tiempo es tan sencilla y barata que asusta que nadie haya dado con la clave antes.
¿Es quizá ese el secreto? ‘Black Summer’ es pura serie B, que no se preocupa de críticas y de qué pensarán los fans y se erige como la propuesta más parecida en cine que haya habido nunca de ‘Resident Evil’, pero quizá haya llegado allí por casualidad, porque escogió esa vía narrativa. Mientras tanto, la nueva adaptación de Netflix trata de ser más de lo que se supone que debe ser una serie de zombies, llenando media temporada de explicaciones corporativas, adolescentes en problemas y canciones de moda, para volver a defraudar a los fans de la franquicia, cuando la solución estaba a unos cuantos clicks de la misma interfaz.
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