No es la primera vez que Christian Carion lleva a la gran pantalla un conflicto bélico, ya lo hizo con la Iª Guerra Mundial en ‘Feliz Navidad’ (‘Joyeux Noël’, 2005), cinta que representó a Francia en los Oscar y los Globos de Oro y con la que recaudó casi 18 millones de dólares a nivel mundial. También lo hizo con la Guerra Fría en ‘El caso Farewell’ (‘L'affaire Farewell’, 2009), un thriller que contó con las grandes actuaciones de Emir Kusturica y Guillaume Canet.
La IIª Guerra Mundial, ese acontecimiento tan trasladado al cine, que todo el mundo ha estudiado en la escuela o cuyas etapas se describen exhaustivamente en los libros de texto, es el tema que en 'Mayo de 1940' ('En Mai Fais Ce Qu'il Te Plaît', 2015) se establece como telón de fondo para narrar algo mucho más profundo que no tenemos oportunidad de conocer a través de ningún programa educativo.
'Mayo de 1940' un regalo de cumpleaños especial
Estoy hablando de uno de los dramas humanos que supuso este conflicto: el ataque de Alemania a Francia en mayo de 1940 y que obligó a más de 8 millones de ciudadanos a huir del ejército nazi invasor en lo que se convertiría en uno de los mayores éxodos de población en la historia moderna.
Con ‘Mayo de 1940’ Carion se aproxima más a ‘Feliz Navidad’, aunque solo en el sentido de que vuelve a unir un hecho histórico con una historia personal convirtiéndolo, quizá, en su trabajo más íntimo. Hacía tiempo que Carion tenía en mente este proyecto inspirado en las vivencias reales de su madre, que vivió esta época. Al final, la película se ha convertido en "un regalo para ella por su 90 cumpleaños".
El filme se centra en la historia de Hans (August Diehl), un alemán opositor al régimen nazi, y su hijo Max (Joshio Marlon). Ambos tienen que huir de su país de origen y hacerse pasar por habitantes de un pequeño pueblo en el norte de Francia. Sin embargo, el ejército germano está invadiendo ya esa zona y, siguiendo las instrucciones del alcalde Paul (Olivier Gourmet), la gente del pueblo decide recoger sus cosas y echarse a la carretera a pie y en coches de caballos, para llegar a la ciudad costera de Dieppe, en búsqueda de una vida mejor.
Un relato triste pero lleno de ternura
Mientras tanto, Hans ha sido encarcelado por ocultar su identidad, pero en cuanto el ejército alemán ocupa Arrás (el lugar en el que se ubica la prisión), es puesto en libertad y se encuentra con Percy (Matthew Rhys), un capitán escocés cuyo equipo entero es abatido a tiros por soldados del III Reich. Ambos continuarán su periplo juntos, Hans para encontrar a su hijo Max (que se ha marchado con el pueblo a Dieppe) y Percy para encontrar a otros británicos de su Ejército.
Carion va alternando paralelamente ambas historias, siguiendo por un lado a Max y al resto de aldeanos y por otro a Hans y a Percy, que van detrás de ellos. Tanto unos como otros tendrán que hacer frente a grandes obstáculos, mientas que los primeros tendrán que soportar un bombardeo durante su trayecto, los segundos se enfrentarán en una brutal pelea contra los enemigos.
En líneas generales se puede decir que ‘Mayo de 1940’ acaba consiguiendo su propósito: emociona al ser una película cuya fuerza reside en su sencillez y en la potencia emocional de su relato. Alejado del patrón que sigue la mayoría de películas que hablan de la IIª Guerra Mundial, el filme es un reflejo de la humildad y la ternura humanas descritas en medio de un trágico éxodo.
Hay momentos en los que la bondad de la historia está especialmente subrayada por la inocencia propia de los niños y en especial por el personaje de Albert (Laurent Gerra, famoso humorista francés aunque debutante en el cine), un emblemático bodeguero que consigue añadir un dulce toque de humor.
La grandeza audiovisual del filme
Tanto los efectos especiales (con una impresionante recreación de tanques y aviones Stuka, por ejemplo), como el montaje, la fotografía de Pierre Cottereau y la banda sonora de Ennio Morricone son impresionantes y una vez fusionados consiguen sumergir al espectador en un espectáculo de sensaciones. Cada escena está espectacularmente dramatizada gracias a la ósmosis entre los planos y la música que los acompaña.
En cuanto a las interpretaciones, cabe destacar favorablemente la del alemán August Diehl (‘Malditos Bastardos’—‘Inglourious Basterds’, 2009), que logra conmover poniéndose en la piel de un padre desesperado por encontrar a su hijo y también la de la francesa Alice Isaaz, una joven maestra con complejo de madre que protagoniza una de las mejores escenas de la película.
La secuencia de la que hablo se grabó en uno de los puentes que aparecen y, a través de ella, Carion consigue representar con bastante habilidad la esencia de la vida en sí misma, compuesta por un pasado, un presente y lo más importante de todo, la elección de un futuro.
Lo mejor: La música de Morricone y la fotografía de Cottereau. Lo peor: Las secuencias que aluden a las películas de propaganda nazi, en mi opinión, son bastante pretenciosas y me parecen innecesarias (aunque Christian Carion se empeñe en afirmar que resultan "interesantes").
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