Movistar+ lleva unos meses intentando convertirse en el gran referente español en lo referente a las series de televisión -y también tiene en marcha una estrategia para conseguirlo en la gran pantalla-. Títulos como ‘La zona’, ‘La peste’ o ‘Félix’ forman parte de un plan al que ahora hay que sumar ‘Matar al padre’, la primera de todas ellas que tiene detrás a una mujer: Mar Coll.
El proyecto nació como el nuevo largometraje de la directora de títulos como ‘Tres días con la familia’ o ‘Todos queremos lo mejor para ella’ y mucho me temo que eso es algo que se percibe una vez te pones a verla. No parece que eso haya afectado a la estructura, donde abundan los saltos en el tiempo, pero sí que ha llevado a estirar situaciones de tal forma que la intensidad del relato se ve dañada.
Un padre sobreprotector
Gonzalo de Castro es el gran protagonista de ‘Matar al padre’, donde da vida a Jacobo, un hombre que ama a sus hijos de una forma demasiado controladora, llegando a resultar una presencia agobiante en sus vidas. ¿Quizá su forma de intentar no convertirse en su propio padre? Podría ser, pero no deja de caer una y otra vez en los mismos errores, importando solamente ser alguien, algo asociado totalmente a su solvencia económica.
Todo eso es algo que ya se percibe de entrada, presionando a sus hijos hasta tal punto que están prácticamente abocados a convertirse en unos fracasados a sus ojos. Esa presión no le hace ningún bien a la relación con ellos y, obviamente, también va a resultar fatal para el vínculo con su esposa. A eso hay que añadir el deseo de Coll de explorar los efectos de la crisis económica en la fuerte personalidad de su protagonista y cómo eso ha acabado destruyendo el futuro que tan bien había planeado. Todo ello desde un punto de vista femenino que añade ciertos detalles inhabituales en este tipo de historias.
De esta forma, ‘Matar al padre’ ofrece varios apuntes interesantes sobre la fragilidad de ese “ideal” masculino fuerte que en realidad lleva a múltiples abusos por su parte. Todo ello aliñado con una efectiva utilización de los saltos en el tiempo para ofrecer un dibujo más completo de las motivaciones del protagonista y de su progresiva caída en desgracia, aunque él sigue empeñado en decir que pronto va a recuperarse, negándose a aceptar su nueva situación.
De Castro aprovecha bastante bien todo esto para ir modulando el componente casi déspota del personaje -llega a pedir a su hijo que cancele su boda porque no tiene suficiente dinero para hacerle el mismo regalo que hizo a su hija en su momento- en función del momento por el que pasa Jacobo. Eso sí, su decadencia se percibe mejor en lo físico que en lo emocional, donde sigue empeñado en creerse lo que ya no es, doliéndole lo indecible tener que transigir en cualquier punto -esa indemnización que ha de pagar-.
Más es menos
El problema llega cuando uno se para a pensar un poco en ‘Matar al padre’ como una miniserie, y es que no hay nada en ella que sugiera le necesidad de ampliar la idea original más allá de que Telefónica le presentase una oferta irrechazable a Coll. Conviene conceder que no hay nada que transmita la sensación de ser relleno, pero sí que las situaciones se extienden demasiado, llegando incluso a volverse redundantes en su intento de dar un mayor rango emocional al protagonista
Además, ‘Matar al padre’ obvia la narrativa propia de una serie para apostar por un tono que le hace ganarse la idea de ser una película dividida en cuatro episodios, algo no necesariamente positivo por mucho que suela usarse para intentar dar más caché a ciertas obras. Realmente, el final de cada episodios no se diferencia apenas de cualquier salto en el tiempo que se haga dentro de los propios capítulos.
La cuestión es que una serie o una miniserie realmente tiene que ofrecer algo que sirva como enganche a un espectador abrumado con tantísima oferta y poco tiempo para llegar a todo. Aquí da la sensación de que Coll simplemente ha he hecho una película muy larga que se apoya en un personaje protagonista estimulante rodeado de otros que nos dan un poco más igual. Quizá por ahí podría haber aprovechado más esa mayor duración en lugar de volver una y otra vez sobre las mismas ideas alrededor de Jacobo.
Pese a todo, ‘Matar al padre’ no es mala, simplemente ha sido un error convertirla en una miniserie. Propone conceptos jugosos y cuenta con una interpretación muy inspirada de Gonzalo de Castro, pero está hecha despreciando las posibilidades del medio televisivo y cometiendo varios errores por ello, como estirar demasiado sus mejores ideas.
Podéis ver 'Matar al padre' aquí
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