Hace bien poco parecía que Jeremy Renner iba a comerse el mundo. Dos -muy merecidas- nominaciones consecutivas al Oscar, su fichaje por Marvel, ser elegido personalmente por Tom Cruise para participar en la quinta entrega de la franquicia 'Misión Imposible' y que Universal confiase en él para sustituir a Matt Damon al frente de la saga Bourne debían ser las bases para el nacimiento de una nueva estrella de Hollywood. Al final se ha quedado a mitad de camino, pero su talento interpretativo sigue fuera de toda duda.
Hace bien poco pudimos verle en 'El sueño de Ellis' ('The Immigrant', James Gray, 2013), una de mis películas favoritas del pasado verano, pero ahí quedaba ligeramente eclipsado ante el enorme trabajo de Marion Cotillard y Joaquin Phoenix. Eso no sucede en el caso de 'Matar al mensajero' ('Kill the Messenger', Michael Cuesta, 2014), donde él es el protagonista absoluto de un estimable thriller dramático basado en hechos reales en el que Renner es lo más estimulante de la función con mucha diferencia sobre sus otras virtudes.
'Matar al mensajero', un thriller interesante
Ha llegado un punto en el que el ideal de que el periodismo tiene que hacernos conocedores de la verdad está herido de muerte, ya que la caída de ingresos ha hecho que muchos medios sean cada vez más dependientes de los ingresos publicitarios y estos pueden ser muy influyentes en qué temas conviene abordar. Y eso por no mencionar que el poder político también tiene controlada a la prensa hasta límites insospechados. Es por ello que periodistas como Gary Webb son una especie en peligro de extinción, sobre todo porque luego se exponen a ser despreciados y vilipendiados por mucho que simplemente hayan metido en la llaga para que todos nos enteremos.
'Matar al mensajero' es la historia del auge y la caída de Webb por dar a conocer que la CIA apoyó a unos rebeldes de Nicaragua y permitió la entrada en Estados Unidos de grandes cantidades de cocaína para financiar a los primeros. No obstante, lo realmente importante en la película no es el caso concreto que aborda -el crimen podría haber sido perfectamente algo totalmente distinto y nada realmente vital cambiaría-, sino cómo perfila que los medios de comunicación se han vendido de una forma -miedo a las repercusiones- u otra -están sencillamente al servicio de los más poderosos-.
Este punto tiene como consecuencia que el guión de Peter Landesman lo sacrifica prácticamente todo para dar la mayor entidad posible a la odisea vital de Webb, aunque esto sea a costa de no dar la suficiente entidad al resto de personajes -algunos actores lo hacen mejor que otros para evitar que eso se note demasiado-. Ahí está su principal problema, ya que hay varias ideas muy interesantes que se perfilan, pero que acaban condenadas a no ir más allá de una breve charla que no tiene tanta garra como Landesman quiere que sean.
A cambio, el trabajo de puesta en escena de Michael Cuesta consigue crear un clima de tensión que le sienta muy bien a 'Matar al mensajero'. No es tanto el apartado visual, eficiente pero sin especial brillo, como que Cuesta consigue que todo luzca relevante y parte de un todo aún más importante, desde la primera charla del protagonista con una anecdótica Paz Vega hasta el encuentro con esa misteriosa persona que podría confirmarlo todo. En lo argumental es su trabajo lo que consigue mantener un nivel de interés constante por mucho que el libreto coquetee en demasiados momentos con la superficialidad.
El control absoluto de Jeremy Renner
Por mucho que el trabajo de dirección de Cuesta sea bastante estimable, es la estupenda actuación de Renner, tanto por la imprescindible convicción que da a su retrato de Webb como por la brillantez con la que aborda los diferentes estados de ánimo por los que pasa el personaje, añadiendo riqueza adicional a personajes secundarios que corrían el riesgo de caer de lleno en esa superficialidad que comentaba más atrás. Además, su actuación va de menos a más -y eso no quiere decir que no sea ya buena de entrada- y alcanza todo su esplendor cuando las cosas se tuercen para el protagonista.
También conviene destacar que Renner es el dueño y señor de 'Matar al mensajero', habiendo muy pocos momentos en los que se prescinda de su presencia y estos se utilizan únicamente para explicar al presentador los problemas que no van a tardar en cruzarse en la lucha por la verdad de Webb. Por suerte, esta omnipresencia nunca llega a resultar molesta -hay ocasiones en las que depende sobremanera de la simpatía del personaje en cuestión, pero eso aquí nunca tiene importancia-.
He de confesar que me habría gustado que personajes como los interpretados por Oliver Platt, Mary Elizabeth Winstead y Rosemarie DeWitt tuvieran algo más de desarrollo y entidad, porque ellos no son piezas dentro de una investigación, algo que explica que las estimulantes apariciones de Andy Garcia o Ray Liotta sean tan reducidas -es lo que necesitaban aparecer y no hay más que discutir al respecto- y la película pierde algo de fuerza al resultar algo esquemática en su dibujo. Ojo, funcionan para lo que Cuesta y Landesman buscan y los actores cumplen con holgura -sobre todo DeWitt-, pero ahí había mucho más que rascar y es una pena que no se haga.
En definitiva, 'Matar al mensajero' cuenta una historia interesante suficientemente bien para mantener nuestro interés en todo momento, pero le falta más garra en los temas que trata y mayor profundidad en la mayoría de sus personajes. A cambio, Renner está fantástico mostrando las consecuencias de ser fiel a sus principios y hacer llegar la verdad al público. De hecho, quizá su mejor interpretación hasta la fecha y eso no es algo precisamente fácil de conseguir. Recomendable.
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