Antes de ponerme a escribir este texto se me ocurrió la brillante idea, aprovechando la coyuntura, de realizar un post en el que listar las diez mejores películas sobre viajes en el tiempo, a mi juicio evidentemente. Pero tras pensar un rato —no demasiado, que uno ya tiene una edad y la neurona se desgasta— he llegado a la conclusión de que tampoco hay demasiadas maravillas en esta especie de subgénero. Todos nos acordamos de películas como ‘El tiempo en sus manos’ (‘The Time Machine’, George Pal, 1960), la trilogía de ‘Regreso al futuro’ (‘Back to the Future’, Robert Zemeckis, 1985) —probablemente la película que más se divierte especulando con los viajes temporales—, o la casi olvidada ‘Los pasajeros del tiempo’ (‘Time After Time’, Nicholas Meyer, 1979) que junta en el mismo espacio temporal a H.G. Wells y Jack, el destripador.
‘Más allá del tiempo’ (‘The Time Traveler´s Wife’, Robert Schwentke, 2009) se suma a este tipo de películas con una particularidad que le aparta del resto. Aquí no nos encontramos con un científico que investiga con los viajes en el tiempo, y tampoco se saben las causas por las cuales el protagonista puede saltar de una época a otra. Para todos los que sigáis ese entretenidísimo engañabobos llamado ‘Lost’, el film protagonizado por Eric Bana semeja una de las fascinantes aventuras de Desmond Hume, otro viajero del tiempo que entra en los anales del audiovisual por derecho propio.
‘Más allá del tiempo’, tal y como dice mi compañero Juan Luis Caviaro en su crítica de la película, empieza de forma impactante. Tomando como regla una de las máximas de Cecil B. DeMille —toda película debe empezar con un terremoto y de ahí hacia arriba—, un niño que va con su madre en coche desaparece justo antes de que tengan un accidente. La madre muere en el accidente, y él asustado y desnudo es ayudado por su yo adulto que ha regresado en el tiempo a ese crucial momento de su vida. No hay efectismos ni filigranas en esta secuencia, todo está expuesto con sencillez y buena mano. El interés del espectador ha sido captado sin ningún esfuerzo. La pena es que el film, aún conservando su atractivo durante todo el metraje, no aumenta su encanto a niveles mayores. Su capacidad de riesgo es limitada.
Robert Schwentke, director alemán afincado en Hollywood desde hace algunos años —suyo es aquel ejercicio Hitchcokiano titulado ‘Flightplan’ (id, 2005), con Jodie Foster— firma una historia que intenta en todo momento caer en los tópicos más conocidos de las películas sobre viajes temporales. Pero el riesgo que corre en ello se ve limitado precisamente por su escasa personalidad en la puesta en escena. De hecho, ‘Más allá del tiempo’ es una de esas películas en las que la mano del director no se nota en absoluto, la firma Schwentke como muy bien la podría haber firmado otro director de idéntico talante. Su trabajo, falto de inspiración, no pasa de correcto, y aunque eso ya es bastante en estos tiempos no llega para elevar la calidad de la película a una cota en la que pide a gritos estar.
Bruce Joel Rubin, autor del libreto del film, ha estado siempre interesado por dos cosas. Una, las historias de amor inmortales y otra, la vida más allá de la muerte. Empezó su carrera siendo el autor de la historia de ‘Proyecto Brainstorm’ (‘Brainstorm’, 1983), una de las maravillas de Douglas Trumbull que tanto ha influido en el cine moderno. El guión de dicha película no fue realizado por él y se nota, porque reconozcámoslo, Rubin es más bien un escritor mediocre como bien lo demuestran esos dos insultos titulados ‘Ghost’ (id, Jerry Zucker, 1990) —que le reportó un Oscar— y ‘La escalera de Jacob’ (‘Jacob´s Ladder’, Adrian Lyne, 1990). Sólo en dos ocasiones ha demostrado estar más inspirado que de costumbre, una en su única película como director, la muy interesante ‘Mi vida’ (‘My Life’, 1993) y en la película que nos ocupa, cuyos mayores alicientes se encuentran precisamente en el libreto de Rubin; ¿o lo están verdaderamente en la obra original en la que se basa el film y cuya autora es Audrey Niffenegger?
‘Más allá del tiempo’ es una muy creíble historia de amor entre dos seres que se conocen gracias a que uno de ellos puede viajar en el tiempo. Precisamente será esa cualidad la única traba en la relación, planteada como un típico problema de pareja más. Clare Abshire (Rachel McAdams) es la sufrida y entregada esposa —a la que hace referencia el título original del film— que ama sin contemplaciones al hombre de su vida, de su tiempo, aún a pesar de pasar semanas sin saber nada de su marido, pues éste no controla el momento en el que viajará ni la duración de sus ausencias. Esta premisa está llena de apuntes muy interesantes que tiene que ver con todas las idas y venidas de Henry DeTamble (Eric Bana) aunque llega un momento en el que todo se hace muy repetitivo.
Como en todo género o subgénero, éstos poseen ciertas reglas o bases que sólo los más atrevidos se atreven a romper. Siempre me ha resultado muy gracioso que en muchas de las películas sobre viajes temporales no se pudiese cambiar el destino final de las personas. Es evidente que todos morirán algún día, pero si partimos de la base de que algo tan absolutamente imposible —al que sostenga lo contrario, mis más sentidas condolencias, necesita ayuda— como los viajes en el tiempo pudieran ser posibles, está muy claro que sí se podría cambiar el destino de cualquier ser o cosa. Pero curiosamente en ‘Más allá del tiempo’ esta especie de regla o norma se burla de forma muy inteligente en su tramo final tomando como base las eternas paradojas temporales. De esta forma, la historia de amor del film, lo más interesante del relato, se convierte en intemporal, porque no importan el cómo y el dónde, sino el cuándo.