Exquisitamente animada, escrita con una sensibilidad y un humor universales y que le otorga multiples capas de significado, 'Más allá del jardín' es el secreto más estimulante (y cada vez menos escondido) del apartado de animación de Netflix -ya se pudo ver también en Boing-. Una miniserie sin continuación prevista (hasta el formato es insólito) de diez capítulos de doce minutos cada uno, producida por Cartoon Network y que se pueden consumir de una tacada y sin miedo a atracones.
Se trata de un proyecto de Patrick McHale, que ya trabajó coordinando el apartado creativo de la sensacional y muy de culto 'FlapJack', además de permanecer cuatro temporadas en 'Hora de aventuras'. Y lo cierto es que el sello distintivo de ambas se deja notar en 'Más allá del jardín'. De la primera, McHale ha tomado un espíritu estéticamente iconoclasta y alejado del estilo limpio, plano y colorista que dio fama a Cartoon Network en los noventa y los primeros dosmiles, y que abarcó de 'Johnny Bravo' a 'Las Supernenas', pasando por 'Foster, la casa de los amigos imaginarios'.
De 'Hora de aventuras', por otro lado, agarra esa narrativa aparentemente rompedora y anárquica tan característica de las peripecias concebidas por Pendleton Ward, pero que hunde bien sus raices en los esquemas férreos que sustentan todas las historias de héroes. Ambas, salpimentadas con la influencia inevitable en estos casos, la de la inmortal 'Alicia en el País de las Maravillas' y sus adultos amenazantes que solo quieren agredir a una niña que se da cuenta de la ridiculez cotidiana del mundo de los mayores, dan como fruto una serie única.
En ella conoceremos a dos hermanos, el adolescente Wirt (Elijah Wood) y su hermano pequeño Gregory (Collin Dean), que se pierden al internarse en un siniestro bosque. Quieren volver a casa pero no saben cómo, y descubren que el bosque está lleno de peligros y personajes excéntricos y amenazadores. Sin embargo, un pequeño pájaro aparentemente mágico -ya que puede hablar-, Beatrice (Melanie Lynskey) se ofrecerá a guiarles hasta una bruja que les puede orientar. Sin embargo, no todo es lo que parece en este bosque de oscuras connotaciones simbólicas.
Enunciado así, puede parecer una historia de aventuras infantiles más o menos macabra, pero 'Más allá del jardín' encuentra toda su identidad en su extraordinaria ambientación y en el diseño de personajes y escenarios que los hermanos se van encontrando. Inspirándose en todo tipo de referentes muy poco habituales en la animación, McHale crea un mundo casi de pesadilla, a medio camino entre el cuento infantil y los grabados vintage, y todo encaja con un gusto indiscutible, a través del filtro de la literatura infantil del siglo XX, a la que la serie hace una emotiva reverencia.
Entre las penumbras de la infancia
De hecho, la serie destaca porque cada episodio, aunque todos tienen una estética común gracias al prodigioso empleo del color (los directores de arte Nick Cross y Nate Cash oscilan enter los tonos cálidos para las partes más ligeras y los fríos para las siniestras), tiene su propio estilo visual: de las ilustraciones de animales con traje del gran Richard Scarry a las animaciones orgánicas y jazzísticas de los cortos de Betty Boop en -apropiadamente- un escalofriante descenso animado a los infiernos. Y de los cuentos de ranas parlantes de los libros victorianos con moraleja para niños a historias góticas de terror influidas por la mitología oriental.
El resultado de todo el batiburrillo de tendencias gráficas es una serie absolutamente única, completamente de autor y llena de detalles que se descubren en sucesivos visionados, o bien con personajes (Tía Susurros, Jason Funderberker...) y canciones (¡patatas y melaza!) que se ubican en un rincón de la memoria y reaparecen una y otra vez días después de que la historia haya concluido, tal es su poder evocador. Su humor, a veces malvado y a veces voluntariamente tontorrón (Greg está a la altura en ese sentido nada menos que de Mabel de 'Gravity Falls') hace de caja de resonancia de los temas, siempre trascendentes pero también banales cuando tienen que serlo.
Con 'Más allá del jardín' no hay que recurrir a esa valoración, siempre un poquito condescenciente, de "es una serie para los niños que también gustará a los adultos", como si no hubiera dibujos animados extraordinarios solo para niños. Pero lo cierto es que el atractivo de esta miniserie que, si hay justicia, nunca debería tener continuación pero sí un montón de herederos, es absolutamente universal. En el sentido más amplio de la palabra.
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