Entre tantos estrenos y especiales —un día de éstos me dedico a hacer sólo especiales dadas las tristezas que me dan los estrenos en general— me he dedicado a ver un par de películas que se me habían pasado en su momento por las más diversas razones y ahora he rescatado por aquello del hambre cinéfila. A una de ella no pienso dedicarle ni la más mínima palabra, sólo diré que se titula ‘Push’ (id, 2009, Paul McGuigan) y su utilidad es la misma que la de un rollo de papel higiénico. Curiosamente la otra me ha parecido peor película, ‘Más allá de la duda’ (‘Beyond a Reasonable Doubt’, 2009, Peter Hyams), pero sí me parece que tengo que dedicarle mi tiempo, porque es muy probable que nos encontremos ante uno de los peores remakes jamás hechos.
Como todos sabéis, la película de Hyams es una nueva versión del film homónimo de Fritz Lang dirigido en 1956 y sobre el que os hablé hace poco más de un año. En el primer párrafo de mi texto casi aseguraba que no me interesaba ver el remake de dicho film porque ya tenemos la película de Lang, que es muy buena y cuando algo está bien no es necesario darle más vueltas. Tal vez fue el calor asfixiante de estos días, que ya era muy tarde, o que simplemente quería ver algo intrascendente con lo que no pensar demasiado. Desoyendo mi propia voz interior intenté apoyarme en el valor que una vez fue Peter Hyams, intrigado por si sería capaz de no estropear un guión magnífico.
La verdad es que tenemos que remontarnos más de 20 años para recordar las buenas películas de Peter Hyams. Títulos como ‘Capricornio uno’ (‘Capricorne One’, 1977), ‘La calle del adiós’ (‘Hannover Street’, 1979) y sobre todo ‘Atmósfera cero’ (‘Outland’, 1980) están en la memoria de todo buen cinéfilo y aficionado. Pero metido de lleno en los 80, Hyams empezó a perder fuelle realizando productos cada vez menos interesantes y de una calidad temible. No hay más que echar un vistazo a los últimos films de su filmografía: ‘El mosquetero’ (‘The Musketeer’, 2001), ‘El sonido del trueno’ (‘A Sound of Thunder’, 2005) y la que nos ocupa. Para llevarse las manos a la cabeza.
No es la primera vez que el director se enfrentaba a un remake. En 1990 Hyams nos había colado ‘Testigo accidental’ (‘Narrow Margin’), una revisión de un film de Richard Fleischer de los 50 de idéntico título y evidentemente muy superior al trabajo realizado por Hyams, que a pesar de tener en el reparto a un Gene Hackman en plena forma la cosa no pasaba de ser un telefilm lujoso con una puesta en escena impropia de un director que también ha hecho sus pinitos siendo el director de fotografía de sus películas desde ’2010: Odisea dos’ (‘2010’, 1984). ‘Más allá de la duda’ es la misma operación que aquélla y le reencuentra con Michael Douglas a quien Hyams había dirigido en ‘Los jueces de la ley’ (‘The Star Chamber’, 1983), película de temática similar a la que nos ocupa.
El argumento de ‘Más allá de la duda’ es básicamente el mismo que el film de Lang con los consabidos cambios. Uno de ellos es crear en la figura del fiscal la idea de la corrupción del sistema judicial, esto es, lo que Lang proponía en líneas generales sobre todo el sistema, Hyams lo reduce a una sola persona, con lo que el mensaje del film no tiene la más mínima fuerza. Al final es la historia de un fiscal que hace trampas —lo de las fotografías es delirante— y la obsesión de un joven por demostrar sus malas artes. Con esto, el famoso giro final pierde todo interés —no hablemos ya de la falsa sorpresa que produce—, Hyams parece no darse cuenta que era precisamente ese detalle argumental el que le permitía a Lang criticar todo el sistema judicial. Aquí solo queda un fiscal que abusa de su poder y un jovenzuelo que se pasa de la raya en pos del éxito.
Y por si no nos llega el hecho de que Hyams estropea el argumento tenemos que aguantar unas interpretaciones muy poco convincentes. En el original Dana Andrews era lo peor del mismo, un actor bastante soso que tuvo la suerte de estar dirigido por alguno de los más grandes directores que ha habido. Superarlo era fácil, pero en el film de Hyams han preferido lo difícil: quedar por debajo del trabajo de Andrews, por lo menos en lo que respecta a Jesse Metcalfe, inservible actor al que un papel de tal envergadura le queda muy grande para sus aptitudes. Amber Tamblyn tampoco da la talla, y es que intentar ponerse a la altura de Joan Fontaine debería estar penado por la ley.
La presencia de Michael Douglas no termino de entenderla. Supongo que es para darle más caché al film, más categoría, y no estaría mal si el actor hubiese perfilado un personaje malvado inolvidable. Tenía todos las herramientas para hacerlo debido al cambio que Hyams hace en el guión, pero el actor además de salir poco parece totalmente desganado, como si no creyese en lo que hace. No sería de extrañar que Douglas, convencido de la nula calidad del proyecto, se limitase a cumplir mínimamente, cobrar su cheque y a otra cosa.
La buena noticia es que la semana que viene el film de Fritz Lang sale a la venta en DVD en nuestro país. Ya era hora.