Por fin llegó a los cines españoles la esperada 'Mary y la flor de la bruja' ('Meari to majo no hana', 2017), primer largometraje del Studio Ponoc. La nueva compañía nipona fue fundada en 2015 por un productor de Ghibli, Yoshiaki Nishimura, nominado al Oscar por 'El cuento de la princesa Kaguya' (2013) y 'El recuerdo de Marnie' (2014). Junto a él se fueron otros artistas de la mítica compañía de animación, como el director Hiromasa Yonebayashi.
Responsable de 'Arriety y el mundo de los diminutos' (2010) y la mencionada 'El recuerdo de Marnie', Yonebayashi realiza el debut de Ponoc, 'Mary y la flor de la bruja', una aventura familiar basada en el cuento 'The Little Broomstick' ("La pequeña escoba", no se encuentra editado en España) escrito por la inglesa Mary Stewart.
Un detalle que me resulta inevitablemente extraño es que los protagonistas de una película hablada en japonés, con esta factura tan similar a la de Ghibli, se llamen Mary o Peter. Me acordé de esa gran escena de 'El autor' donde el personaje de Antonio de la Torre pregunta cabreado: "¿Cuántas veces he dicho que es absurdo poner nombres anglosajones en los relatos en castellano? Que es ridículo".
En cualquier caso, los responsables del film han querido mantener los nombres de la obra original y, de este modo, conocemos a la Mary del título, una adolescente se aburre en el campo. Igual que el espectador. Todo es muy bonito, la animación es preciosa y los escenarios están llenos de detalles extraordinarios, pero la película tarda en arrancar, en entrar en lo realmente atractivo de la historia.
'Mary y la flor de la bruja': precioso entretenimiento juvenil (que daba para más)
Porque el film se abre con una frenética y espectacular secuencia de acción donde vemos cómo otra chica pelirroja un poco más mayor, una joven bruja, se apodera de unos misteriosos frutos azules y huye, dejando atrás fuego, destrucción y caos; tras una breve persecución, parece perder sus poderes y cae de su escoba entre unos árboles. Su destino es incierto, pero vemos que el botín que llevaba provocan un despertar mágico en el bosque...
Tras ese intenso prólogo, lo que sigue es un relato muy tranquilo sobre esa otra chica pelirroja llamada Mary, cuya conexión con la primera parece evidente. Un par de gatos llaman su atención y la dirigen hacia los dos tesoros de la bruja, la flor azul y la escoba. A partir de ahí, gracias a los efectos de la planta, Mary llega a un lugar situado sobre las nubes y luego a la Universidad Endor, con sus extraños profesores...
Todo parece dispuesto para un interesante relato de aprendizaje. Cómo Mary desarrolla sus poderes de bruja (como metáfora de su crecimiento y madurez) viviendo aventuras a lo Harry Potter, y destapa lo que ocurre realmente en esa escuela, donde algo huele a podrido... Sin embargo, la promesa se esfuma y la trama da un aburrido giro: Mary debe salvar a su interés romántico y evitar que los villanos ejecuten su malvado plan.
En definitiva, todo se encamina a un cuento muy sencillo y obvio, donde la narración no está al nivel de las hermosas imágenes (el trabajo de los animadores merece disfrutarse en la pantalla más grande posible). Todo lo que ofrece suena a ya visto antes, y contado con más ingenio. Demuestra que puedes copiar el estilo visual y los temas de Ghibli, pero no la magia de sus mejores largometrajes (no todos están a la misma altura, claro, pienso en 'Cuentos de Terramar').
En cualquier caso, 'Mary y la flor de la bruja' tiene virtudes suficientes para poder pasar un rato entretenido, sin exigencias. Y para el público infantil y adolescente es una propuesta recomendable, en especial por contar con una joven heroína que aprende a valorarse y quererse tal como es. Hacen falta más películas que se centren en este tipo de historias (aunque tropiecen en el intento, desde luego fácil no es).
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