La religión es un tema un tanto incómodo para muchos espectadores. En algunos casos porque sus creencias les llevan a sentirse ofendidos ante cualquier desviación de la versión “oficial” de la historia y en otros porque la presencia de la fe les resulta tan molesta que les hace imposible conectar con cualquier relato de ese tipo.
Por mi parte, no siento especial interés por estas historias, realidad para algunos y simple mito para otros, pero no tengo problema en verlas y valorar sus méritos artísticos. Aún recuerdo lo mucho que disfruté con ‘Noé’ (‘Noah’) o 'Resucitado' ('Risen'), que no estaba nada mal. Ahora es el turno de ‘María Magdalena’ (‘Mary Magdalene’), una cinta que aprovecha el reciente cambio de postura del Vaticano sobre ella para ofrecernos una propuesta que ansía ser intensa pero acaba resultando terriblemente fallida.
Necesaria pero poco conseguida.
Durante siglos se ofreció una imagen distorsionada de María Magdalena como una simple prostituta redimida por Jesucristo cuando la “realidad” -en este caso concreto me cuesta hablar de ello sin entrecomillarlo- es que jugó un papel de mucha mayor importancia en la vida del hijo de Dios y la posterior expansión de su obra.
De hecho, ‘María Magdalena’ muestra a su protagonista como una librepensadora tan adelantada a su tiempo que hasta varios miembros de su familia llegan a creer que un demonio está controlando sus acciones tras la enésima negativa a casarse y llevar la vida que todos esperaban de una mujer por aquel entonces. Un enfoque muy en la línea del feminismo actual, por lo que por ahí tenía ciertas facilidades para conectar con las inquietudes del público.
Eso requería una actriz que supiese transmitir el sufrimiento y la determinación de María Magdalena hasta tal punto que sirviese como referente principal para el público. A fin de cuenta, lo que interesa a la cinta dirigida por Garth Davis es su viaje físico y, sobre todo, emocional tras decidir convertirse en una seguidora de Jesucristo. El primer problema es que Rooney Mara tarda muy poco en demostrar que no era la idónea para el papel.
El mayor debe de la actuación de Mara es que resulta demasiado monocorde, cambiando muy poco en lo que transmite al espectador tenga que mostrar su lado más frágil o llevando su determinación hasta tal punto que nadie puede lograr que cambie de idea. Todo eso limita muy pronto el alcance emocional de su interpretación, algo que se resalta aún más por la apuesta por una aproximación realista a la historia realizada por Davis.
‘María Magdalena’ desaprovecha todo su potencial
Lo que sí ayuda es a fortalecer la sensación de que ‘María Magdalena’ es una película que busca la intensidad en la que todos los recursos técnicos están al servicio de transmitir al espectador la importancia de lo que se nos está contando. Te creas o no que eso sucediera así realmente, es cierto que esta visión de la historia tiene mucho más fondo que la que se había difundido ampliamente hasta ahora, pero aquí eso se limita a contarlo de tal forma que nunca logra engancharte.
Tampoco ayuda que el resto del reparto pase desapercibido en líneas generales y que no tarde en dar la sensación de que Joaquin Phoenix queda demasiado en segundo plano, Su actuación es sobria y encaja bien con el enfoque buscado por la película, pero somos tan conscientes de que puede dar mucho más de sí que su Jesucristo nos sabe a demasiado poco.
Por lo demás, Davis opta por un tono buscando el realismo emocional en el que su trabajo visual se queda sensiblemente por debajo de los juegos que planteaba en ‘Lion’. Por desgracia, aquí se necesitaba un mayor empuje para que la película despegase más allá de por la aparente importancia de lo que nos está contando. Sí, hacía falta una película que diera una imagen más certera de María Magdalena, pero la intensidad mal entendida de la que nos ocupa dista mucho de ser memorable.
En definitiva, ‘María Magdalena’ hace justicia ofreciendo una visión más apropiada de su protagonista, pero nunca llega a plantear nada interesante más allá del hecho de estar contando una historia “inédita” hasta ahora en el cine. Ni su director sabe cómo sacar partido al enfoque planteado ni Rooney Mara logra exprimir la intensidad que caracteriza a la película. No llega a ser mala pero estoy convencido de que en un par de semanas apenas recordaré cosas concretas de ella.
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