Cada dos por tres vamos a leer que una serie coreana de Netflix es la sucesora de 'El juego del calamar'. Es lógico querer vincular ambos títulos dado que el enorme éxito de la ficción creada por Hwang Dong-Hyuk, pero lo más probable es que los parecidos entre ambas sean bastante recudidos. Sucedió hace unas semanas con 'Rumbo al infierno' y está volviendo a pasar estas Navidades con 'Mar de la tranquilidad'.
Basada en un cortometraje de 2014 de Choi Hang-yong, quien aquí asume la dirección de los ocho episodios que dan forma a la primera temporada de la serie, 'Mar de la tranquilidad' es una obra de ciencia ficción que apuesta por la pausa a la hora de explorar la misión a la que han de hacer frente sus protagonistas. Para ello se apuesta por un enfoque intenso e intrigante que probablemente no sea del gusto de todos.
Un buen arranque
El punto de partida de 'Mar de la tranquilidad' es la formación de un equipo para recuperar una muestra en una Estación Espacial en la que todos los investigadores que allí trabajaban murieron hace cinco años por un accidente fatal. El primer capítulo se centra en presentarnos ese mundo decadente en el que las clases no privilegiadas sufren para tener acceso al agua necesaria para sobrevivir y en situar otras piezas encima del tablero antes de que la cosa arranque realmente.
No entendáis con eso que el episodio piloto es un poco relleno antes de que llegue lo bueno, pues es entonces cuando queda claro que 'Mar de la tranquilidad' no va a echar mano de esas excentricidades tan habituales en las ficciones coreanas. Aquí prima un toque de desolación que afecta tanto a las motivaciones de los personajes como a los diferentes eventos que van sucediéndose.
Por suerte, esa intensidad no va asociada a un ritmo moroso, un error en el que sí caen otras apuestas con un tono similar -pienso por ejemplo en lo mucho que le costaba despegar a 'Katla'-, y la historia avanza con ritmo satisfactorio. Pausado, sí, pero valiéndose de una progresión más o meno natural a la hora de ir dando nuevas pistas sobre el misterio que nos está contando.
De hecho, cada poco tiempo surgen nuevos peligros o amenazas a las que hacer frente, algunas muy evidentes como el accidente del primer episodio y otros llamados a introducir un factor desestabilizante que vaya a más según pasen los capítulos, animando así la función sin que eso suponga renunciar nunca a tomarse su tiempo para ello.
Otros aspectos de 'Mar de la tranquilidad'
Alrededor de eso sobresalen dos personajes, que funcionan como principales puntos de apoyo humano para los espectadores, en parte porque también son los únicos con unas motivaciones trabajadas más allá de lo básico.
Por un lado, Bae Doona, a la que quizá recordaréis por ser una de las protagonistas de 'Kingdom', otra serie coreana de Netflix, como una astrobióloga dispuesta a descubrir qué sucedió en ese accidente de hace cinco años en el que murió su hermana. Por otro, Gong Yoo, el reclutador de 'El juego del calamar', como el líder de la misión, quien parece dispuesto a lo que sea para que todo salga según los parámetros marcados.
Ambos se mueven en las mismas líneas que la serie, es decir, no hay momentos muy expresivos, sino que es a partir de detalles o reacciones concretas cuando han de conseguir esa imprescindible conexión emocional con el espectador para que las motivaciones del público vayan más allá de querer saber qué diantres está pasando en esa Estación espacial lunar.
'Mar de la tranquilidad' cuenta con un potente despliegue visual cuando presenta situaciones que se prestan a ello, pero a menudo tiende a valerse de espacios cerrados, ya sea para ir mostrando el panorama que se encuentran los protagonistas o casi buscando un toque opresivo, aunque ahí queda la duda de si es algo en lo que profundizará en episodios venideros -solamente he tenido oportunidad de ver los dos primeros-. Todo apunta a ello y que todo irá volviéndose cada vez más asfixiante para los miembros de esa peculiar misión.
En resumidas cuentas
El arranque de 'Mar de la tranquilidad' tiene la suficiente fuerza para despertar al menos nuestra curiosidad. La cuestión es que con este tipo de premisas resulta, al menos hasta cierto punto, sencillo lograrlo y la clave está en sí sabrá desarrollarlo de forma estimulante. Por ahora parece que sí, pero no es la primera vez que acabamos muy decepcionados tras un prometedor inicio.
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