‘Manchester frente al Mar’ ('Manchester By The Sea') puede interpretarse, por sus tráilers, como una típica comedia amarga, típicamente indie, sobre la relación entre Lee, el personaje de Casey Affleck y Patrick, el hijo de su hermano recién fallecido. A priori, la típica situación de un adolescente que no acaba de aceptar que su vida, perfectamente normal, ha tomado un giro abrupto y su nueva situación junto a su tío, su tutor legal, al que les es imposible escapar de su tristeza.
Pero su estructura en flashbacks y recuerdos esconde mucho más de lo que puede sugerir la premisa más o menos familiar. El progresivo devenir de la relación entre tío y sobrino discurre en los días de duelo por el hermano de Lee, entre arreglos para un funeral y papeleos. Ese es el piso de melancolía y atardeceres nublados sobre el que se elabora el estudio del personaje de Affleck, su compleja reacción ante el mundo y la progresiva comprensión de los lugares que ha recorrido para llegar hasta allí.
Economía emocional
Un camino desgarrador, apoyado el la tremenda interpretación del reparto, llena de silencios y una red de dolor enquistado, incurable, que procede de hechos terribles. Un pasado desgarrador que plantea la nueva situación del personaje principal lejos del clásico hombre en busca de redención. En su lugar, expone un alma herida que ha encontrado su pequeño nicho en el que empezar a sobrellevar una vida arrancada de sus entrañas, consciente de que el nuevo día transcurrirá por un camino diferente.
Las omnipresentes ausencias, estructuran la atmósfera de la película, exacerban las cargas de sus personajes: seres humanos haciéndolo lo mejor que saben para sanarse y ayudar a las únicas personas que tienen. Lonergan logra una intimidad exquisitamente calibrada a partir de situaciones incómodas entre personas completamente normales, pero de corazón endurecido. Sin embargo, consigue manejar el humor, desde el ligeramente sarcasmo a lo hilarante, lo que ayuda a aliviar la continua congestión en el pecho provocada por sus momentos más duros.
El guión no pierde el tiempo en explicar detalles sobre la ruptura de Lee o por qué es visto en la ciudad como un paria. Bastan unos recuerdos para atar los cabos e imaginarse toda la situación. Una economía emocional que evita caminar por los lugares comunes y que va permitiendo liberar pequeños momentos de esperanza aflojando los nudos brevemente, dejando que, en su crudeza, también sintamos cierto alivio por los personajes y sintamos la realidad de sus abrazos.
'Manchester frente al mar': el mejor trabajo de Casey Affleck
El martillo anímico de la película aparece en sus breves momentos de alivio de la penitencia de Lee. En su encuentro con Randi, una recuperada Michelle Williams, hay una sinfonía de pensamientos agonizantes y gestos incompletos que ilustran de forma realista muchas más cosas que un diálogo elaborado, logrando sacar las lágrimas del respetable sin necesidad de utilizar palabras. Lonergan permite que los sentimientos fluyan sin forzar las situaciones. Tan solo una sonrisa de Lee nos llega a conmover.
Lee Chandler es un hombre completamente devastado y la historia le ofrece poca esperanza de recuperación. Quizá suene demasiado deprimente pero da la oportunidad a Affleck de ofrecernos, sencillamente, el papel de su carrera. Parece que ha perfeccionado sus silencios para acercarse a un hombre que ha fabricado todos los muros posibles para poder vivir dignamente tras la pérdida, consumido tras complicadísimos combates pero finalmente en pie.
Las grandes interpretaciones no son lo único, pero resumen las virtudes de ‘Manchester frente al mar’. Su modestia visual transmite la sensación de que el director protege a sus personajes, respetando su dolor desviando la vista y dándoles su espacio. Pero los captura respirando, empujando e intentando lidiar y superarlo de forma fiel a la vida que conocemos, ofreciendo una visión diferente de la familia y una resolución hermosa y atípica, que pocos cineastas se atreven a intentar.
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