Aunque 'Mañana es hoy' está muy lejos de ser perfecta, es un pequeño milagro del audiovisual español, que a veces se siente un poco anquilosado entre los dramas de prestigio, las películas que explican nuestra historia y las comedietas a lo Santiago Segura. Sé que parece una paradoja o una manera de excusar una mala obra, pero nada más lejos de la realidad. La cinta de Amazon Prime Video es un proyecto nacido del amor hacia una idea que no se ha explotado lo suficiente en el cine patrio: los viajes en el tiempo.
Entre dos tierras estás
Tengo que reconocer que la idea de ver a Nacho García Velilla como director no me inspiraba mucha confianza. El creador de '7 vidas' ha ido en caída libre desde entonces, y películas como 'Villaviciosa de al lado' o la más actual 'Por los pelos: una historia de autoestima' no daban la sensación de que pudiera salir algo decente de 'Mañana es hoy'. Sin embargo, un guion más trabajado que en aquellas cintas, unos actores en estado de gracia y unas situaciones que no por ya vistas son menos hilarantes consiguen, in extremis, elevarla.
Siempre he sido muy fan de los "peces fuera del agua" que tienen que descubrir cómo funciona el mundo tras un viaje temporal: un Marty McFly sorprendido viendo el estreno de 'Tiburón 19', vaya. En este caso es inevitable soltar alguna risilla viendo a Carmen Machi descubrir el Satisfyer o a Javier Gutiérrez pegando a un móvil mientras intenta encontrar la rueda para girar.
Pero, además, 'Mañana es hoy' practica algo muy necesario en estos días: la anti-nostalgia. El ya consabido "Ay, es que en tiempos pasados todo fue mejor" se convierte aquí, pasado por una capa de modernidad, en un "La verdad es que estamos mejor de lo que parece". Tampoco se ahonda mucho (ni tan siquiera es su intención), más centrados en los gags y la resolución del misterio, pero sí lo suficiente como para encontrarse con un discurso original y francamente refrescante.
Vamos a la playa, calienta el sol
Puede que no sea tan importante, pero tengo que sacarlo de mi interior: 'Mañana es hoy' no ha calculado muy bien la época en la que transcurre. Su 1991 parece más 1986, tanto por el estilo visual como por las referencias que maneja (más allá del uso constante de Héroes del Silencio y 'Entre dos tierras'). Es muy difícil que el espectador pueda ubicarse: la nostalgia que parodia (de manera muy conseguida, por cierto) es la de unos años más atrás, con algunos tintes modernos que harán fruncir el ceño a los espectadores que añoren aquellos tiempos.
A la hora de la verdad, poco importa: el núcleo de la película es el que ocurre en 2022, y toda la parte dedicada al pasado se hace como un simple añadido (excesivamente largo). En el presente, la trama se divide en dos partes que, desgraciadamente, no mantienen el mismo nivel de interés: la conversión de Pilar en una mujer empoderada con amigas, karaoke y Satisfyer en mano es mucho más divertida, interesante y rompedora que la de José Luis, empeñado en descubrir el misterio que llevó a la muerte de su hija y para el que se une con unas Silvia Abril y Antonia San Juan sobreactuadas que parecen estar en un sketch de 'Late motiv' o un episodio de 'La que se avecina' más que en una película.
No es solo culpa suya: 'Mañana es hoy' tiene un serio problema con sus personajes, que tiene bien definidos pero a los que no sabe hacer evolucionar. El devenir de la pareja principal ocurre a golpe de giro forzado, los protagonistas cambian de personalidad según le venga bien a la trama y la revelación final sobre el misterio no se siente correcta.
Está claro lo que quieren hacer, y las intenciones son buenas, pero termina siendo algo incoherente y confuso. Un par de vueltas al guion para, en lugar de dar la sorpresa, hacernos sospechar, habría estado bien. En el eterno debate hitchcockiano de la bomba bajo el asiento, Velilla opta porque la explosión ocurra sin haber oído de lejos ni un "tic-tac". Sorprende, sí, pero al precio de romper el pacto de suspensión de la incredulidad con el espectador (si es que el hecho de que un móvil siga funcionando una semana después sin apagarse no la ha roto unos minutos antes).
¿Qué nos ocurre en el futuro? ¿Nos volvemos gilipollas?
La dirección de Velilla hace lo que puede con los recursos limitados con los que cuenta: las escenas de acción son un ejemplo de cómo ni el montaje puede salvar una mala planificación (ojo a esa subida de la noria que intenta, con planos muy cortos, que no se note la falta de presupuesto), pero, a cambio, los planos contextuales de 1991 son estupendos y los efectos visuales están usados de forma eficaz. Soluciona la papeleta.
Pero cualquier pequeño descalabro técnico acaba siendo perdonado gracias a un reparto que, en su mayor parte, eleva la cinta. Destacan, claro, la pareja de Javier Gutiérrez y Carmen Machi, que inevitablemente elevan la hilaridad solo con esos gestos y entonaciones marca de la casa, y la mezcla de nuevas caras como Asier Rikarte o la estupenda Elena de Lara con otras más televisivas, como Mina El Hammani y Carla Díaz (ambas de la escuela 'Élite').
La buena idea de estrenarla directamente en streaming hace que tengáis ante vosotros una película perfecta para un sábado por la tarde con la familia, sin mayores pretensiones. Puede que no vaya a pasar a la historia o que recordemos uno solo de sus diálogos en cuanto la apaguemos, pero al menos se ha atrevido a contar otro tipo de historias, a introducir la ciencia-ficción en un ecosistema cinéfilo patrio cada vez más pegado a la realidad. Y solo por eso ya merece la pena.
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