A Hollywood le cuesta cada vez más crear verdaderas estrellas, ya que en muchos casos no lo son más allá de ecosistemas muy concretos -seguro que vosotros también estáis pensando en Marvel-, por lo que cada vez hay menos intérpretes cuya presencia en una película sea un gancho real para llevar a la gente al cine.
Jennifer Lawrence pertenece a ese reducido grupo y ahora regresa a la gran pantalla con 'Sin malos rollos', una película que ella misma ha afirmado que "habría sido una injusticia estrenarla en streaming", algo que choca con el hecho de que sus anteriores largometrajes -'No mires arriba' y 'Causeway'- llegaron directamente a plataformas. La gran duda ahora está en saber cómo va a responder el público a la hora de ir a su cine más cercano para ver una comedia, un género que ha sufrido bastante con el auge del streaming.
Una comedia para adultos pero con corazoncito
Es verdad que haber recibido una calificación R en Estados Unidos denota que sus responsables han tenido más margen para intentar recuperar el espíritu de las comedias americanas con carga sexual de los años 80. No me cabe duda de que eso le va a valer ciertas críticas negativas que algunos podrían escribir sin tan siquiera verla, casi todas ellas derivadas del hecho de que una treintañera en apuros económicos acepte una peculiar propuesta para ligar con un joven virgen a cambio de un coche que necesita desesperadamente.
Eso lleva a que 'Sin malos rollos' ofrezca un peculiar giro a una fantasía recurrente utilizada a menudo en el cine porno, ya que el personaje de Lawrence tiene que mostrar una predisposición excesiva a querer liarse con el introvertido adolescente interpretado por Andrew Barth Feldman. James Gunn ya ofreció una simpática parodia de esas situaciones en la webserie 'PG Porn', pero aquí se opta por tirar mano del patetismo -y una generosa dosis de humor físico- para provocar la risa en el espectador que no rechace de entrada lo que propone la película.
Ahí está claro en todo momento que 'Sin malos rollos' es una cinta al servicio de Lawrence, quien además ejerce aquí como productora, de ahí quizá también que se tome ciertas libertades, sobre todo en una escena que pillará completamente por sorpresa a cualquiera que no esté al tanto de lo que va a suceder. Más allá de eso, lo realmente importante aquí es el gran timing cómico que muestra en un papel que Gene Stupnitsky, director y coguionista de la película, escribió con ella mente, lo cual lleva a que se sienta muy a gusto en todo momento, especialmente cuando le toca mostrar su vena más payasa, pero también cuando toca destacar más el lado más emocional del relato.
Y es que no esperéis que 'Sin malos rollos' sea una mera sucesión de gags alrededor del empeño de Lawrence en desvirgar a Feldman, porque eso llegaría un momento en el que se haría repetitivo o alcanzaría un punto tan delirante que algunos espectadores perderían el interés en ella. Esto lleva a que haya también un componente más tierno para que el público se vaya encariñando con sus protagonistas, lo cual se traduce a su vez en que la carga cómica vaya reduciéndose en beneficio de una historia que todos nos olemos a donde va a llevar.
Ahí puede que se eche en falta un poco más de mala leche o que ignore por completo cualquier dosis de realismo -en un segundo plano hay ciertos apuntes sobre la gentrificación que ayudan a que 'Sin malos rollos' se sienta más como una comedia hecho hoy en día y no hace varias décadas- para intentar superarse a sí misma. Perfectamente comprensible quien la vea entonces como una oportunidad perdida, pero es que eso tampoco es algo que realmente le interesa a Stupnitsky.
Recordemos que el anterior largometraje de Stupnitsky es 'Chicos buenos', una notable comedia que sabía cómo jugar con los límites de lo políticamente correcto y al mismo tiempo respetar que sus protagonistas eran unos niños a punto de entrar en la adolescencia. Aquí quizá esté un poco menos inspirado que en su ópera prima, pero se nota que está buscando algo parecido y al final la gran clave va a ser hasta qué punto cada espectador conecte con sus dos protagonistas.
Ya he destacado el trabajo de Lawrence, quien aprovecha 'Sin malos rollos' para mostrar una faceta suya en la gran pantalla que no había explorado demasiado hasta la fecha, pero quizá aún más importantes el caso de Feldman. Y es que él tiene muchos menos momentos dados a cualquier tipo de lucimiento, pero su personaje es el que tiene una progresión más clara, dejándose de paso claro que la mejora en sus habilidades sociales no se debe únicamente al hecho de seguir siendo virgen o no.
Además, la química entre ambos también tiene que ser de lo más peculiar, pues 'Sin malos rollos' en ningún caso puede permitirse optar por convertirse en una especie de comedia romántica al uso. Ese peligro lo esquiva con acierto pero al mismo tiempo lograr transmitir de forma eficaz los lazos que van surgiendo entre ambos personajes y cómo eso lleva a una resolución quizá demasiado bienintencionada, pero que encaja con lo que hemos ido viendo hasta entonces. Que partirse de risa está muy bien, pero también que los personajes tengan su corazoncito y no sean simples recipientes vacíos de las bromas.
Obviamente, 'Sin malos rollos' no será igual de divertida para todo el público -yo sí que me reí lo suyo-, pero sí es una comedia singular en los tiempos que corren que espero no se pegue un batacazo en taquilla. A fin de cuentas, espero que se hagan más producciones así orientadas al público adulto, que, sin querer en ningún caso compararlas, todavía recuerdo lo que me dolió en su momento el fracaso de la estupenda 'Casi imposible'.
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