Ahora parece que va a haber una moda de películas de terror basadas en hechos reales y en las que las posesiones demoníacas tienen algo que ver. Haces meses se estrenó con cierto éxito la correcta 'El Exorcismo de Emily Rose', y ahora llega 'Maleficio' ('An American Haunting' en el original). De hecho, esta película tenía que haberse estrenado justo después de aquélla, pero su estreno se ha retrasado hasta ahora sabe Dios porqué motivo, probablemente para que no la relacionaran con el film de Dickerson. Lo cierto es que el único parecido entre ambas películas es el hecho de que hay una posesión y que supuestamente se habla de hechos reales.
La historia de 'Maleficio' nos lleva a los años 1818 y 1820 en Tennesse, donde la familia Bell recibe la visita inesperada de una presencia desconocida e invisible que les hará la vida imposible llegando a dañar físicamente a alguno de sus miembros. El patriarca de la familia está convencido de que son el objeto de una maldición echada por una vecina con la que no se llevan bien, y hará todo lo posible por salir de esa situación.
El único interés que tiene esta película es la presencia en el reparto de dos veteranos: Donald Sutherland y Sissy Spacek. En el caso de la segunda, resulta curioso recordarla en la magnífica 'Carrie' donde casi parecía que estaba poseída, a verla ahora luchando del otro lado contra fuerzas invisibles e intentando comprender. Spacek nunca me ha parecido una de las grandes, pero desde luego aporta algo de dignidad y buen hacer al conjunto. Atención a sus miradas en el tramo final de la historia. Lo mismo se puede decir de Sutherland, un actor que con el paso del tiempo ha llegado a ese punto en el que con su sola presencia ya llega. Se pasea por la película con todos sus años de experiencia y resalta por encima de todo sin esforzarse demasiado. Una pena que los personajes que interpretan ambos actores apenas existan y estén totalmente desdibujados por culpa de un guión que apenas aprovecha las posibles ramificaciones de la ya de por sí pobre historia.
Courtney Solomon y Brent Monahan se han quedado a gusto transmitiendo al espectador la sensación de que esto del cine debe de ser horroroso o una profesión muy mala. La película en menos de 90 minutos se queda corta en todos los aspectos, pero sobre todo en su intento de inquietar o contar coherentemente una historia, y eso que ésta no da para mucho, ya que apenas es una línea argumental, una breve idea. El film tiene dos parches, uno al principio y otro al final, ambientados en la época actual, que desentonan del resto de forma alarmante. Es más, todos aquéllos que aguanten hasta el final y vean la resolución pueden acabar con un ataque de risa tremendo no dando crédito a lo que se está viendo. Porque a parte de la secuencia con la que termina la película, bochornosa y ridícula, hay en su tramo final una fuerte carga de moralina de esas que echan a uno para atrás, y en este caso, os lo aseguro, es para empezar a reir y no parar nunca.
Se podría decir en su favor, a parte de la presencia de los dos actores antes citados, que ciertas escenas están filmadas con cierta pericia, aunque la más impactante ya se ve en el trailer, la del carromato. Solomon se lo pasa en grande haciendo planos secuencia con la cámara llendo de aquí para allá, y en algunos momentos queda bien, pero en otros, o sea, cuando es preciso contar una historia, pues ya no queda tan bien ya que el espectador se cansa de tanta virguería.
Mala película pues, que hoy se estrena entre nosotros y que os aseguro es una pérdida de tiempo. Muchos os sentireis timados, y es que... ya no se hacen películas de terror como las de antes. Por cierto, otra de esas películas que habría que pasarle a mi compañera Beatriz para que machaque la estúpida traducción de su título original.