'Malditos vecinos 2', ingredientes similares, resultados desastrosos

Hace bien poco realicé un repaso de 13 terroríficas secuelas que deberíais ver porque merecen la pena, algo que, entre otras cosas, me sirvió para ver que el género al que realmente le sientan peor las continuaciones no es al cine de miedo, sino a las comedia. Ahí sí que creo que me costaría llegar a esa cantidad de títulos que realmente se eleven por encima de la media, mientras que enumerar pérdidas de tiempo sería muchísimo más sencillo.

Sin embargo, no hay que perder la esperanza en que alguna de ellas pueda ser una sorpresa tan agradable como lo fue hace un par de años ‘Infilrados en la universidad’ (’22 Jump Street’), la cual incluso lograba superar a su predecesora. Con ‘Malditos vecinos 2’ (‘Neighbors 2: Sorority Rising’) no esperaba que eso fuera a suceder, pero tampoco que fuera a ser tan mala, un más de lo mismo pero muchísimo peor y que da la sensación de estar hecha a toda prisa para aprovechar el tirón de la muy divertida primera entrega.

Volver para esto

No me cabe duda de que el principal motivo de que esta segunda entrega prácticamente duplique el presupuesto de la primera -se pasa de 18 millones de dólares a 35- fue la necesidad de convencer a los implicados en ‘Malditos vecinos’ con un jugoso cheque. De esta forma los productores podían sentirse más seguros de cara a la posibilidad de repetir éxito sin preocuparse tanto demasiado de lo que hicieran sus responsables. Ahí está el primer y más grave error de ‘Malditos vecinos 2’.

Siendo justos, ¿cuáles son las posibilidades reales de que una mis pareja vea cómo se muda al lado una fraternidad justo en un momento determinante de sus vidas -su primer hijo en ‘Malditos vecinos’ y la necesidad de vender la casa antes de mudarse a otra más grande en la secuela-? Aceptemos barco como animal de compañía porque de lo contrario no habría película, pero aquí es donde entra el factor más de lo mismo, y lo hace por partida doble.

Por un lado, tenemos la inevitable confrontación entre la pareja formada por Seth Rogen y Rose Byrne -algo desdibujados ambos, pero ella está especialmente desaprovecha aquí- y la nueva hermandad liderada por Chlöe Grace Moretz -no es que me volviera loco, pero ella es lo mejor de la función-, mientras que por otro el excesivo protagonismo de Zac Efron echa por tierra su muy divertido trabajo en la primera para llegar incluso a ser cargante aquí, lo cual anula incluso aquellos momentos que en otras situaciones hasta tendrían su gracia.

De hecho, la gran presencia de Efron crea una desequilibrio constante en el guion firmado por Andrew Jay Cohen, Brendan O’Brien, Nicholas Stoller -también director-, Evan Goldberg y el propio Rogen -mi teoría es que los dos primeros, que ya escribieron el libreto de la primera, hicieron su trabajo y luego los tres últimos hicieron todos los cambios que creyeron convenientes-, incapaz de dar el más mínimo interés a cualquiera de las tramas e incluso desaprovechando a los secundarios -lo de los amigos de los protagonistas da hasta vergüenza ajena-, una de las grandes bazas de la primera.

’Malditos vecinos 2’, más de lo mismo pero mucho peor

La cuestión es que no vale con parecerse a la primera para alcanzar un nivel similar. Es cierto que hay actitudes similares por parte de los personajes, pero la forma de entregar el chiste al público es tan o incluso más importante que lo bueno que sea. En la primera eran, por así llamarlos, el adorno perfecto para el desarrollo de la historia, ya que incluso los más excesivos encajaban con lo que se contaba y la hacían avanzar de una forma u otra. Así los gags eran incluso más graciosos de lo que deberían.

Un buen ejemplo, aunque no el único, lo tenemos en los cameos, bastante logrados en ‘Malditos vecinos’ y que aquí simplemente no funcionan, ya sea porque da la sensación de que simplemente están porque tienen que estar -caso de Lisa Kudrow- o que había material para algo divertidísimo e incluso te quedas con cara de tonto ante lo que acabas presenciando -ahí pienso sobre todo en Kelsey Grammer-.

Además, la puesta en escena de Stoller tiende al descontrol absoluto, introduciendo elementos que luego son obviados durante bastantes minutos o resueltos de mala manera y sacrificando la propia definición de historia y personajes -en el de Moretz había material para mucho más, pero bueno, al menos ella se recupera un poco tras cierto bodrio que estrenó a principios de año- en beneficio de un ritmo vivo que no deja que paladeemos nada y lo reduce todo a la efectividad de momentos puntuales, obviando su integración dentro de un todo.

Teniendo eso en cuenta, lo importante no es que sea más de lo mismo con el excesivo y un muy forzado protagonismo de Zac Efron -si acaso, debería haber aparecido brevemente en plan sorpresa y no construirlo casi todo a su alrededor-, sino que simplemente el cóctel no funciona porque parece que lo han hecho a toda prisa para quitarse el marrón de encima y poder pasar a otros proyectos que les estimulen más. Esa desgana se manifiesta en todo momento y hasta aniquila la efectividad de gags aislados que en otro contexto hasta podrían haber sido divertidos.

En definitiva, ‘Malditos vecinos 2’ es cierto que sigue un camino similar al de la primera entrega, pero lo hace de forma muy desorganizada, sin chispa y utilizando el exceso de forma errónea, ya que en lugar de ser una forma de canalizar los puntos álgidos de la historia se convierte en su salida para intentar tener gracia dentro de un descontrol que tiende a desdibujar absolutamente todo. Si queréis buen entretenimiento, os recomiendo darle una oportunidad a Blake Lively enfrentándose a un tiburón y no a este desperdicio.

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