El triste fallecimiento de Nicolas Roeg ha llevado a muchos a recordar la filmografía del director de películas tan importantes como ‘Amenaza en la sombra’ o ‘El hombre que cayó a la Tierra’. En mi caso, el título que siempre recordaré más de su filmografía es ‘La maldición de las brujas’, ya que es la primera película que recuerdo haber visto en un cine y que me marcase lo suficiente para recordarlo.
‘La maldición de las brujas’ cuenta además con la curiosidad de ser la última cinta en la que trabajó el legendario Jim Henson además de su muerte y con el odio de Roald Dahl, autor de la novela original, por la decisión de alterar su desenlace en una adaptación bastante fiel, algo que le molestó aún más porque llegó a rodarse un final idéntico al del libro. Por mi parte, tenía cierto miedo de que vista tantos años después se resintiera, pero lo cierto es que mantiene todo su encanto.
Una aventura diferente
Nada más empezar la película uno percibe que va a ser una película diferente en su forma de abordar una aventura orientada a toda la familia pero centrada en los más pequeños de la casa. Eso es algo que debemos en buena medida a la obra de Dahl, pero había que saber reflejar y es ahí donde el notable trabajo de ambientación y lo bien aprovechado que está por Roeg sienta las bases de lo que está por venir mientras establece el vínculo entre abuela y nieto.
Además, ‘La maldición de las brujas’ no evita utilizar ciertos elementos siniestros -la historia de la abuela sobre su amiga de la infancia-, un detalle que se opone a la mayoría de producciones similares, donde se busca más una situación de comodidad para el niño espectador. Me temo que eso acabaría ayudando al fracaso en taquilla de la película por mucho que Roeg prescindiera de alguno de los momentos más oscuros tras comprobar el efecto de los mismos en su propio hijo.
Sin embargo, estos primeros minutos se apoyan en un trabajo de puesta en escena de Roeg bastante austero para lo habitual en él pero sin renunciar nunca a su estilo, algo que cambia en la secuencia de la convención de brujas, ya que allí demuestra un manejo impresionante del uso de la cámara, empezando por el momento en el que las brujas desvelan su verdadero aspecto, siguiendo por los planos desde el punto de vista de Luke y acabando por la frenética huida cuando es descubierto.
Es en esos momentos cuando Roeg se deja llevar por unos excesos que nunca llegan a resultar molestos y que además encuentran un respaldo maravilloso en la interpretación de Anjelica Huston, la líder de las brujas. Se nota que la actriz está disfrutando de la libertad para dar vida a una villana sin ningún tipo de elemento redentor, algo que potencia lo suficiente el componente de película de terror de ‘La maldición de las brujas’, pero sin llegar a pasarse de la raya.
Un inesperado equilibrio
Y es que una de las claves de ‘La maldición de las brujas’ es que sabe dar con el equilibrio entre aventura infantil y cine de terror para que lo primero seduzca al espectador más joven y que lo segundo lo hipnotice y mantenga en tensión al mismo. Todo ello abordado desde una sencillez harto efectiva, incluso cuando Henson demuestra su tremenda habilidad en las escenas de los ratones, muy convincentes aún hoy.
No me quiero olvidar tampoco del maquillaje de las brujas, en concreto del utilizado en el personaje de Huston, ya que refleja muy bien esa maldad oculta cuando se mantiene humana, donde se apuesta por un look sexy bastante inusual para una cinta de estas características.
De todas formas, quien lleva realmente el peso dramático de ‘La maldición de las brujas’ es Jasen Fisher, joven actor que solamente realizaría tres películas -‘Dulce hogar… a veces’ y ‘Hook’ son las otras- antes de alejarse del mundo de la actuación. Fisher sabe captar muy bien la inocencia del personaje sin llegar nunca a resultar repelente u otros debes habituales en estos casos. A su manera funciona como el contrapunto ideal para la oscuridad de todo lo que sucede a su alrededor.
‘La maldición de las brujas’ triunfa en lo que busca
Sí es verdad que hay algún personaje desatendido -Rowan Atkinson parece que podría ser una especie de pequeño alivio cómico que nunca se llega a explorar y la mayoría de las brujas funcionan más como forma de ampliar la amenaza que representa Huston que como auténticos personajes-, pero en realidad eso tampoco importa demasiado por la agilidad de la aventura que se nos está contando, en la que no hay tiempo para los espacios muertos.
Sobre el desenlace tan criticado por Dahl, es verdad que rompe el tono de lo visto con anterioridad y que su naturaleza impostada no está disimulada en lo más mínimo -hasta casi llega a rozar lo paródico por momentos-, pero también que está pensada para devolver completo la comodidad a los niños del público que habían perdido al de poco de empezar la función.
En definitiva, ‘La maldición de las brujas’ es una notable muestra del poco habitual cine de terror para niños que, por desgracia, no encontró a su público en su estreno en 1990. En ella encontramos una aventura diferente con un efectivo trabajo de ambientación, un inspirado reparto, bien potenciada por Roeg cuando la ocasión lo requiere y con un gran trabajo de Henson en el uso de los ratones.
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