'Malasaña 32' busca seguir la estela de 'Verónica' y 'Expediente Warren' pero no llega tan alto como ellas

La rivalidad entre Mediaset y Atresmedia hace tiempo que también dio el salto a la gran pantalla, siendo cada vez más habitual las intensas campañas promocionales para las películas financiadas por sus visiones cinematográficas. El último ejemplo de ello lo tenemos con ‘Malasaña 32’, cinta producida por Atresmedia, compañía que se ha encargado de mantenerla bien fresca en la memoria del público desde que lanzase su primer tráiler coincidiendo con el estreno de ‘It: Capítulo 2’.

Sobre el papel, ‘Malasaña 32’ se presenta como una película de terror con un claro componente castizo que busca continuar la senda abierta hace un par de años por ‘Verónica’. Eso sí, la cinta de Paco Plaza dista de ser su único referente, pero uno también se acuerda varias veces de las franquicias ‘Insidious’ y ‘Expediente Warren’, llegando al punto de confiar más de la cuenta en beber de esos títulos que en crear una obra con voz propia.

Sustos con toque español

El prólogo de ‘Malasaña 32’ ya sienta las bases de lo que vendrá después: una película de terror tan obvia como insistente, ya que estira tanto el susto que nos vemos venir desde que la canica de un chaval se cuele en la casa de una mujer con mala fama en el vecindario. Ahí el director Albert Pintó juega tanto a querer ser inquietante que se acaba pasando de la raya no ya preparando el momento, sino regodeándose en él hasta que su efectividad pasa ser de lo más discutible.

Por suerte, la película gana interés cuando se da un pequeño salto en el tiempo para mostrarnos a una familia que ha abandonado su pueblo para buscar nuevas oportunidades en la gran ciudad. Es a su vez un momento histórico en el que España estaba a punto de dar un gran paso adelante tras la muerte de Franco, pero se encontraba aún en un punto muerto en el que no estaba del todo claro lo que iba a suceder.

Esto es algo que ‘Malasaña 32’ nunca llega a abordar de forma directa, pero si que se siente en el aire cuando toda mostrar la vida del matrimonio protagonista más allá de su piso encantado y que sirve para que la revelación del verdadero motivo de su marcha tenga una mayor entidad. Además, sirve para introducir en la historia a los otros personajes que tendrán peso en el devenir de los acontecimientos, pero no nos adelantemos más.

Como era de esperar, pronto empiezan a suceder los hechos misteriosos en la casa, desde la ventana que se abre y que va acompañada de una nota de alguien que vive enfrente que no se deja ver hasta un siniestro show televisivo. Ahí la película alterna aciertos con errores pero bebiendo en todo momento de obras ajenas -hay más referentes claros como 'Terror en Amityville'-, lo cual quizá desespere a algunos amantes del cine de terror.

Luces y sombras de ‘Malasaña 32’

Por mi parte, me llamó sobre todo la atención ese especie de conexión con lo sobrenatural que tiene el patriarca -¿una forma de decirnos que su muerte ya no está muy lejana?-, pero la película parece más interesada en que sirva como introducción de otros elementos sospechosos que en incidir realmente en ello. La prueba que nos faltaba para tenerlo claro es que la llegada del personaje de Concha Velasco y su hija, la cual sufre de parálisis supone desterrar por completo ese interesante detalle.

Pintó opta por ir elevando el toque más siniestro de la historia hasta culminar en un tramo final algo acelerado pero consecuente con todo lo visto hasta entonces. Es la excesiva familiaridad de todo lo que vemos en pantalla lo que impide que incluso sus mejores escenas lleguen a resultar incómodas, pero justo es reconocer el mayor esfuerzo por lograrlo en su ultimo acto.

Antes al menos se había preocupado de dar algo de fondo a los protagonistas y aprovechar ese toque más español de la historia para que su naturaleza derivativa no moleste tanto. Es verdad que se hubiese agradecido un reparto con una mayor entidad más allá de Velasco -y, en menor medida, Javier Botet como agente inmobiliario-, pero su reparto cumple en lugar de ser una molestia y aprovecha esos momentos de corte más personal para que sus personajes no resulten demasiado grises.

Además, visualmente se nota cierta preocupación en conseguir un acabado quizá no elegante, pero si con la suficiente solvencia como para que la película no esté totalmente al servicio de los picos de tensión en la notable cantidad de sustos que van sucediéndose a lo largo del relato.

En resumidas cuentas

‘Malasaña 32’ no es la nueva gran película de terror del cine español, ya que bebe en exceso de otras obras -incluyendo la muy superior ‘Verónica’- para ofrecer un producto de rápido consumo en el que al menos hay algunas buenas ideas para potenciar su lado más siniestro, da algunos toques de interés a su componente más local y sorprende por el uso que hace de Concha Velasco.

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