Han pasado diez años desde que Achero Mañas, dirigiera 'Todo lo que tu quieras' (2010), hasta que los astros se han reunido para poder sacar adelante 'Un mundo normal' (2020), más que una película personal, una disección casi autobiográfica en la que el cineasta habla sobre la identidad, y la importancia de la honestidad a los principios. Con ella compite en la Sección Oficial del Festival de Málaga, donde fue presentada hace unos días.
El film está protagonizado por Ernesto Alterio, un director de teatro que sueña con hacer un musical y no acaba de ver con buenos ojos venderse por dinero para dirigir una serie, un detalle que deja entrever la más que probable experiencia personal de Mañas, que, por si no dejara suficientes pistas para saber de que el film habla sobre él mismo, pone a su propia hija, Gala Amyach, como la hija de Alterio, una joven que compagina su afición de pintora y estudiar Derecho como salida laboral.
Seguir el instinto
Resulta sintómatico, además, lo que el director comentaba en la presentación del film en el festival:
"Amo tanto el cine que sin las condiciones apropiadas, sin lo que considero que merece la película, he sido incapaz de dirigir, por eso he estado diez años sin hacerlo (...) No existe reconciliación entre lo común y lo particular si no somos nosotros mismos, no tenemos que renunciar a ser nosotros mismos para vivir en comunidad, ese es el planteamiento de la película".
Esto tiene mucho que ver con los temas del film, divididos siempre en lo que se supone que hay que hacer y lo que sientes que debes hacer con tu vida. Ese dilema se presenta claramente en el conflicto del personaje principal, que vive en una marea de dudas, dificultades económicas y una supuesta inmadurez que se puede más bien considerar una gran crisis de la mediana edad. Mientras, ve cómo su hija sigue un camino bien establecido con sus estudios de derecho, pero en realidad siente que ella debería seguir su vocación artística porque también ha estado ahí.
El catalizador de esas urgencias y luchas internas es la abuela, la genial Magüi Mira, una mujer estoica, libre y nada convencional que ve que están muriendo todos sus amigos (con una particularmente brillante sincronía de planos de entierros desde la profundidad del nicho). La última voluntad de la mujer es no ser enterrada en una caja ni incinerada, sino que su cuerpo descanse en el mar valenciano frente al pueblo en el que nació. Un hecho que representa la última voluntad de la propia madre del director, que le hizo reflexionar "sobre qué se hace con esas particularidades que no encajan".
Una road movie sencilla y cercana
Un tercer personaje, Ruth Díaz, interpreta a la pareja de Alterio en un momento de ruptura, que crea un tropo quizá demasiado anticuado de la ex-mujer enfadada por casi todo, y por supuesto por la decisión de Ernesto de cumplir la última voluntad de su madre cueste lo que cueste. El núcleo central de 'Un mundo normal' es una road movie de manual con padre, hija y el cuerpo de la abuela, es una especie de versión amable de 'Los tres entierros de Melquíades Estrada' (The Three Burials of Melquíades Estrada, 2005) con la locura y el problema que supone en el mundo real tirar un cuerpo al mar sin permisos y de forma ilegal.
Un viaje con todas las reflexiones, altibajos, circunstancias y diálogos existenciales que se pueden esperar en un film español de corte muy de los primeros años 2000, cuando este tipo de películas generaban conversación y se valoraba la sinceridad casi ingenua con la que están planteadas, en donde puedes ver personajes bien desarrollados y actuaciones como la de Alterio, que permiten ver dudas y conflicto en el absurdo de la situación y el humor suave, pero muchas veces efectivo, de una aventura que deja ver una proyección de la propia experiencia del director.
Es imposible no pensar en 'Un mundo normal' como el deseo no realizado (¿o sí?) de Achero Mañas con la petición de su madre y quizá por eso su coda es verdaderamente emocionante en su sinceridad y su pureza sentimental. Una carta de amor a su progenitora que tan solo puede catalogarse, sin ningún tipo de cinismos, de preciosa, que lleva consigo un mensaje de autoafirmación sobre lanzarse a lo desconocido y la incertidumbre, por muy loco que parezca todo, para lograr seguir la voz que palpita dentro y lograr ser quien uno desea ser en realidad.
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