Que una película tuya gane el Oscar va a marcar tu carrera de forma irremediable, pero de lo que hagas después depende que sea uno de los puntos álgidos de tu carrera o el momento en el que tocaste techo y que luego nunca lograste volver a alcanzar. En otras palabras, es sin duda una bendición, pero también puede convertirse en una losa de la que nunca te podrás deshacer.
En el caso de Michel Hazanavicius ni siquiera creo que ‘The Artist’ sea una gran película, pero sí que llegó en el momento oportuno para hacer historia. Se llevó finalmente para casa cinco estatuillas, incluyendo las de mejor película y director. Menos suerte tuvo con ‘The Search’ y ahora al fin llega a España la irregular ‘Mal genio’ (‘Le Redoutable’), en la cual retoma el séptimo arte como eje del relato, en concreto la relación que Jean-Luc Godard mantuvo con la actriz Anne Wiazemsky.
A mitad de camino
Una vez vista la película no queda del todo claro hasta qué punto quiere ser una comedia. Durante muchos momentos sobrevuela un tono cercano a la parodia sin que Hazanavicius se atreva nunca a zambullirse de lleno en ello. De hecho, apenas hay un elemento cómico recurrente vinculado a la facilidad del protagonista para que sus gafas de rompan, mientras que luego tan pronto da un giro hacia lo intenso que provoca que ‘Mal genio’ sea, ante todo, un relato desequilibrado.
Más allá de eso parece que la idea es retratar más que desmontar la particular actitud de Godard, quien se siente indudablemente atraído por la orientación política que estaba empezando a coger fuerza en la época pero siempre intentando plegarlo a su visión como artista. Eso provoca que tan pronto le aplaudan como le abuchean por sus comentarios en las asambleas y también que pase de ser fascinante a repelente sin solución de continuidad.
Louis Garrel logra captar muy bien esas contradicciones del personaje -y su transformación física es digna de elogio-, logrando que tan pronto nos resulte una mente fascinante como poco menos que un divo insoportable. Esos vaivenes provocan que Stacy Martin, la gran revelación de ‘Nymphomaniac’, tenga más armas para ir mostrando la evolución emocional de su personaje. Al principio te conquista, recuperando esa frescura que tan bien exhibió en la cinta de Lars Von Trier, pero luego se contagia de ese toque errático que va adueñándose de la película sin que Hazanavicius sepa evitarlo.
‘Mal genio’, cine desequilibrado
De hecho, Hazanavicius casi parece regodearse en ese hecho con alguna salida de tono ocasional que en sí misma puede llegar a funcionar -pienso en esa escena que se ríe de los desnudos en el cine-, pero que refuerza esa deriva que acaba provocando que ‘Mal genio’ vaya perdiendo interés. Además, incluso esos cambios de actitud acaban resultando un tanto redundantes cuando deberían haber dado forma a una mente fascinante y cómo ésta afecta a los que le rodean.
Esa indefinición entre lo que realmente quiere ser, que afecta a la película a varios niveles -desde el tono hasta las actuaciones-, es lo que acaba condenando a ‘Mal genio’ a quedarse en tierra de nadie. Hazanavicius aún tiene la capacidad para darnos alguna escena estimulante aquí y allá y soy consciente de que es algo que en parte encaja con la personalidad de Godard en la película, pero a la hora de la verdad se convierte en un lastre que impide que la película desarrolle todas sus posibilidades, quedándose más en la anécdota y un mensaje un tanto tibio.
En definitiva, ‘Mal genio’ no es una película despreciable, pero sí es una propuesta fallida que nunca termina de saber qué es exactamente lo que quiere ser, algo que va siendo más evidente según pasan los minutos. Al final hay buenas escenas y un trabajo estimable de sus dos protagonistas, pero no es suficiente para recomendarla más allá de como una curiosidad que Hazanavicius no ha sabido exprimir a fondo.
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