'Magical Girl', el amor es una mierda

'Magical Girl', el amor es una mierda
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En menos de dos meses los cinéfilos de medio mundo y parte del otro se pondrán manos a la obra para realizar tropecientas listas de “lo mejor del año”, tan inútiles como informativas de por dónde respiran algunos. Espero, deseo y hasta sueño con el hecho de que ‘Magical Girl’ (id, Carles Vermut, 2014) aparezca en la mayor parte de ellas. El segundo largometraje del atrevido Carles Vermut, que le ha valido el premio mayor en la última edición del Festival de San Sebastián, que habrá ayudado un poquito en su difícil carrera comercial.

Y digo atrevido porque Vermut ha osado, en estos tiempos de consumo rápido, reflexión aún más rápida y olvido permanente, optar por un film a contracorriente. Tres historias alrededor de un personaje que funciona como nexo de unión, que en manos de su director y guionista se alza como un film con numerosas interpretaciones, jugueteando con los géneros, sobre todo el Film Noir. Un film arriesgado que demuestra una vez más que en arte, la forma es el fondo. Que hay muchas formas de decir una cosa, y la más efectiva no es siempre la más fácil, sino todo lo contrario.

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(From here to the end, Spoilers) En un momento dado de ‘Magical Girl’, el personaje al que da vida un pletórico José Sacristán, Damián, está construyendo uno de esos puzles de muchas piezas, en clara consonancia con la estructura narrativa de la película. Al finalizarlo descubre que le falta una pieza que no puede encontrar. La misma que le unirá con el personaje interpretado por Luis Bermejo, Luis, profesor en paro que busca desesperadamente cómo regalar a su hija, enferma terminal, el caro disfraz de la protagonista de una serie de animación oriental. Y en medio… en medio Barbara Lennie.

El encendido y apagado esplendor de una actriz que pone toda la carne en el asador, algo muy común entre los actores españoles, pero pocos capaces de sumergirse y transmitir de verdad a través de un personaje a todas luces difícil, y con la que el fuera de campo utilizado en ocasiones por Vermut añade multitud de matices al mismo. Cicatrices que sugieren prácticas sexuales nada fáciles y puertas que llevan a mundos sólo oteados por Kubrick. Y aunque el citado personaje pueda despertar pena, también puede verse como una variante de la femme fatale que baña el universo del cine negro.

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La vida es un rompecabezas

Una femme fatale que conecta con los personajes de Sacristán y Bermejo, y que juntos pueden representar lo peor del amor, o dicho de otra forma, sufren las peores consecuencias que ese indomable sentimiento es capaz de desencadenar. Un padre únicamente preocupado por satisfacer a su hija con un regalo muy caro, mientras ella sólo busca su compañía. Un profesor con tomentoso pasado que encontrará inesperadamente la venganza más deseada. Chantajes y celos en una historia nada complaciente y que huye muy inteligentemente de lo que el espectador esperaría en la resolución.

‘Magical Girl’ no tiene nada de mágico, ni de esperanzador, más bien todo lo contrario. El desolador y terrible destino que sufren algunos de sus personajes —pienso en ese padre y la cría— se empareja con el encuentro final entre Bárbara (Lennie) y Damián, en la que con un sencillo giro de muñeca, y un truco de magia, se le da la vuelta a una situación de poder. El amor no es un juego de princesas, es duro, quema, desencadena pasiones imposibles de controlar, y sus prisioneros, a los que el fantasma del sexo tortura de una u otra forma, se ahogan sin remisión o sobreviven de la forma más dura posible.

Y Vermut acierta de lleno en su puesta en escena, totalmente milimétrica, con una planificación muy cuidada. Todo un acierto mientras retrata situaciones que se les escapan de las manos a sus personajes, mientras el montaje hace lo necesario para dar forma a esas tres ramificaciones argumentales. La vida es un rompecabezas en la que a veces falta una pieza fundamental que cae en manos de otro cualquiera y que no le da el valor que tiene. Maravillosa alegoría, como la película en sí.

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