El accidentado trabajo de producción de 'Mad Max: Furia en la Carretera' (Mad Max: Fury Road) me llevó a tener serias dudas sobre que pudiera acabar siendo una película que mereciera la pena, pues encima tampoco había sido nunca un gran fan de la trilogía original protagonizada por Mel Gibson. Sin embargo, el lanzamiento de su primer tráiler me hizo recobrar la esperanza en ella y los que han ido apareciendo posteriormente sólo han reforzado la idea de que ahí podía salir algo muy grande.
Todo esto fue un paso más allá cuando aparecieron las primeras críticas, donde se mostraba un entusiasmo pocas veces visto hacia un blockbuster y encima con una unanimidad aplastante. Ahora lo único que falta es que se convierta en un gran éxito comercial que lleve a Hollywood a seguir haciendo películas como 'Mad Max. Furia en la Carretera', una maravillosa salvajada y un espectáculo de primera categoría que hay que ver sí o sí en pantalla grande.
La magnífica "sencillez" de 'Mad Max: Furia en la Carretera'
Hace apenas unos días tuve la ocasión de volver a ver 'Mad Max 2, el guerrero de la carretera' (Mad Max 2: The Road Warrior) y no me cabe duda de que el objetivo de George Miller con esta cuarta entrega era recuperar todas las virtudes de la misma y ampliarlas libre de toda atadura. A ello ayudó mucho contar con un presupuesto de 150 millones de dólares, una cifra muy superior a la que dispuso en 1982, y encima entonces se vio obligado a hacer multitud de cortes en las escenas más violentas. Aquí parece que ha gozado de plena libertad por parte de Warner y eso se nota en el resultado final.
Uno de los rasgos que sigue presente en 'Mad Max. Furia en la Carretera' es la escasa importancia de los diálogos, reducidos casi a la mínima expresión para que sean las imágenes las que nos cuenten lo que está sucediendo. Además, el guión escrito por el propio Miller junto a Brendan McCarthy y Nick Lathouris tampoco muestra especial interés en desarrollar una historia en el sentido convencional, sino que crean las justificaciones necesarias para mantener la coherencia dentro de la orgía de acción y destrucción que vemos en pantalla.
Habrá a quien ese apunte sobre el guión le sonará a algo necesariamente negativo, pero lo cierto es que 'Mad Max: Furia en la carretera' tiene un libreto impecable para lo que busca, ya que con una sencillez aplastante logra que nos importe lo que pueda sucederles a sus protagonistas, un gancho necesario para que disfrutemos más allá de la grandeza visual conseguida por Miller en la dirección. Además, lo logran sin que eso contamine al ritmo de la película, ya que incluso en los -escasos- momentos de calma transmite la sensación de amenaza constante y que tienen que aclararlo todo lo antes posible para no sucumbir ante las hordas lideradas por el siniestro Immortan Joe.
Además, Miller se permite el lujo de introducir una interesante lectura feminista que algunos han utilizado como excusa para atacarla con argumentos un tanto ridículos. No es que sus metáforas sean muy trabajadas, pero sí son muy efectivas dentro de un contexto en el que lo que realmente importante es que todos los personajes con alguna importancia en el relato destacan por su fuerza y entidad propia en lugar de ser meros acompañantes, y eso es algo que acaba reflejándose cuando llega la hora de ponerse violentos, que es muy a menudo.
Atronadora y visceral
'Mad Max: Furia en la Carretera' es una persecución casi continua, llegando a dar la sensación de que estamos viendo una gigantesca secuencia de casi dos horas de duración en lugar de una película con grandes escenas de acción aquí y allá. El frenético montaje de Margaret Sixel tiene buena culpa de ella, ya que el propio Miller ha comentado que hay 2.700 cambios de plano, lo cual equivale a una media de un corte cada menos de tres segundos. Este dato puede sonar escalofriante para aquellos que quieran seguir con claridad lo que sucede en pantalla, pero es que aquí se demuestra que no es algo que haya que sacrificar para mantener la locura en acción.
Tampoco conviene olvidarse de la importancia del trabajo en la fotografía de John Seale y de la banda sonora de Junkie XL, ya que el primero aprovecha al máximo los desiertos naturales para transmitir una sensación de quemazón y vacío infinito y la terrosidad del mismo se contagia al colorido de la película, destacando la viveza de los mismos. Por su parte, la música tiene un efecto atronador para componer casi una sinfonía de la destrucción que nos hace sumergirnos aún más en todas las salvajes y viscerales escenas de acción, pues nos aturde en el buen sentido de la palabra y sabe mantenerlo en todo momento.
No obstante, el principal responsable de que 'Mad Max: Furia en la Carretera' sea una obra cumbre del cine de acción es George Miller, aunque en este caso no creo que se pueda hablar de una humillación a otros directores, sino de un trabajo de planificación extremadamente meticuloso y bien pensado que luego ha sabido plasmar en imágenes. Lo mejor de todo es que ha sabido extraer todo lo que se puede sacar de la historia que nos quería contar y encima lo ha hecho con un control absoluto de sus posibilidades narrativas, no dejando nada al azar.
Esto encuentra su fiel reflejo en un festín visual plagado de planos y escenas para el recuerdo, pero donde lo que realmente importa es la constancia para crear un espectáculo sin altibajos que toma algunos elementos del western, pero que en realidad es un vertiginoso thriller en el que hasta los vehículos, una de las señas de identidad de la saga, consiguen aportar algo en lugar de ser una excusa para crear una fantasmada mejor o peor conseguida. No voy a negar que 'Mad Max: Furia en la Carretera' lo sea en el fondo, pero lo es con tanto estilo y precisión que sólo es algo que uno tiene en cuenta tras estar un buen rato repasando mentalmente la película.
Más atrás comentaba que uno de los grandes logros del guión era construir personajes fuertes, asignando una misión a cada uno de ellos y logrando que nos importen. Es evidente que los actores también cumplen con su cometido, pero lo realmente importante aquí no son las interpretaciones, todas muy funcionales y a las que no se les puede poner ningún pero en sí mismas, como la increíble unión de fuerza y carisma que derrochan Charlize Theron y Tom Hardy -quien, una vez vista la película, hasta ha tenido que pedir perdón a Miller por lo frustrado que estuvo durante el rodaje al no terminar de entender lo que quería hacer-, llamando la atención que, aunque por poco, la auténtica protagonista sea la resolutiva Furiosa.
En definitiva, 'Mad Max: Furia en la Carretera' es una gozada de película que nos recuerda todo lo que un -muy- buen blockbuster podría llegar a ser si realmente el plan fuera hacer un entretenimiento de primera categoría y no una pieza más dentro del engranaje, algo cada vez más de moda en Hollywood. Un pequeño milagro para pasárselo en grande.
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