La carrera de Casey Affleck tenía que haber recibido el impulso definitivo gracias a su merecido Óscar por ‘Manchester frente al mar’, pero la reaparición de unas acusaciones por acoso sexual que se cerraron con un acuerdo extrajudicial enturbiaron su triunfo y desde entonces no ha sido especialmente prolífico.
De hecho, ‘La luz de mi vida’, que este viernes 11 de octubre llega a los cines españoles, es solamente la segunda película que rueda desde entonces y la primera en la que además ejerce como director y guionista, dándose la casualidad de que esas acusaciones por acoso sexual se remontan a su anterior trabajo tras las cámaras. La temática de ‘La luz de mi vida’ tampoco invitaba a olvidarse de ello, pero lo que a nosotros realmente debería importarnos de esta cinta es un interesante drama post-apocalíptico con un gran dúo protagonista.
Una propuesta intimista
‘La luz de mi vida’ nos cuenta la historia de un padre y su hija intentando sobrevivir en un mundo seriamente diezmado por una pandemia años atrás. Esa pandemia tenía una particularidad muy importante: acabó con la vida de prácticamente todas las mujeres del planeta. Por ello, la hija tiene que hacerse pasar por un hombre para evitar las “tentaciones” de extraños, lo cual les fuerza a llevar una vida nómada.
Normalmente no soy muy amigo de detallar el argumento de una película en mis críticas, pero en este caso lo he creído conveniente para entender mejor lo que Affleck busca conseguir en ‘La luz de mi vida’. Para empezar opta por un enfoque intimista, muy centrado en los personajes interpretados por él mismo y la joven Anna Pniowsky, tanto en importancia como en la decisión de cerrar el encuadre de la cámara sobre ellos, tanto para conocerlos como personas como para entender su forma de abordar el mundo.
Eso lleva a que Affleck apueste por un ritmo muy pausado, quizá deleitándose en exceso en algunas situaciones en lugar de dejar que la historia progrese al ritmo necesario. De esta forma refuerza los vínculos entre padre e hija a través de extensas conversaciones y deja respirar a la interpretación de ambos -la abundancia de planos de larga duración también ayudan a ello-, lo cual no quita que debería haber optado por algo más de economía narrativa dado el hecho de el deja vu es constante a lo largo de todo el metraje.
Ahí puede entrar en conflicto la delicadeza con la que Affleck retrata la relación entre padre e hija, como si el primero estuviese intentando salvarla de un mundo horrible, con la necesidad de encontrar algo que realmente distinga a ‘La luz de mi vida’ de propuestas similares. La novedad es algo que ya resulta imposible de encontrar en el cine narrativo y es la mezcla de elementos la que ha de encontrar una frescura de la que, por desgracia, carece la película que nos ocupa.
Más luces que sombras
Calificarla como obvia quizá sería exagerado, pero no por ello deja de ser cierto que los resortes dramáticos en los que se apoya Affleck nos lo vemos venir y eso podría haberse vuelto fácilmente en su contra. Por mi parte, creo que limita el alcance de los flashbacks en los que se nos muestra brevemente cómo afectó la pandemia a su esposa porque justamente no tiene tiempo para ir más allá del impacto emocional directo.
Es curioso que lo que al mismo tiempo limita ‘La luz de mi vida’ sea su principal fortaleza, ya que tomarse las cosas con calma permite crear la empatía necesaria para que el espectador se implique con este padre y su hija. Así los miedos iniciales del primero, que podían parecernos algo exagerados, se van haciendo nuestros y cuando llega el verdadero peligro lo sentimos como real y no como la necesidad de elevar la intensidad dramática en su tramo final.
Ya fui consciente de ello mientras veía ‘La luz de mi vida’, pero apenas unos días después vi otra película cuyo desenlace guarda ciertos paralelismos con la dirigida pro Affleck -no diré cuál porque eso daría una pista notable sobre por dónde van los tiros- y se reforzó la sensación de que puede que esta película cometa algunos errores por el camino y que su historia resulta un tanto familiar, pero ese enfoque intimista y las grandes interpretaciones de sus dos protagonistas resultan claves para que acabe funcionando.
En resumidas cuentas
Las interpretaciones de Affleck y Pniowsky son lo mejor de una película cuyo tono intimista evita que ciertos lugares comunes dañen el resultado final. Además, su ritmo pausado ayuda a que te impliques con el viaje de sus protagonistas aunque sea a costa de limitar el alcance dramático del mismo. A ‘La luz de mi vida’ le interesa más mostrar cómo evoluciona la relación entre padre e hija que presentar una nueva sociedad, donde quizá se apoya demasiado en lugares ya explorados sin aportar gran cosa a ellos.
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