La quinta entrega de la saga de Piratas del Caribe ha triunfado en la taquilla de medio mundo, reforzando sin lugar a dudas la continuidad de la misma sabe Dios por cuántos años más. No está nada mal para una franquicia basada en una atracción situada en Disneyland, parque temático abierto en 1955. La atracción abrió sus puertas al público en 1967, fue la última que supervisó Walt Disney personalmente, y una de las bases tomadas como fuente de inspiración es precisamente esta película de Frank Borzage.
‘The Spanish Main’ es su título original. Cuando se editó en DVD en nuestro país lo hizo con el título ‘Caribe’, para finalmente adoptar el de ‘Los piratas del Mar Caribe’ por aquello de relacionar el film con la citada saga. Pero las coincidencias no van más allá de las batallas navales, los fugitivos convertidos en piratas y los enfrentamientos a espada. No es, a diferencia de los films de Gore Verbinski y demás, una película que adopte elementos fantásticos.
‘Los piratas del mar Caribe’ supone además la primera película filmada en technicolor de la RKO —en su momento una productora muy importante y poderosa— y supuso uno de los grandes éxitos comerciales de la productora a mediados de los años cuarenta. Se trata de una de las películas que Borzage filmaba de manera alimenticia para luego hacer los proyectos que realmente le interesaban. Eso no quiere decir que Borzage hiciese el film con desgana o similar, al contrario. La fuerza expresiva de su director sigue estando vigente en cada fotograma.
Color lleno de vida
El director natural de Utah, que ganaría el primer Oscar de la historia al mejor director por esa obra maestra de título ‘El séptimo cielo’ (‘7th Heaven’, 1927) —el segundo lo ganaría tres años después—, trabajó tanto en la época silente como en la tan celebrada sonora, y al contrario de muchos compañeros de profesión, sobre todo actores, supo adaptarse al sonido, a pesar de las evidentes faltas que éste produce en la imagen, a partir de ahí menos sugerente, menos evocadora y más al servicio de la palabra.
Borzage fue ante todo un tratador perfecto de la imagen, un poeta de la misma. ‘Los piratas del mar Caribe’ pertenece a su última etapa como creador, menos intensa que la de finales de los años veinte, principios de los treinta —la mejor—, pero conserva un gran interés, pareciendo incluso un juego con su propia filmografía, en la que el tema primordial, por encima de todos los demás, el amor, parece quedar aquí en segundo plano, en total beneficio de la aventura.
Pero es mucho más que un espejismo, hábilmente oculto en toda la gama de colores que George Barnes aplica al film. Precisamente el operador fue nominado aquel año dos veces, por esta película y por ‘Recuerda’ (‘Spellbound’, Alfred Hitchcock, 1945), trabajo en las antípodas al presente —la luz frente a la oscuridad—. En ‘Los piratas del mar Caribe’ el color es la representación de una aventura única, llena de emoción y peligros. La lucha de la vida a modo de película de piratas, en la que el amor es el gran triunfador.
Borzage mainstream
Paul Henreid es el absoluto protagonista del film, Laurent Van Horn, un capitán holandés que es encarcelado injustamente por las autoridades caribeñas. Elipsis brutal tras su fuga, y le vemos a bordo de un barco en el que viaja la Condesa Francesca —personaje a cargo de Maureen O´Hara— que va camino de casarse con Don Juan Alvarado (Walter Sleziak), antiguo captor de Van Horn ahora convertido en un temido pirata que se hace llamar Barracuda y que toma a Francesa como esposa. La boda en alta mar es uno de los momentos más bellos del film.
Así, lo que parece una venganza contra Alvarado en realidad se trata de amor verdadero. Genial el detalle de citar la época en la que los matrimonios concertados estaban a la orden del día, para terminar casándose “a primera vista” con un pirata, eso sí, mucho más apuesto e inteligente que su adversario. Este extraño amor a tres bandas obtiene su punto culminante cuando Borzage estrecha lazos de unión entre ambos antagonistas en el momento en el que Alvarado comprende perfectamente que Barracuda no se detendrá ante nadie por rescatar a su enamorada.
Al igual que en su etapa silente Borzage encierra a los amantes dentro del plano, y cuando quiere representar los sentimientos hace lo mismo con los primeros planos. El amor no es algo público, es algo muy íntimo, y aquí es además la única motivación de los personajes centrales. Incluso es utilizado por el director, de forma muy inteligente, como falsa celebración de victoria en la tensa secuencia del escape de los dominios de Alvaredo y sus hombres creen que se va para celebrar su matrimonio. Fuegos de celebración que cualquiera creería, cuando la realidad (verdad) es otra bien diferente.
‘Los piratas del mar Caribe’ tiene además traiciones varias, secuencias de lucha, personajes secundarios entrañables —con especial mención para el de Binnie Barnes, de cruel destino—, algún detalle cómico y un ritmo impecable. Todo un clásico del (sub)género.
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