'Los Falsificadores', sobreviviendo a ritmo de tango

'Los Falsificadores' se hizo con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa en la pasada edición de la dorada estatuilla. No había una clara favorita para el premio, tal y como ocurre todos los años (lo que no significa absolutamente nada, dados los resultados del año pasado, o el año de 'Amelie', que era la gran favorita, y la tontería aquella sobre la guerra se llevó el pato al agua). Tal vez, una temática tan favorita de los estadounidenses como es la de los campos de concentración en los que se ve a un montón de judíos pasarlo mal, pues ha logrado ganarse el corazoncito de los académicos.

Afortunadamente 'Los Falsificadores' ('Die Fälscher', 2007) no trata el mismo tema de siempre que ya han tratado películas como 'La Lista de Schindler' o 'El Pianista', y con esto no me refiero a que estas películas sean malas (más bien todo lo contrario, sobre todo la primera), pero se agradece que nos narren cosas nuevas en unos tiempos en los que la originalidad brilla por su ausencia, lo que tampoco convierte a las películas en buenas o malas, todo hay que decirlo.

SPOILERS

'Los Falsificadores' narra una historia basada en hechos reales. La de un grupo de judíos que salvaron sus vidas en los campos de concentración alemanes, trabajando para los nazis en una importante operación de falsificación de varias monedas, con la que se trató de hundir la economía de varios países. Así pues la película no versa sobre las penurias de los judíos sometidos a la maldad de los malvados, valga la redundancia, nazis. Aquí no hay buenos ni malos en la típica tradición del género. Aquí ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos. Al igual que la vida, no todo es blanco o negro, si no que hay una clara gama de grises con sus matices.

Precisamente el personaje central de la película es probablemente el más fascinante de todos. Su comportamiento se basa siempre en el más puro egoísmo, incluso cuando se trata de salvar la vida a algún compañero, no lo hace por motivos altruistas, siempre esconde un motivo, sea éste justificado o no. Sirva como ejemplo, el final del film, en el que se dedica a gastar todo el dinero jugando, movido por los remordimientos de haber conseguido ese dinero a costa de vidas. Y sin embargo, inmediatamente después, mientras baila con una mujer que está con él exclusivamente por su dinero, afirma que hará más dinero, ya que es lo único que sabe hacer perfectamente. Dicho personaje choca en la película con otros más típicos, como el de cierto compañero que se niega a falsificar dólares porque no quiere trabajar para los nazis. Dicho personaje es mucho más tópico, y también un poco inútil, ya que lo que parece ser un interesante conflicto en el desarrollo de la trama, se convierte en nada cuando nuestro protagonista mete mano y lo realiza todo él.

Stefan Ruzowitzky, quien nos horrorizó con la espantosa 'Anatomía' (la segunda parte ya ni la vi), se muestra algo nervioso por momentos en la realización, con movimientos de cámara, que a mi juicio, entorpecen un poco la narración. No lo hace siempre, lo cual llama la atención, porque tampoco lo reduce a momentos dramáticos por excelencia o por algún motivo en especial. Parece hecho a la buena de Dios, sin ningún tipo de justificación. Aún así, bien lejos queda esta película de la antes mencionada, tanto por intenciones como por resultados. Buenas interpretaciones, destacando sobre todo la de Karl Markovics, quien realiza un personaje ciertamente incómodo y nada complaciente con el espectador. Y sobre todo, buen ritmo, a lo que contribuye la ajustada duración de la película, poco más de hora y media, un milagro en los tiempos que corremos.

Me ha llamado la atención de la utilización en la banda sonora de tangos, algo que me parece un acierto. El tango posee algo de tristeza, de alegría, de melancolía. Y eso es precisamente lo que destila 'Los Falsificadores', la historia de un hombre que tuvo que sobrevivir a un infierno, en el que pudo obtener, gracias a su talento, pequeñas alegrías como camas con sábanas limpias o una mesa de ping pong. Y también el conservar su vida, algo que parece insignificante si se comparan con el resto de muertos en tan fatídicos años. Gracias a Dios, 'Los Falsificadores' no es maniquea ni abusa de sentimentalismos baratos con un tema en el que sería fácil caer en la blandenguería. Ruzowitzky cuenta con la cultura del espectador, no tratándolo como tonto, y le bastan un par de secuencias para remover conciencias resultando emotivo (la escena en la que el resto de los presos comprueban lo bien tratados que han sido sus compañeros, y se paralizan al tocar unas simples sábanas).

Una buena película, a la que tal vez el Óscar le quede demasiado grande, pero es altamente disfrutable.

En Blogdecine | 'Los falsificadores' no es la mejor película de habla no inglesa

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