Una película podrá ser más o menos compleja. Dar mucho o poco que pensar. Estar estructurada de tal manera que no haya lugar a equívocos en su interpretación, o componerse con la clara intención de hacer descansar en el espectador la tarea de extraer significados de su metraje. Pero lo que un filme nunca debería perder de vista, y mucho se ha hablado por aquí de ello en estos últimos días, es que tiene que ser un vehículo para la evasión y el entretenimiento. Es lo mínimo que se le debe exigir al cine antes de comenzar a solicitarle ulteriores valores. Y no hay que ser muy despiertos para inferir que si saco esta pequeña reflexión a colación es porque durante buena parte de la primera mitad de su metraje, 'Los Croods: una aventura prehistórica', falló estrepitosamente a la hora de entretenerme.
Tras su típico arranque, con ese recurso de animación 2D que ya han usado hasta la saciedad en anteriores producciones —personalmente creo que donde mejor ha quedado es en 'Kung fu panda' (id, Mark Osborne, John Stevenson, 2008)—, 'Los Croods' salta de forma brusca a la primera secuencia propiamente dicha, aquella en que la familia intenta conseguir su desayuno. Dicha secuencia consiguió sacarme completamente de la película en un momento en que debería haber logrado lo contrario, mantenerme atrapado para no soltarme en el resto de la proyección: completamente absurda y de ritmo desquiciado, dicha escena cuenta con una música de Alan Silvestri que refuerza la impresión de que todo va a valer en el filme —el tema que acompaña a la escena, aunque adecuado por lo que se muestra, no es lo que uno asociaría a una cinta que discurre en la prehistoria— y que la descontextualización histórica va a estar en el menu del día más de lo que sería deseable.
No podemos olvidar que, por mucho que en los últimos tiempos hayan corregido la tendencia por ella iniciada, Dreamworks sigue basando parte de su validez como productora en la saga de 'Shrek', cuatro filmes que quedaban caracterizados por los chistes atados a las tendencias y películas del momento y que, en consecuencia, han ido pasando "de moda" con los años, provocando que las películas no funcionen tan bien como lo hicieron en el momento de su estreno. No es que 'Los Croods' incurra en este error, ya que sus chistes no tratan de emular a momentos recientes del imaginario del espectador, pero si que trata desesperadamente de provocar la risa por lo pretendidamente hilarante que es traspasar conceptos actuales como la instantánea fotográfica a la edad de piedra.
Alternando este humor con otro más universal que, a la postre, funciona muchísimo mejor, 'Los Croods' mejora conforme el metraje va avanzando, por más que la insistencia hacia la moralina que guarda el libreto del filme llegue a cansar por su constante reiteración: desde el primer minuto —si me apuran, incluso desde el trailer— queda muy claro cuál es el mensaje del filme, ese de "enfréntate a tus miedos y abraza el cambio", y parece que Sanders y De Micco, guionistas y directores de la cinta, no confían mucho en que tras dos o tres exposiciones, el público infantil haya aprehendido correctamente la lección, así que siguen haciéndola aparecer a la mínima de cambio.
Acompañando al mensaje principal, 'Los Croods' tampoco puede evitar introducir en el tejido de la acción el inevitable conflicto generacional que se plantea, también desde el principio, entre Ev, la adolescente rebelde, y Grug, el padre sobreprotector que sólo pretende mantener a salvo a su familia, caiga quién caiga. Afortunadamente, sea por la razón que sea, la cinta sale airosa en la forma en que imprime en el espectador dicho conflicto y, de hecho, derivado de él encontramos el momento más emotivo del metraje —uno que no desvelaré por motivos obvios—.
Huelga decir, aunque siendo una cinta de "dibujitos" resulte ineludible el hacerlo, que la perfección alcanzada en el mundo de la animación digital queda refrendada una vez más con 'Los Croods'. Por más que los diseños de personajes no sean del todo acertados —algo extraño viniendo de Chris Sanders, el realizador responsable de esas maravillas que son 'Lilo & Stitch' (id, Chris Sanders, Dean DeBlois, 2002) y 'Cómo entrenar a tu dragón' ('How to train your dragon', Chris Sanders, Dean DeBlois, 2010)— los paisajes creados para la ocasión y la profundidad que se les otorga a los mismos, plenamente apreciable en la versión 2D, son de una magnificencia asombrosa, como también lo son los muchos momentos que la "cámara" abre campo y nos muestra la espectacularidad de la acción desde cierta distancia.
Supongo que muchos habréis "pillado" al vuelo la referencia del título de la crítica; para aquellos que no lo hayan hecho, sirva este último párrafo de cierre como explicación de la misma. Al igual que ya ocurriera con 'Dinosaurio' ('Dinosaur' Eric Leighton, Ralph Zondag, 2000) o, para el caso, con cualquier entrega de 'Ice age' (id, Chris Wedge, Carlos Saldanha, 2002), parece que el que una cinta se desarrolle en la prehistoria la hace especialmente proclive a extraer su esquema argumental de ese clásico animado de los ochenta que es 'En busca del valle encantado' ('Land before time', Don Bluth, 1988), y 'Los Croods' no es una excepción. Por más que la hayan adornado de forma que no lo parezca,la esencia primera de la historia esta directamente "inspirada" en la de Piecito, Patito, Petri, Sera y Puas, un grupo de personajes que deben abandonar la comodidad de su hogar para, en medio de la convulsión de un planeta en pleno proceso de formación, ir a buscar un lugar mejor donde vivir guiados por alguien que supuestamente sabe dónde está dicho lugar. Cierto es que, con todo lo que añade, 'Los Croods' se aleja lo suficiente de la cinta de Bluth para no parecer un plagio, encontrando la cuota de originalidad suficiente para que, como apuntaba más arriba, termine entreteniendo lo necesario para hacer olvidar su irregular primer tramo.
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