Que el género de la comedia es algo que se ha perdido en el actual panorama hollywoodiense es una realidad bien palpable desde hace muchos, pero muchos años. Después de 'Un Pez Llamadao Wanda' que ya data de 1988, no recuerdo ninguna otra película que me haya hecho reir tanto como ésa. Si acaso, alguna que otra escena determinada en algún film aislado nada destacable. Y es que este género se ha prostituído de forma alarmante. Ahora todo es demasiado obvio, se tira mucho de lo escatológico y los chistes bestias y groseros para intentar hacer reir al público. Lo peor es que la gente demanda este tipo de películas. Evidentemente hablamos de personas que en su vida jamás han visto una película de Preston Sturges, Howard Hawks, Ernst Lubitsch o Blake Edwards por citar sólo unos ejemplos. 'Los Calientabanquillos' es un clarísimo caso del grado de idiotez mental al que ha llegado cierto sector del público. Lo peor del tema es que al igual que esta película, muchos de estos títulos tienen mensaje. Un mensaje que por sí solo funciona, es bueno, pero la forma en la que te lo intentar hacer llegar es sencillamente deplorable.
El argumento es delirante: tres hombres que tuvieron una infancia difícil porque de pequeños todo el mundo se metía con ellos, tienen la oprtunidad de ser los defensores morales de este tipo de personas marginadas por sus semejantes simple y llanamente porque son raros: o son bajitos, o escupen al hablar, o se están hurgando siempre la nariz, o hacen otro tipo de cosas que mejor no comento. Para llevar a cabo tan honorable empresa, no se les ocurre otra cosa que formar un equipo de beisbol que consta sólo de tres jugadores y participar en una liga infantil. Repito con un poco más de énfasis: TRES HOMBRES JUGANDO AL BEISBOL EN UNA LIGA INFANTIL.
Ante una premisa como ésta, uno no puede tomarse en serio la película ni como comedia. Evidentemente todos los personajes son exagerados, salvo, ¡oh casualidad!, el que interpreta Rob Schneider, que mira tú por dónde es el único "normal" de todos y es el que les hace ganar los partidos. Absolutamente todo el que le rodea es raro y posee el alma más noble sobre la faz de la Tierra. Eso sí, bien imbéciles, para que se note la diferencia. Ni que decir tiene que Schneider no es un actor, ya que tanto le da que su personaje esté contento o triste, él pone la misma cara para todo.
Dennis Dugan, actor televisivo especializado en este tipo de films tal y cómo demuestra su currículum, dirige el evento sin la más mínima pasión, y por supuesto sin sentir el más mínimo respeto por un género que hace tiempo nos proporcionó algunas obras maestras. Me pregunto que dirían ciertos directores, ya fallecidos, si pudieran ver este tipo de películas que sólo pueden ser consideradas como chorradas. Seguro que alguno se está removiendo en su tumba.
A Schneider le acompañan otras "figuras" de la comedia: Jon Heder, que empieza a encasillarse en personajes frikis; David Spade, que casi hace de la idiotez una forma de vida; y Jon Lovitz, viejo conocido en este tipo de films, interpretando a un multimillonario fan del universo Star Wars, y que dentro de la desgracia podría ser el mejor personaje de todos.
Pero voy a ser sincero, y voy a decir que me he reídos dos veces. Una con cierta cosa que le pasa a un personaje interpretado por Nick Swardson (algo referente al sol), y la otra...¡coño, ya no me acuerdo!
En fin, una película muy mala y que desgraciadamente recaudará en taquilla el dinero suficiente como para que se sigan financiando este tipo de tonterías. Es hora de refugiarse en el cine clásico o en otras cinematrografías. Empiezan las convulsiones, los vómitos...mi estantería de dvd´s no está lejos... tengo que llegar...tengo que conseguirlo.