'Los amos del barrio', la invasión de los ladrones de cómicos

‘Los amos del barrio’ (‘The Watch’, Akiva Schaffer, 2012) es la reunión de Ben Stiller, Jonah Hill, Vince Vaughn y Richard Ayoade, esto es, actores normalmente asociados a la comedia, cada uno con una carrera más que solvente.

En el caso de Vince Vaughn y Jonah Hill, son muchos los intentos de hacer reír en sus respectivas filmografías, y ningún acierto, al menos a mi parecer. Ben Stiller me divierte en ocasiones, y en el caso de Richard Ayoade, aún es pronto para decirlo pero desde luego apunta maneras, y no sólo en el género de la comedia —su excelente debut en la dirección, ‘Submarine’ (2010) es una buena prueba de ello— en el que se ha hecho muy conocido gracias a su participación en la serie ‘Los informáticos’ (‘The IT Crowd’).

Que una película de las características de la que hoy nos ocupa —comedia con grandes dosis de ciencia ficción— haya reunido a estos tremendos genios del arte de hacer reír supongo que será una alegría para todos sus fans, y que a lo largo de los años se han desternillado de risa con las supuestas gracietas de todos ellos. En mi caso ha sido más un suplicio que otra cosa, aunque por supuesto la mezcla de géneros y la sensación de estar ante una comedia alocada que pretende reírse con sentido del humor de las invasiones alienígenas, entre otras cosas, parecía tener el suficiente atractivo. Pero una vez más lo que podría haber sido una buena película se queda en poca cosa y nada definida.

(From here to the end, Spoilers) ‘Los amos del barrio’ —por cierto, otra ridiculez de título español, muy lejos del original, algo que evidentemente no nos coge de sorpresa y lejos de enfadarnos, hasta nos hace gracia tanta miopía en este campo— está ambientada en una de esas comunidades de vecinos donde todo parece perfecto. Uno de sus ciudadanos, el muy respetado y querido Evan (Ben Stiller) decide organizar un equipo de vigilancia para velar por la seguridad del vecindario todas las noches debido a una misteriosa muerte que le preocupa considerablemente. No es difícil imaginar quienes serán sus compañeros de fatigas en lo que en un principio parece una reunión de colegas pura y dura, sin más interés que el de pasar el rato, hasta que llega el momento de tomar conciencia de lo que están haciendo por sus vidas.

Evidentemente los lazos de amistad crecerán en un equipo que se ha formado simplemente porque sus cuatro componentes están más solos que la una, sin amigos que les comprendan o les soporten. A ello tenemos que sumar los respectivos problemas familiares de cada uno. Evan no es capaz de decirle a su esposa —una muy desaprovechada Rosemarie DeWitt—, ilusionada por quedarse embarazada, que es estéril; Bob (Vince Vaughn) tiene problemas de comunicación con su hija adolescente, objetivo principal de un guaperas de instituto; Franklin (Jonah Hill) es un delincuente en potencia que aún vive con su madre y está resentido por no haber sido aceptado en el cuerpo de policía; y Jamarcus (Richard Ayoade) es alguien muy especial que guarda un secreto aún más especial. Lástima que cuando sale a la luz, no se saca provecho del mismo como posible desencadenante de situaciones graciosas.

El mayor problema de ‘Los amos del barrio’, que por momentos parece una versión de ‘Super 8’ (id, J.J. Abrams, 2011) en plan comedia para adultos, es que a ratos se toma demasiado en serio a sí misma, y en otros no sabe que camino seguir. Sus puntos de irreverencia —algo que en la comedia actual parece un ingrediente seguro— no son lo suficientemente atrevidos o están lo suficientemente explotados, y la película parece levantar algo de altura cuando sus cuatro actores principales se dedican a hacer el burro, literalmente, delante de la cámara, momentos estos en los que el director parece haber puesto el objetivo delante de ellos y decirles: “haced el ganso todo lo que podáis”. El resto del film es moralina de la barata y toda alrededor de la necesidad de tener amigos o la sempiterna duda de hacer lo correcto.

La trama de los extraterrestres también podría haber sido una completa locura, y sin embargo se queda en casi nada. La influencia más descarada es sin duda el clásico ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ (‘Invasion of the Body Snatchers’, Don Siegel, 1956), pero la idea apenas se desarrolla, aunque da para ciertos apuntes interesantes, como el del del vecino de Evan al que da vida Billy Crudup, sospechoso de ser un alien, y cuya verdad dista muy lejos de la sospecha. Por otro lado, todo lo referente a Jamarcus, sin duda el personaje más querido y mejor interpretado de la función —Ayodale corre el riesgo, eso sí, de encasillarse en personajes raros en extremo— podría haber dado para una película completamente distinta y muy probablemente más divertida, algo que no es ‘Los amos del barrio’.

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