El pasado 29 de septiembre se anunciaba que ‘Loreak’ iba a ser la representante española de cara al próximo Oscar de mejor película de habla inglesa. Una decisión histórica al ser una cinta hablada íntegramente en euskera y también sorprendente teniendo en cuenta que una de sus rivales era ‘Magical Girl’, pues el segundo largometraje de Carlos Vermut ya había conseguido “derrotarla” en el Festival de San Sebastián de 2014, que fue donde tuvo lugar la presentación en nuestro país de ambos títulos.
Por mi parte, creo que ‘Loreak’ ni tan siquiera logrará pasar el primer corte que tendrá lugar este próximo diciembre, por lo que una nominación sería una enorme sorpresa y ya la posible victoria es que no la considero posible ni aunque se alineen todos los planetas a su favor. La cuestión es que lo que debería importarnos no es eso, ya que se trata de una obra notable con las ideas muy claras y que sabe reflejar con gusto y delicadeza lo que se propone.
La delicadeza de ’Loreak’
‘Loreak’ gira alrededor de tres mujeres, cómo les afecta la muerte accidental de su hijo, marido y compañero de trabajo y el papel que las flores juegan en ello. Como es obvio, no estamos ante una cinta vibrante en la que sucedan cosas sin parar, ya que lo que les interesa a Jon Garaño y Jose Mari Goenaga es mostrar de forma muy medida los cambios emocionales de las tres protagonistas –Beñat en el fondo no es más que un simple catalizador, aunque Josean Bengoetxea hasta casi consigue que nos olvidemos de ello en la escena a la que se debe el titular de este texto-.
El gran logro para ello es la armonía que se consigue entre guión –escrito por los directores junto a Aitor Arregi-, interpretaciones y la puesta en escena, algo más inusual de lo que parece. ¿Cómo lo hacen? Pues lo que a mí me gustaría destacar primero es un trabajo de dirección muy sutil que muestra ligeras variaciones en función de cuál de las tres protagonistas sea el centro de interés en ese momento –tampoco me quiero olvidar de la suave precisión con la que van alternando los cambios de foco de la historia entre ellas, y tampoco de la sorprendente aplicación de ciertos elementos más propios del thriller para ello-.
Con Ane da la sensación de que abundan los planos más abiertos –es la que tiene una vinculación más fuerte con el exterior, lo ajeno a la historia principal- y con una iluminación más clara, mientras que con Tere todo resulta más rígido para transmitir una sensación de autoridad inaccesible y con Lourdes hay una inestabilidad latente que, al igual con las otras dos, encaja a la perfección con la situación emocional del personaje. Como era de esperar, en esto también habrá cierta evolución que hará que estos detalles vayan cambiando.
Además, no es algo en lo que Garaño y Goenaga incidan de forma muy marcada –hay momentos muy puntuales en los que se percibe con más claridad, pienso por ejemplo en una escena en la que Tere está sentada en una mesa acompañada de su familia y el plano va cerrándose para centrar exclusivamente en ella-, ya que eso rompería la necesaria continuidad tanto en tono como visual de ‘Loreak’, algo que sólo se produce de forma parcial con un desenlace que no termino de tener claro si no es más que un reflejo certero de una –posible- realidad o una forma un poco forzada de dar cierre a la película. Creo que nunca lo tendré claro.
Las emociones de las tres “flores”
Es cierto que en el efecto de las flores se podrían establecer ciertos paralelismos con la sociedad vasca, pero a mí lo que realmente me transmite ‘Loreak’ es que trasciende cualquier tipo de localismo y que se trata de un viaje emocional de tres mujeres que, de una forma u otra, están encerradas y son incapaces de hacer lo necesario para florecer y alcanzar todo su esplendor. Ya sea un matrimonio a la deriva, la soledad tras la muerte de un hijo o la propia negación de un dolor que te impide salir adelante incluso aunque quizá de buenas a primeras no lo notes.
Son tres posiciones muy diferentes que se complementan muy bien entre sí, evolucionando cada una a su manera, primero centrándose en Ane –excelente Nagore Aramburu y un gran acierto de casting por lo mucho que aporta esos rasgos aniñados de su rostro al personaje, ya que, al igual que sus compañeras, transmite más con su lenguaje no verbal que a través de los diálogos-, que es curiosamente la única parte de ‘Loreak’ en la que hay una pequeña –y efectiva- carga cómica vinculada al misterio sobre quién le está mandando un ramo de flores todas las semanas, y luego mostrando al resto.
Lo que no me volvió demasiado loco fue la escena en la que se incide en la distancia emocional entre Lourdes y Tere durante una cena con Beñat, ya que ahí ese realismo propio de la serie carece de ese toque casi poético que define a ‘Loreak’, pero no es porque Itziar Ituño e Itziar Aizpuru no sepan mostrarlo por mucho que sea verdad que sus actuaciones funcionan mucho mejor por separado que cuando tienen que compartir plano. Curiosamente, ambas muestran más química con Aramburu, algo muy curioso si tenemos en cuenta que la relación que Ane establece con cada una de ellas es radicalmente diferente.
Por último, me gustaría destacar que la exquisita delicadeza estética de ‘Loreak’ –notable el uso de los paisajes vascos sin caer nunca en el mal vicio de potenciar lo visual en exceso- es cierto que cuenta un apoyo de lujo en Aramburu, Ituño y Aizpiru, pero es que además tiene un discurso emocional muy correcto –aquí justo es reconocer que sí que eché en falta que me tocase más el corazón- que sabe abordar los múltiples significados que puede tener un simple ramo de flores e integrarlo dentro del relato para que nunca sea algo azaroso o forzado para ampliar lo que transmite.
En definitiva, ‘Loreak’ es una película muy interesante en la que todo está cuidado con mimo y que logra un equilibrio inusual entre forma y fondo –bien reciente tenemos el último título que fracasaba de forma notable en este aspecto-. Dejando de lado la relativa insatisfacción de su desenlace, lo único que echo en falta es que su consistencia emocional me transmitiera más, que tuviera alguno o varios de esos grandes momentos catárticos a los que el séptimo arte nos ha acostumbrado. Con todo, es una propuesta que ningún amante del buen cine debería dejar pasar de largo.
Otra crítica en Blogdecine | 'Loreak', la importancia de las flores (por Lucía Ros)
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