Rescatada hace dos o tres años por saciar la curiosidad que suponía el averiguar el por qué de todos los premios que le llovieron en su momento, 'Somersault' ('Somersault', Cate Shortland, 2004) se descubrió como una auténtica sorpresa, no ya por el que viniera protagonizada por el ahora omnipresente Sam Worthington —todavía no sé qué le han visto en Hollywood a tan sosísimo intérprete— o por la espléndida interpretación de una novata Abbie Cornish, sino por la muy interesante labor tras las cámaras de Cate Shortland en su primer filme.
Relato sobre el despertar sexual de una adolescente que se fuga de casa, los hallazgos de 'Somersault' no se encuentran tanto en su guión —tan típico como funcional— sino en la fuerza visual de una personalísima realización que saca partido tanto de los planos de transición entre secuencias, convirtiendo de alguna manera en protagonista silente de la acción a la naturaleza que rodea a los actores, como de lo mucho que se deja explicitado en el contexto, no sintiendo Shortland la necesidad imperiosa de dar todo mascado al espectador.
Como comentaba, 'Somersault' se hizo acreedora de todos los premios habidos y por haber del cine australiano, y no deja de resultar paradójico que, con el éxito cosechado, Shortland haya tardado ocho años en firmar una nueva producción, aunque, a la luz de los magníficos resultados de esta 'Lore' ('Lore', Cate Shortland, 2012) que nos ocupa, quizás tengamos que agradecer a la realizadora la proverbial lentitud de la que ha hecho gala.
Lore, apocopo de Hannelore, es una adolescente de catorce años que, junto a sus cuatro hermanos, ha crecido bajo la sombra del nazismo encarnado en su padre, oficial del ejército alemán y de su madre, una ferviente admiradora de la figura del führer. Teniendo que abandonar su hogar cuando el tercer reich se hunde, la joven deberá atravesar un país convulso para llegar a casa de su abuela, un viaje iniciático que supondrá el salto a una temprana madurez.
'Lore' no es la típica película sobre los estertores de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, se aleja tanto de cualquiera de los patrones que podamos asociar a este tipo de cine que cuesta ver en ella otro relato sobre la Alemania post-nazi. En ello juegan varios factores que pasan por el hecho de venir firmada por una realizadora australiana o estar basada en una novela anglogermana pero, sobre todo, en la fuerte personalidad que despliega Shortland a la hora de alejarla de cualquier cinta centrada en tan caóticos momentos de la historia del país teutón.
Intensificando su discurso narrativo sobre las bases que ya había desarrollado en 'Somersault', Shortland incurre de forma más brillante en las dos características que apuntábamos más arriba sobre su ópera prima: rodada en su práctica totalidad con la naturaleza como escenario, la realizadora insiste mucho más que en su primer filme en tratar de convertir a los planos de transición en un elemento más de la historia, y aunque no siempre lo consiga, el encomiable esfuerzo que invierte en la consecución de dicha idea es uno de los mejores valores de la cinta.
El otro, el que realmente marca a fuego el filme, es la forma en la que la australiana hace uso de la elipsis como elemento fundamental del devenir de la acción: dada la temática de la cinta y su constreñido marco histórico, habría sido muy fácil abundar el viaje de Lore y sus hermanos con detalles escabrosos acerca de los estragos de la guerra en una Alemania devastada por la contienda, pero Shortland prefiere insinuar en lugar de mostrar, sin que el horror de las situaciones a las que tenemos que asistir se vea disminuido ni un ápice insistiendo, al mismo tiempo, en dejar en manos del espectador el ir rellenando los muchos huecos argumentales que, de forma más que consciente, se van introduciendo a lo largo de la historia.
Y si 'Somersault' suponía el descubrimiento de Abbie Cornish, una actriz a la que después hemos podido ver en cintas tan dispares como la olvidable 'Sucker punch' ('Sucker punch', Zack Snyder, 2011), la interesante 'Sin límites' ('Limitless', Neil Burger, 2011) o la reciente 'Siete psicópatas' ('Seven psycopaths', Martin McDonough, 2012), 'Lore' debería servir para que comenzáramos a ver por doquier a su soberbia protagonista, una Saskia Rosendahl que, más allá de su indudable belleza natural, sorprende por la precisa combinación entre fuerza y delicadeza con la que dibuja a un papel tan complicado como el que le toca interpretar, ensombreciendo con su titánica labor al resto de un sólido reparto —el trabajo de la joven actriz que interpreta a su hermana es más que encomiable— que, no obstante, le sirve de perfecto contrapunto.
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