Cuando os hablé de 'LOL: Si re ríes, pierdes' con motivo del estreno de su primera temporada, incidí en que la selección de concursantes era demasiado homogénea, por lo que acabé disfrutando bien poco con ella. No es que la idea de mezclar 'Gran Hermano' con 'No te rías que es peor' sonase alucinante, pero sí que sospechaba que ese formato podía dar más de sí.
La segunda entrega que llega este viernes 20 de abril a Amazon Prime Video es una demostración de ello, pero también de sus limitaciones. Por un lado, hay más variedad en el estilo de sus participantes, lo cual abre el interés a una mayor cantidad de público, pero a cambio se sigue recurriendo a un humor más básico que funciona mejor por acumulación y efecto contagio, algo que 'LOL: Si te ríes, pierdes' no termina de exprimir.
Una evolución moderada
Los cambios incluso llegan al frente del programa, ya que Santiago Segura cede el testigo a Carolina Iglesias ('Estirando el chicle') y Silvia Abril, concursante en la primera edición, siendo esa una de las virtudes de esta segunda temporada.
Lo es principalmente porque se las ve más implicadas con las jugarretas de los participantes para hacer reír al resto, notándose que están disfrutando en su rol y consiguiendo así una mayor armonía entre los representantes de la organización y los concursantes. A fin de cuentas, se nota cuando algo les hace gracia y ellas no tienen necesidad alguna de fingirlo.
Además, también hay novedades en la estructura del programa. Se mantiene el uso del comodín, y ahí también se nota una mayor variedad en los recursos para intentar hacer reír a sus compañeros, pero se añade alguna sorpresa más. Nara revolucionario ni que cambie sobremanera la mecánica -si acaso en el quinto episodio hay una decisión bastante curiosa por parte de Iglesias y Abril-, pero ayuda a rebajar la posibilidad de que se vuelva rutinario.
Techo limitado
Como apuntaba antes, la selección de concursantes es más satisfactoria, brillando especialmente Carlos Areces cuando saca a relucir su mala leche, sea para intentar eliminar aposta a alguien o simplemente llevando a la práctica esa gran canción de 'La hora chanante' que decía "Hijo de puta hay que serlo más". Ojo, siempre dentro de los márgenes que permite un programa orientado a llegar a la mayor cantidad posible de público, pero ahí está.
Más allá de eso casi resulta más gracioso ver los intentos de los concursantes para que no se les escape alguna risa que lo que realmente aporten para conseguir provocar ese efecto en sus compañeros. Con todo, esta segunda entrega resulta más ágil que su predecesora y, al menos por ahora -Amazon solamente ha dejado ver los cinco primeros episodios por adelantado-, tampoco hay ningún momento que roce la vergüenza ajena, cosa que sí sucedía en la primera temporada.
Vamos, que 'LOL: Si te ríes, pierdes' pule algunos de sus fallos más graves en esta segunda temporada, pero sigue siendo el mismo programa. No esperéis una transformación asombrosa, ya que la sensación que queda es que los participantes acaban tan cansados que la risa acaba siendo más fácil de aparecer, pero eso es algo que no sucede con el espectador y tampoco creo que sea lo idóneo. Es un estado de ánimo imposible de reproducir sin que uno se canse y acabe quitándolo -impensable que simplemente veamos las 6 horas sin más, tiempos muertos incluidos-.
En su lugar de opta por hacerlo todo más fácilmente accesible, quizá al mismo tiempo el punto más fuerte y débil del formato. De esta forma, lo consumes, pasas el rato y al de poco de te olvidas de ello. Incluso es probable que algunos espectadores lo tengan un poco de fondo mientras estén haciendo otra cosa -¿planchar?- y apenas se pierdan nada.
En resumidas cuentas
'LOL: Si te ríes, pierdes' ha corregido algunos de sus problemas en esta segunda entrega y nunca cae tan bajo como lo hacía la primera en algunos momentos. Por desgracia, lo que tampoco hace es llegar a brillar realmente en ningún momento, pero bueno, se puede ver si tienes claro lo que puede y no puede ofrecerte.
Ver 8 comentarios