El viernes pasado se estenó 'Loco por la novia', una coproducción de Reino Unido, EE. UU. y Alemania de 2005, dirigida por Stefan Schwartz e interpretada por Amy Smart, Stuart Townsend y Seth Green. Se puede ver un trailer en castellano.
El título original, ‘The best man’, es un juego de palabras que se ha perdido en la traducción. Significa tanto “el padrino de bodas” como “el mejor hombre”. En lo que sí coinciden ambos títulos es en desvelar gran parte de la trama, lo cual realmente no es un problema, pues es en los primeros minutos de película cuando ocurre el acontecimiento que desencadenará el resto de la historia: Olly se enamora de la futura novia de James, un antiguo amigo de universidad que le ha pedido que sea el padrino de la boda.
El guión parte de una base clásica de comedia romántica, lo cual garantiza que funcione el aspecto emotivo. Gracias a que se ha tratado de innovar poco y el guión más bien juega a nadar y salvar la ropa, ‘Loco por la novia’ es mejor que la media de películas que se venden recientemente con la etiqueta de comedias románticas, pero que ni hacen reír ni producen emoción. Aquí sí que existe química entre los protagonistas. Comprendes que estén enamorados y lo puedes sentir cuando ves algunas de las escenas de ellos dos juntos. El obstáculo obligatorio a todas las películas de amores — en este caso James, el futuro esposo — está bien conseguido y hace que la trama se vaya alargando sin artificialidad. Aunque la realización, en lo que se refiere a encuadres y cortes entre planos, resulta un tanto torpe, la cinta está ambientada con elegancia y tiene algunos valores como el estar dirigida a un público algo más adulto que al que últimamente se dirigen estas comedias. El que esté situada en Londres, protagonizada en parte por actores de las islas y dirigida por un alemán, también le aporta una gota de originalidad. Sin embargo, este tono elegante, a veces se da de tortas con momentos de humor visual que parecen sacados de un guión diferente. Al director, que ha coescrito el guión junto con Ed Roe, le ha costado mucho trabajo aunar la parte cómica con la parte romántica. Como ejemplo más clamoroso está la escena de la moto de agua, donde parece que la película se le va a ir de las manos.
Los actores son fundamentales en una película de este estilo y, aunque tanto Amy Smart como Stuart Townsend lo hacen bien y son adecuados para sus papeles, no aportan nada muy especial ni de personalidad ni de belleza. Ella tiene una sonrisa amable y cara de buena chica, pero ni en su personaje ni en su actuación hay suficiente fuerza como para llevar a los espectadores a compartir el repentino enamoramiento que siente el protagonista. Antes de este film, habíamos visto a la actriz americana en ‘Sólo amigos’, ‘Starsky & Hutch’ y ‘El efecto mariposa’.
Al actor irlandés de 34 años, Stuart Townsend, le falta mucho carisma para que la película sea destacable y tampoco es especialmente guapo, pero algo debe de tener si en la vida real ha vivido un romance con la espectacular Charlize Theron. Fue Dorian Gray en ‘La liga de los hombres extraordinarios’, papel para el que tampoco estaba a la altura en belleza física; y fue Adam en ‘Adam y ellas’. El personaje pretende ser ingenioso y encantador, pero ni sus diálogos están tan bien escritos ni él le aporta la chispa necesaria. La parte de slapstick que introducen en el papel de él no le pega al actor ni al personaje y no resulta adecuada en la película. En lugar de hacer reír, cada vez que tropieza y se cae al suelo, lo que se ve es una salida de tono de un film, por lo demás, muy sobrio.
Seth Green es el único verdadero elemento de comedia romántica que hay en todo el largometraje. Además, es el que provoca que ocurra todo y hacer avanzar la acción de la película. Para ser un personaje tan importante, está demasiado fuera de la trama. Sus tretas para desprestigiar al hombre con el que se va a casar la protagonista son lo que anima la película. Pero su único vínculo con todos los hechos es ser el mejor (o segundo mejor) amigo del protagonista. Por ello, de nuevo la parte cómica parece que esté metida con calzador en un film de sentimientos. Esto se da quizá porque existe un miedo a hacer que el protagonista sea la persona verdaderamente graciosa, pues se cree que no se lograría empatía suficiente con un payaso y no digamos ya si se trata de una chica, pero no tendría por qué haber ningún problema en que quien haga reír sea el o la protagonista. Este actor en realidad es americano, pero en la película hace un esfuerzo por imitar el acento inglés. Lo conocemos porque fue el hijo del Profesor Maligno en ‘Austin Powers’ y por varias series, muchas de ellas de animación en las que ha prestado su voz.
El personaje antagonista, James, encarnado por Steve John Shepherd, al principio se muestra como un tío simplón, pero no mala gente y va cambiando hasta que se convierte en un ser despreciable. Incluso aunque esto represente el cambio de parecer del protagonista, resulta excesivamente radical. Esto se debe a que el personaje y el actor tampoco tienen la personalidad suficiente.
En ningún momento de la película hay ningún diálogo ni acción que contenga machismo, pero una lectura más profunda sí que podría sacar este aspecto a relucir, pues la idea que tiene el protagonista es no dejar ni por asomo tomar decisiones a la mujer. Él no se atreve a ir por ella mientras sea la novia de su amigo y mientras crea que el amigo la ama. Pero será él mismo quien juzgue si en realidad no existe tal amor y por lo tanto, si ella no tendría que casarse con él. Si se casa o no es algo que debería decidir ella, quiera o no al protagonista.
La conclusión es que es una película que se ve bien, no aburre y funciona dentro de su género. De todo lo que se estrenó el 18 de agosto, probablemente será una de las más recomendables.